Las Islas Cocos en 1780 | The British Empire
El primer europeo en visitar las Islas Coco, y que les daría el otro nombre por el que serían conocidas en el futuro, fue el capitán británico William Keeling, durante un viaje por el Índico al servicio de la Compañía Británica de las Indias Orientales en 1609. Se trataba 2 atolones coralinos, con un total de 27 islotes, todos ellos deshabitados.
El archipiélago no volvería a ser visitado por ningún europeo hasta el 1825, cuando el Mauritius embarrancó en sus arrecifes y su tripulación sobrevivió en la isla Dirección varias semanas hasta ser rescatados. Los náufragos consiguieron subsistir gracias al agua de la lluvia que se acumulaba en el subsuelo del archipiélago formando “lentes” de agua dulce que flotaban sobre bolsas de agua marina, de mayor densidad. El naufragio demostró que un asentamiento continuo en las islas era viable.
Ese mismo año, John Clunies-Ross, un capitán mercante escocés, se topó con ellas mientras navegaba rumbo a la India. La de Clunies-Ross fue una visita breve, pero debió quedar bastante impresionado por las islas y las posibilidades económicas de sus cocoteros, pues decidió que algún día regresaría al archipiélago para instalarse con su familia.
Desafortunadamente para el escocés, Alexander Hare, también de la Compañía Británica de las Indias Orientales, como Keeling, y antiguo gobernador de la ciudad de Banjarmasin en Borneo, tuvo la misma idea y se le adelantó. Hare había oído hablar del archipiélago a varios capitanes y en mayo 1826 se instaló en ellas huyendo de la “vida domesticada que la aburrida civilización le ofrecía”. Hare llegó acompañado de un harem privado de 40 mujeres y unos 200 semi-esclavos malayos. Casualmente, Hare contrató para el traslado al hermano de John Clunies-Ross, que también era capitán de barco. No obstante, en el retiro de Hare no todo sería evasión y pronto se interesó por el aprovechamiento del fruto de los cocoteros que abundaban en la isla para la obtención de copra y de aceite de coco.
Prison Island | © Commonwealth of Australia 2011
Hare dispondría únicamente de un año para disfrutar de sus 40 mujeres y de los cocoteros de las islas, el tiempo que tardó en regresar a ellas John Clunies-Ross con su familia y 20 trabajadores. Al parecer, Clunies-Ross venía con la misma idea, la explotación comercial de los cocoteros, y con planes para plantar muchos más.
En seguida, surgieron los enfrentamientos entre los dos hombres y, para desgracia de Hare, las mujeres de su harem comenzaron a abandonarlo para irse con los hombres que habían venido con los Clunies-Ross. Los intentos de dividirse el archipiélago entre los dos tampoco dieron resultado por lo que, finalmente, Hare se vio obligado en 1831 a marchar a Singapur. Con esta marcha, Clunies-Ross se hizo con el control de todas las islas y de todos sus cocoteros.
Como otras empresas de la época, los Clunies-Ross pagaban a sus empleados con su propia moneda, la rupia de las Cocos, que se convertiría en la moneda oficial del archipiélago, pero que no eran más que unas simples fichas de plástico que sólo servían para comprar en el economato de la propia compañía.
En 1854, John Clunies-Ross murió y su hijo, John George, le sucedió en el “trono” de las Cocos. Tres años después, las islas serían definitivamente anexionadas por el Imperio Británico. Ross II dejó de ser su “rey” para pasar a ser sólo su superintendente. Aunque, en 1886, la reina Victoria concedería a la familia Clunies-Ross las islas a perpetuidad. La corona, sin embargo, se reservaba el derecho de recuperarlas sin compensación económica alguna por motivos de interés público. El archipiélago pasó a convertirse de esta manera en algo así como un estado feudal gobernado por la familia Ross, cuyo cabeza de familia era desde la muerte de John George en 1871, su hijo George.
