jueves, 10 de noviembre de 2011

Rhyolite, la ciudad que tenía que convertirse en la Chicago de Nevada, pero acabó abandonada

En 1907, Rhyolite contaba con luz eléctrica, agua potable y teléfono, varios periódicos locales, un hospital, una pequeña ópera y su propia bolsa de valores. Todo esto en una ciudad de poco más de 5.000 habitantes, pero que florecía gracias a las minas de oro de sus alrededores. Dos años antes, era sólo un trozo de desierto, pero en aquel momento su futuro se antojaba prometedor.

Panorámica de Rhyolite en 1908 | www.rhyolitenevada.com

El 9 de agosto de 1904, dos buscadores de oro llamados Ed Cross y Frank “Shorty” Harris  encontraron una roca del mismo color y tamaño que una rana toro con trozos de un metal dorado incrustados. El metal era oro y la rana toro (bullfrog en inglés) acabaría dando nombre a aquella montaña y a todo el distrito.

Rápidamente, Cross y “Shorty” delimitaron con estacas la que se convertiría en su concesión, tal como exigía la Ley de la Minería Americana del 1872, una ley que permitía a cualquiera que encontrara oro, plata, cobre u otro yacimiento de valor en terreno público reclamar la concesión de los derechos mineros de una parcela de cómo máximo 457 metros de ancho por 183 de largo alrededor de la zona del hallazgo a cambio de entre 2.5 y 5 dólares por acre.

Lo siguiente fue llevar las muestras a examinar a la ciudad de Goldfield, situada a más de 100 kilómetros al norte, para poder registrar su concesión. De la roca que tenía forma de rana se podrían obtener unos 665 dólares de oro por tonelada, pero de otras que llevaron se podría sacar mucho más, hasta unos 3.000 dólares (el equivalente a unos 70.000 actuales). No había duda, la mena presentaba una alta concentración en oro.

Shorty Harris en el Death Valley, con él empezó todo | US National Park Service

La noticia del hallazgo corrió como la pólvora y no tardó en llegar hasta la vecina Tonopah. Había comenzado la fiebre del oro de Bullfrog. Mineros y especuladores acudieron rápidamente de todo el país y, en poco tiempo, 2.000 concesiones mineras se repartían todo el terreno en 30 millas a la redonda. Los mineros se asentaban en campo abierto, unos con sus tiendas, otros con poco más que un carro y otros dormían al raso. Tampoco se necesitaba mucho para montar un bar, un tablón sobre un par de bidones bastaban para montar barra sobre la que servir whisky.

Día a día, Ed Cross y “Shorty” veían como surgía una pequeña ciudad alrededor de su concesión que, en apenas dos semanas, ya contaba con 1.200 habitantes. La ciudad sería bautizada como Rhyolite, el nombre en inglés de la riolita, una roca ígnea que abundaba en zona. Aunque en el distrito de Bullfrog, el de Rhyolite no era el único campamento minero que se convertía en ciudad. A unas cuantas millas, surgía Gold Center y, también cerca, el antiguo rancho del viejo Montillus Murray Beatty se convertía en toda una ciudad.

Shorty” no esperaría demasiado para vender su parte de la concesión. Lo hizo por 25.000 dólares (según otras versiones de la historia, fue por tan sólo 1.000), después de seis días de juerga, que culminaron con una monumental borrachera. Una cantidad que al día después, sereno, no le convenció, pero poco pudo hacer por cambiar, su firma y la de 7 testigos estaban estampadas en un documento sellado por un notario. Cross, por el contrario, vendió su parte sin estar bajo la influencia del alcohol, por lo que no es de extrañar que la vendiera por cinco veces más que su socio.

La mina Montgomery-Shoshone | Wikipedia
 
Cross cogió el dinero y se marchó al condado de San Diego, donde compró un rancho, se casó y llevó una vida acomodada. Shorty, por el contrario, prefirió celebrar su venta por todo lo alto en los salones de la ciudad con mujeres y alcohol. Según él mismo reconoció, de no ser por la aparición de un antiguo amigo que le hizo ver el mal camino que llevaba, se hubiera dilapidado todo el dinero en unas pocas semanas. Paró a tiempo y pudo conservar unos 8.000 dólares.

Mientras, Rhyolite seguía creciendo, aunque el hallazgo “más grande hecho en el desiertoestaba aún por llegar. El honor recaería en Bob Montgomery, un minero que había sido uno de los primeros en llegar a Rhyolite al comienzo de la fiebre del oro, pero que no había tenido demasiada suerte. Sin embargo, todo cambiaría un día de noviembre de 1904, cuando “Hungry Johny”, un indio shoshón que trabajaba para él, descubrió oro en una de sus concesiones. Las primeras muestras de mineral presentaban una concentración de oro excepcional, unos 16.000 dólares (390.000 actuales) por tonelada de mena. “Hungry Johny” había descubierto una mina “más rica que las del Rey Salomón, aseguraban algunos, que calculaban que se podrían extraer millones de dólares en oro y plata, la mina más rentable del distrito.