Mapa de 1889 de las Islas Coco Sur | Wikipedia
La familia complementaba los ingresos que obtenía gracias al comercio de la copra y del aceite de coco con la isla de Java con los provenientes del aprovisionamiento del creciente número de barcos balleneros que hacían escala en la isla. Pero, la fortuna familiar aún crecería más con el descubrimiento en 1888 de unos importantes yacimientos de fosfatos en la “vecina” (estaba a casi 1.000 kilómetros al norte, pero era el trozo de tierra más cercano) Isla de Navidad. La importancia de los fosfatos en la agricultura como fertilizante sería el principal motivo para la anexión de la isla por parte del Imperio.
Después de la anexión, el 6 de junio de 1888, Ross III estableció el primer asentamiento permanente en la isla, que hasta entonces había permanecido deshabitada a causa de su escarpada costa, sus densas junglas y su aislamiento. En un principio, iba a ser un pequeño campamento para la obtención de la madera y las provisiones que se necesitaban, pero escaseaban, en las Cocos. Sin embargo, los Ross rápidamente se interesaron por entrar en el negocio de los fosfatos y delimitaron con estacas su propia concesión minera. En seguida, se desató una competición con John Murray, el naturalista escocés que los había descubierto, por hacerse con los derechos comerciales de los fosfatos de la isla.
Finalmente, en 1891 Murray y Ross III aceptaron el acuerdo ofrecido por la autoridad colonial para explotar conjuntamente los yacimientos durante 99 años a cambio del pago anualmente de una pequeña cantidad de dinero. La explotación comercial de los fosfatos comenzaría en 1895, dos años después, Ross y Murray fundarían la Christmas Island Phosphate Company. Al igual que en las Cocos, al no contar la isla con una población propia fue necesario traer la mano de obrar del exterior. En este caso, se hicieron venir 200 trabajadores chinos, 8 europeos para encargarse de la gestión y 5 policías sikhs para mantener el orden en el nuevo territorio.
Una rupia de las Cocos del 1910 | Más monedas en Museum Victoria
Simone Dennis en su libro “Christmas Island: an anthropological study” asegura que las condiciones de vida en la isla de Navidad eran muy duras. Sólo en un año, el beriberi mató a 400 de los 2.400 trabajadores y otros 200 murieron a causa de la falta de higiene y la mala alimentación.
Algunos de los trabajadores chinos, habían sido transportados bajo cubierta por lo que desconocían que habían abandonado China y planeaban ingenuamente fugas a nado hacia China. El opio no faltaba en las islas y era una manera de reducir las ganas de problemas y de huir de los trabajadores chinos, que, a causa de las deudas contraídas con la compañía, ya fuera por la atención médica o el alojamiento, no eran libres de marchar.
Murray se quedaría en la isla dirigiendo las operaciones de la nueva compañía y acabaría siendo conocido como el “Rey de la Isla de Navidad” hasta su regreso a Londres en 1910. Mientras los Ross seguían en su propio “reino” y, ese mismo año, George fue sucedido al frente de la familia por su hijo mayor, John Sidney, que se convertiría en Ross IV.
Durante la Primera Guerra Mundial, debido a su estratégica situación para las comunicaciones de los Aliados en el área del Índico y con Australia y Nueva Zelanda se situó en una de las islas Cocos una estación de radio y telégrafo. La estación sería bombardeada el 9 de noviembre de 1914 por el crucero ligero alemán SMS Emden en la conocida como la “Batalla de las Cocos” y acabó con el hundimiento del barco alemán por parte del Sidney australiano, la captura de 229 de sus marineros y la muerte de otros 131. Por su parte, los australianos únicamente sufrieron 4 bajas.
Acabada la guerra, en 1925, John Sidney, de 56 años de edad, se casó en Londres con una joven de 22 años que sería conocida como “Queen Rose”. Tres años más tarde, nacería John Cecil.
Los supervivientes del SMS Emden en las Islas Keeling | Australian War Memorial
Durante la Segunda Guerra Mundial, las Cocos se convirtieron otra vez en un enclave estratégico. Después de la invasión de la isla de Navidad por parte de los japoneses un pelotón de los “King’s African Rifles” se estableció en la isla Horsburgh, mientras la población local fue realojada en la isla Home. Afortunadamente, esta vez, las islas no fueron el escenario de ninguna batalla y la pista de aterrizaje que los británicos construyeron poco antes de la rendición del Japón, con capacidad para el aterrizaje de bombarderos pesados, no llegó a ser utilizada.
En 1946, John Cecil, con sólo 18 años de edad, se convierte en “Rey de las Cocos”, dos años después de la muerte de su padre. Dos años después, los gobiernos de Nueva Zelanda y Australia adquirieron los derechos y las instalaciones mineras de la Christmas Island Phosphate Company, aprovechando la difícil situación económica que pasaba la compañía y el estado en que quedaron las instalaciones después la ocupación japonesa de la isla. La compañía sería liquidada al año siguiente, recibiendo la familia Clunies-Ross 250.000 libras.
La reina de Inglaterra visitaría las Cocos en 1954, sería la última visita antes de que el 23 de noviembre del año siguiente las islas pasaran a manos de Australia, que tenía intención de usar las islas como estación de repostaje en una nueva ruta aérea que conectaría el país oceánico con Sudáfrica.
Los Clunies-Ross participaron en las complicadas negociaciones y, aunque, en un principio, se acordó el pago de una compensación anual por parte del gobierno australiano a la familia por la pérdida del terreno cultivable que ocupaba la pista; finalmente, la operación se cerró con la venta de la antigua pista de aterrizaje de la Segunda Guerra Mundial al gobierno australiano y las Cocos siendo territorio australiano.
Este cambio de soberanía supondría el comienzo del fin del reino de los Clunies-Ross y de la entrada del archipiélago y de sus 1.500 habitantes en el siglo XX. Durante los primeros 15 años, el gobierno australiano se implicó muy poco en los asuntos de las islas y las cosas siguieron más o menos igual. En 1967, con la introducción de los primeros aviones que no necesitaban hacer escala para llegar a Sudáfrica desde Australia, la pista de aterrizaje perdió su importancia comercial y quedó relegada al uso militar y a la de unos pocos vuelos con destino final en el archipiélago.
La Oceania House | © Commonwealth of Australia 2011
En un principio, la vida en las islas no cambió demasiado. Sin embargo,con el paso del tiempo y con la introducción de otros negocios, que alejaban las islas del monocultivo de los cocos, la participación del gobierno australiano en los asuntos del archipiélago comenzó a ser cada vez mayor. Al mismo tiempo, los sindicatos australianos, comenzaron a denunciar las condiciones de trabajo de los empleados de los Clunies-Ross, calificadas por algunos informes oficiales como próximas a la esclavitud. Estas denuncias junto con el creciente descontento del gobierno australiano con la manera semifeudal de gestionar las islas de los Clunies-Ross hicieron que la situación en las islas se volviera insostenible, por lo que, en 1978 y ante la amenaza de una expropiación inminente, la familia Clunies-Ross se vio obligada a vender las islas al gobierno.
La familia recibió 6.250.000 dólares australianos y consiguió retener la propiedad de la Oceania House, la lujosa mansión familiar de 14 dormitorios, aunque no tardaría en marchar a Perth. Unos años después, el último “rey” acabaría empobrecido después de que su naviera entrara en bancarrota a causa de se objeto de un boicot por parte del gobierno australiano.
En la actualidad, su hijo John George es el único miembro de la familia que reside en el archipiélago, en la isla West, una de las dos únicas islas y que cuenta con una población de unas 120 personas. El que tendría que haber sido el Ross VI, reconoció en 2007 durante una entrevista para la BBC que la pérdida de las islas por parte de su familia le supuso un disgusto en su tiempo, “tenía 21 años y había sido educado para el trabajo”, aunque hoy en día reconoce que la situación se había convertido en “un anacronismo y tenía que cambiar”.
Una de las muchas paradisíacas playas del archipiélago | © Commonwealth of Australia 2011
Hoy en día, la opinión de los isleños sobre los Clunies-Ross aún continúa dividida. Para algunos, fueron unos explotadores colonialistas. Otros, sin embargo, tienen una imagen más amable de ellos y los recuerdan como unos empresarios paternalistas. Si bien, admiten que los salarios eran bajos, recuerdan que la electricidad, la casa o la escuela eran gratis para todos.