La Montgomery-Shoshone, como sería conocida la mina, se convirtió en toda una sensación a nivel nacional. El distrito de Bullfrog pasó a ser conocido en todo el país y Rhyolite, el asentamiento más próximo a la mina, se convirtió en su capital. La palabra “bullfrog” pasó a ser sinónimo de oro y más de 200 compañías mineras del distrito la incluían en su nombre. La mayoría de ellas vendían sus acciones por correo a través de dudosas agencias de inversión de todo el país que describían el distrito como “el mayor descubrimiento de oro de los tiempos modernos” y llegaban a asegurar, en algunos casos, beneficios de hasta el 800% en tan sólo 4 meses.

Como resultado de este boom, el crecimiento Rhyolite no cesaba y en junio de 1905, casi un año después de que Cross y Shorty encontraran oro, la ciudad ya contaba con una población de 2.500 personas que se divertía en sus 50 salones con sus 35 mesas de apuestas, comían en sus 16 restaurantes y podían leer su semanario local. Varias canalizaciones proveían de agua potable a la ciudad, que desde hacía un tiempo ya no tenía que pagar 5 dólares por los barriles de agua con regusto a whisky que antes se traía a lomos de burros.

Charles Michael Schwab en 1901 | Wikipedia

Se organizaban torneos de beisbol, de tenis, alguna carrera de caballo, los domingos se exhibían películas y los espectáculos de variedades eran habituales en la Arcade Opera House. Cuatro diligencias cubrían el trayecto entre Rhyolite y Goldfield en 2 días por 18 dólares, y para aquellos que se lo podían permitir existían varias líneas de automóviles que empleaban White Steamers de vapor y Pope-Toledos de gasolina, que por 25 dólares hacían el mismo trayecto en tan sólo 5 horas, con la posibilidad de alagarlo hasta la estación de tren de Las Vegas.

Pero, el gran boom para Rhyolite se produciría cuando el magnate del acero Charles M. Schwab ofreció un millón y medio de dólares por el 51% de las acciones de la mina de Montgomery. Un precio muy alto, pero que parecía bastante razonable, si tal como a Montgomery le gustaba jactarse, se podían obtener unos 10.000 dólares diarios en oro de ella.

Las exigencias extras de la mujer de Montgomery, que quería un millón más para ella, y la denuncia de otros dos mineros que afirmaban que cuando “Hungry Johnny” encontró oro por primera vez en la mina estaba trabajando para ellos y no para Montgomery, alagaron el proceso de la venta, que no se cerraría hasta febrero de 1906. Montgomery recibió un millón de dólares en efectivo, mientras conservaba una quinta parte de sus acciones, que, de haberlas vendido al precio de mercado de ese momento, podrían haberle supuesto otro par de millones más. En total, entre unos 40 y 60 millones actuales.

Con el dinero de Schwab, la Shoshone Consolidated Mining Company, y de rebote Rhyolite, se situaron a otro nivel. La alta rentabilidad que parecía tener el yacimiento animó al magnate a llevar a cabo importantes inversiones. Una de ellas, la construcción de un ramal en la línea de ferrocarril que se estaba construyendo entre Las Vegas y Tonopah desde Rhyolite hasta su mina para facilitar el transporte la maquinaría pesada que necesitaba para la construcción de la planta de procesado de mineral y que después usaría para el transporte de la mena.

Plano de Rhyolite en 1908 | Department of the Interior General Land Office (PDF

El 14 de diciembre, la línea entró en funcionamiento y Rhyolite quedó conectada por tren con la ciudad de Las Vegas, situada a más de 200km al sur. El edificio de la estación había costado más de 130.000 dólares de la época, el equivalente a unos 3 millones actuales. En menos de medio año, una nueva línea de ferrocarril llegaría a Rhyolite, la Bullfrog Goldfield, esta vez para unir la ciudad con el norte. Con el tiempo Rhyolite llegaría a contar con otra más y se declararía una guerra de precios entre ellas por hacerse con el transporte de la mena de mayor calidad hasta las fundiciones de Salt Lake City.

Al año siguiente, 1907, sólo dos años después de su fundación, Rhyolite, con entre 4.000 y 5.000 residentes, se convierte en la cuarta ciudad con más habitantes de Nevada. Además, la ciudad contaba con comodidades más propias de ciudades mucho mayores. Hasta ella llegaban varias líneas de telégrafo y teléfono, tenía su propio departamento de bomberos y policía, sus aceras eran de hormigón y contaba con una piscina pública, dos iglesias y dos escuelas. La ciudad incluso contaba con un barrio de “luces rojas” al que llegaban para buscarse la vida mujeres desde ciudades tan alejadas como San Francisco.

A otras ciudades mineras del distrito, sin embargo, no les iba tan bien. Gold Center o Bullfrog habían quedado abandonadas y una parte de sus ciudadanos se habían mudado a Rhyolite, a medida que los depósitos superficiales se agotaban y se descubría que a mayor profundidad tampoco había nada. De tanto en tanto, aparecía algún otro campamento minero a la sombra de algún nuevo descubrimiento de oro, pero todos acababan muriendo al mismo ritmo que el oro se acababa. Solo el campamento de Pioneer, surgido a la sombra de la mina Mayflower y que alcanzaría una población de 2.500 personas en 1908, parecía poder hacer competencia a Rhyolite.



La sede del John S. Cook and Co. Bank en 1908 y 2009 | Alfreda Holloway

Mientras, la actividad no cesaba en la mina Montgomery-Shoshone. En marzo de 1907 entró en funcionamiento el ramal de tren hasta ella y comenzó la construcción de unas gigantescas instalaciones para procesar más de 300 toneladas de mineral al día. En agosto ya estaba todo listo y en sólo unas semanas la electricidad llegó hasta la mina, unos meses antes lo había hecho hasta la ciudad. Otra vez, Schwab era el responsable.

El magnate del acero contrató a la Nevada-California Power Company para que tendiera una línea eléctrica de más de 160 kilómetros desde Bishop Creek, en California, hasta la ciudad minera para dar servicio a su mina. De rebote, se beneficiaron Rhyolite y las demás minas de la ciudad y del distrito, que hasta entonces habían usado generadores eléctricos de gasolina. Schwab también había hecho traer agua hasta su mina gracias a la compra por unos 150.000 dólares de una canalización de 20 kilómetros desde Gross Springs.

Durante el 1907 llegaría a la Rhyolite otro de los grandes culpables de su burbuja, el “doctor” William S. Phillips. Como Schwab estaba muy ocupado con su negocio minero, cedió los derechos de promoción urbanística de la ciudad a Philips, que pretendía convertir Rhyolite en la “Chicago del Oeste”. Según aseguraba, pretendía invertir 100.000 dólares en la construcción de un gran hotel, además de construir un hospital, un ayuntamiento, cosas más propias de una gran ciudad que de una del tamaño de Rhyolite, pero el futuro de la ciudad continuaba siendo más que prometedor.

Lamentablemente, estos edificios no llegaron a existir más allá de en los cárteles que el “doctor” colocó en varios solares de la ciudad como gancho para vender el resto a precios inflados. Phillips consiguió grandes beneficios, pero pasado un tiempo desapareció con ellos dejando a deber una gran cantidad de dinero a la ciudad y al mismísimo Schwab. Un año después, acabaría siendo condenado a 3 años de cárcel en Los Angeles, por fraude postal, mientras se dedicaba a vender parcelas en la prometedora ciudad de Velma, situada en los ricos campos petrolíferos de Amargosa. Lugares, ambos, que sólo existían en sus folletos.

El edificio de la estación en 2006 | Wikipedia
 
Por su parte, Rhyolite apuraba sus últimos días de gloria a la sombra de la mina Montgomery-Shosone. En su recién creada bolsa de valores, cotizaban unas 74 compañías mineras de la región y operaban 125 brokers llegados desde Nueva York, Los Angeles y otras grandes ciudades. Aunque se trataba de una bolsa pequeña, sólo en su primer día de funcionamiento, el 25 de marzo de 1907, 60.000 acciones cambiaron de mano, y un total de 750.000 lo harían durante las dos semanas siguientes. Pero lo que se movía era papel y no dinero, puesto que la mayoría de las empresas que cotizaban todavía no habían producido ni tan siquiera un lingote de oro, aunque eso no evitaba que su cotización estuviera disparada.

Además de esta bolsa, Rhyolite contaba desde hace tiempo con, como mínimo, tres bancos. Uno de ellos era el John S. Cook and Co Bank, fundado en 1905, que había construido una lujosa sede en Golden Street con paredes de hormigón reforzado y un grosor de entre 66 y 91 centímetros. El edificio tenía zócalos de caoba hondureña y una escalinata de mármol traído desde Italia, desde donde se habían traído los vidrios tintados de sus ventanas. Con estos lujos, no es de extrañar que su construcción costara el equivalente a unos 2.200.000 dólares actuales. El edificio se abrió al público en enero de 1908, poco antes de que comenzara el declive de Rhyolite y de la que había sido su mina más rentable, la Montgomery-Shosone.