Un artículo de The Straits Time de mayo del 1946, lo calificaba como el sistema de seguridad social más avanzado de la época. Había empleo para todos y una jubilación voluntaria para los mayores de 65 años, que seguían cobrando la mitad de su salario. Los Ross también se encargaban de las viudas y de los. Otra de las responsabilidades de la familia era la de mantener el orden, aunque el nivel de criminalidad era muy bajo.
Los isleños también recuerdan con anhelo aquellos tiempos en que podían cazar las aves o tortugas de las isla sin ningún tipo control, no como en la actualidad, que el gobierno australiano no se lo permite. Pero está claro que hay cosas que todos coinciden en reconocer que han cambiado para mejor. Hoy en día los habitantes de las islas son libres de viajar al exterior. En tiempos de los Ross, podían hacerlo, pero bajo amenaza de no poder regresar jamás.
En 1984, los habitantes de las Islas Cocos, apenas unos 600, en su mayoría de origen malayo, aprobaron en referéndum su plena integración en Australia.
PS: Las islas Cocos fueron visitadas por Charles Darwin en 1836 durante su viaje a famoso viaje a bordo del Beagle.
Enlace permanente a El escocés que se convirtió en el rey de las remotas Islas Cocos
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+info:
- Cocos (Keeling) Islands in en.wikipedia.org
- The man who lost a ‘coral kingdom’ in BBC News
- Cocos Islands, a federation in These Seas (PDF) in Australian Government - Department of Regional Australia
- Cocos (Keeling) in Australian Government - Department of Sustainability, Environment, Water, Population and Communities
- Clunies-Ross in Dynasties ABC
- Christmas Island: an anthropological study by Simone Dennis in Google books
- The Cocos Islands in War and Peace in The Straits Times, 10 May 1946
Gran artículo.
ResponderEliminarSaludos
Tripiyon
Muchas gracias, Tripiyon!
ResponderEliminarEncantado que te haya gustado ;-)
Feliz Año!
Buen artículo, interesante de verdad.
ResponderEliminarMuchas gracias, Alfonso.
ResponderEliminar¡Bienvenido!
Para mí, los Clunies-Ross, unos oportunistas sin escrúpulos. Lo más triste de todo, a mi parecer, los trabajadores Chinos bañando sus penas en Opio. Gracias, Bovolo, magnífico post.
ResponderEliminarLa verdad que lo del uso del opio, me ha parecido una de las partes más tristes de la historia, junto con la del "secuestro" de los trabajadores :-(
ResponderEliminarLamentablemente, aunque no he podido encontrar ninguna fuente que lo confirme, las condiciones en las Cocos no debieron de ser muy distintas, por lo menos en esa época.
¡Bienvenida, Mere!
Cada vez que leo algo de una isla mas o menos remota no puedo olvidar la de la isla de Tromelin:
ResponderEliminarhttp://es.wikipedia.org/wiki/Isla_Tromelin
Enhorabuena, Bovolo, como siempre.
Krollian, con tu permiso, me apunto la historia de la Isla de Tromelin. Tiene muy buena pinta ;-)
ResponderEliminarUn saludo y gracias por Tromelin!!!
Bueno, ya me has alegrado el día con una nueva entrada. Sabía donde estaban las Cocos, pero no conocía la historia en particular. Como siempre, gracias por tu esfuerzo.
ResponderEliminarUn detalle que me gustaría comentarte: busca información sobre el épico viaje de los supervivientes del Emden que no fueron capturados. Poniéndose al mando de una goleta desvencijada (la Ayesha) llegaron hasta las Indias Orientales holandesas, donde un carguero alemán los llevó al Yemen, y de allí tuvieron que ir a pie, esquivando a los guerrilleros árabes, hasta el ferrocarril del Heyaz y de ahí a Constantinopla y Berlín, donde fueron recibidos como héroes. Se les concedió la Cruz de Hierro de Primera clase y la distinción de poder añadir "Emden" a sus apellidos. La reputación del barco como corsario era tal que en idioma malayaman "Emenden" significa algo así como "grande".
Otra cosa, esta una auténtica chorrada: un día de aburrimiento supremo, me dediqué a meter en Google los componentes de productos de uso diario (dentífrico, gel,champú, etc.). Para mi sorpresa, descubrí que una parte muy significativa de ellos son derivados de la copra. Siempre me había preguntado si esa sustancia servía aún para algo.
Un abrazo.
Muchas gracias, Golias!
ResponderEliminarUna vez más, "enriqueciendo" el post ;-) Menuda historia, la de los Emden. No llegué hasta ese punto de la entrada de la wiki donde lo explica :-(
Queda anotada la historia para otro próximo post ;-) Muchas gracias!
Veo que tú también pensabas que el uso más importante era el de sus cáscaras en esos helados de "coco" jajaja!
Lo de la copra, tampoco lo conocía ;-) Lo del aceite, pensaba que ser usaría en los países donde abundan los cocoteros, como aquí, el aceite de oliva, y en usos "industriales", pero lo de la copra no tenía ni idea.
Un abrazo!
Felicidades por la página.
ResponderEliminarA mi también me gustaria que hablases del Emdem y su historia, un barco precioso, de lineas estilizadas, conocido entonces como "El cisne de Oriente".
Encantado, Manuel, que te guste la página.
ResponderEliminarMe lo apunto, me lo apunto lo del Emdem. La verdad que la historia que nos descubrió Golias me pareció muy interesante.
Bienvenido!
He andado esta semana liadillo y hasta hoy no he podido leer tus noticias.
ResponderEliminarComo siempre ha sido interesantisimo pasar por tu blog,nunca lo he dudado.
Un saludo GRAN Bovolo.
Muchas gracias, Pumuky.
ResponderEliminarFeliz Año y felicitaselo de mi parte al Gran Elzo cuando lo veas!
Gran articulo. Una historia increible el que esto llegara hasta nuestros días. No se como pudo durar tanto. Felicitaciones.
ResponderEliminarSaludos!
Cierto, Lorenzo.
ResponderEliminarSupongo que lo lejos que estaba de la metrópoli. El paso de una colonia a otra. Que las islas eran insignificantes y casi sin interés... En muchos casos, más una fuente de problemas que un recurso.
Saludos para Sa Roqueta!
Yo también me escaparía allí huyendo de esta "vida domesticada que la aburrida civilización me ofrece". Si a eso le añades un harem privado de 40 mujeres, uhmmm..., tuvo que ser una decisión muy dura :D
ResponderEliminarEn serio, gran artículo, para variar ;)
Gracias por el enlace en twitter y darte cuenta de que regreso de entre los (blogs) muertos.
Casi 4 años :-O
ResponderEliminarNo me había fijado. He de reconocer que cuando ha salido el post en mi lector de feed, me ha sorprendido un poco... No me sonaba el blog :-$, ahora lo entiendo ;-)
No habrás estado en alguna isla paradisíaca como los Clunies-Ross? ;-)
Muy buen regreso, David. Me ha gustado. Siempre es una buena noticia que un blog vuelva a la vida :-D
No creo que las rupias de los cocos de alrededor de 1854 fueran "simples fichas de plástico". La baquelita no se inventó hasta 1907...
ResponderEliminar¿Quizas discos de madera?
No he encontrado información sobre esa moneda mas que esta:
http://es.wikipedia.org/wiki/Rupia_cocana
Buena apreciación.
ResponderEliminarLa que aparece en la foto era de marfil(según se puede leer en el enlace a pie de foto), no de plástico.
Saludos!
Hola Cabovolo, hay muchos que ya echamos en falta nuevos artículos. Ánimo que hay muchos temas magníficos a la par que desconocidos por la mayoría.
ResponderEliminarSaludos
Estamos en ello, Bogorchu.
ResponderEliminarTengo uno casi listo para esta semana o la próxima.
Llevas razón, ha pasado demasiado tiempo desde el último. Al primero que me sabe mal es a mí :-$, pero es que entre unas cosas y otras.
No es una falta de temas, sino de tiempo e inspiración :-( En cualquier caso, cualquier tema o sugerencia, siempre es bienvenida.
Saludos y bienvenido!
Gran artículo. Saludos.
ResponderEliminarMuchas gracias, Mikkel!
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