Aunque durante los primeros tres años la mina de Schwab había producido lingotes de oro por un valor equivalente a unos 24 millones de dólares actuales, algunos accionistas minoritarios de la compañía comenzaron a sospechar que la mina estaba sobrevalorada y no se creyeron las predicciones de uno de los directivos que aseguraba que en el subsuelo de ella aún quedaban otros 5 millones esperando ser extraídos. Para salir de dudas, los accionistas hicieron venir en febrero de 1908 a un reputado ingeniero de minas británico.

En aquel entonces, las acciones de la compañía cotizaban a 3 dólares, muy lejos de los 23 a los que lo habían llegado a hacer cuando Schwab se hizo con el control de ella. Las conclusiones de estudio del ingeniero se filtraron antes de hacerse públicas, haciendo que el valor de las acciones de la mina se hundiera bruscamente hasta los 75 centavos. El primer decepcionado fue el propio Schwab al comprobar que lo que había comprado como una mina con una mena con alta concentración en oro se limitaba sólo a unas cuantas capas superficiales de ella.

La mina, sin embargo, continuaba siendo rentable, aunque a partir de 1909 no se encontró más oro y la mena que se extraía era cada vez de peor calidad, con lo que la producción comenzó a bajar hasta que, al año siguiente, la mina entró en pérdidas, por lo que dejaría de funcionar el 14 de marzo de 1911. Para entonces, la acción, que ya cotizaba a tan sólo 10 centavos, bajó hasta los 4 y finalmente fue retirada del mercado.

Mina abandonada | www.rhyolitenevada.com

La mina había producido oro por un valor de 1.418.000 dólares, pero los accionistas no habían visto, ni verían, un solo centavo. Al poco de entrar en el accionariado, Schwab había vendido todas sus acciones a la propia empresa, a la que había prestado su propio dinero justamente para que pudiera comprárselas. De esta manera, Schwab se convirtió en el principal acreedor de la Shoshone Consolidated Mining Company con lo que seguía reteniendo el control de la compañía y además se aseguraba que cualquier beneficio que la empresa generara en el futuro iría en primer lugar a pagar su deuda, antes que a retribuir a accionistas o a saldar otras deudas menores. Oficialmente, sin embargo, el préstamo fue publicitado como una muestra de la gran fe que Schwab tenía en la mina.

Esta treta financiera, que Schwab había aprendido en otros negocios fallidos del pasado, le funcionó muy bien y todo el beneficio que la empresa generó fue a su bolsillo, incluido el de la venta de la maquinaría cuando se liquidó la compañía. El cierre de la mina suponía el fin para Rhyolite, aunque la decadencia del distrito había comenzado ya unos años antes. Algunos lo sitúan en 1906, coincidiendo con el terremoto de San Francisco.

La consecuencia más inmediata del terremoto fue la interrupción del servicio ferroviario entre el distrito y California, pero la más importante sería el parón inversor que llegaría después. A causa del terremoto, muchas compañías de la ciudad perdieron sus oficinas y con ellas sus archivos y contabilidad, con lo que la bolsa de la ciudad y muchos bancos tuvieron que permanecer cerrados durante un par de meses. El dinero de San Francisco dejó de llegar al distrito y, para cuando la ciudad recuperó la actividad, gran parte de ese dinero se desvió a la propia California.

Calle principal de Rhyolite en la actualidad. En primer plano el edificio HD & LD Porter del 1906 | emblems.esty.com

Rhyolite Mercantile, antiguo comercio | Robert Paul Young

El pánico financiero del año siguiente tampoco ayudó, pero la razón más importante del declive de Rhyolite fue una promesa incumplida. La ciudad había surgido a la sombra de sus minas, pero, a excepción de la Montgomery-Shoshone y alguna otra, la mayoría resultaron un auténtico fracaso en la que sólo algunos especuladores consiguieron hacer dinero. Muchas de ellas comenzaron a cerrar a medida que se agotaba la mena de mayor calidad y dejaban de ser rentables, fue entonces cuando Rhyolite comenzó a apagarse, se redujeron las inversiones y los mineros desempleados comenzaron a abandonar la ciudad en busca de un nuevo dorado.

El declive de Rhyolite fue tan rápido como lo había sido su auge. En 1910, sólo quedaban 611 residentes en la ciudad, todos sus bancos habían cerrado y el alumbrado público había dejado de funcionar. En junio de 1912 cerraría el último de sus periódicos. En noviembre de 1913, lo haría su oficina postal y en julio de 1914, la estación vio marchar el último tren. En 1918 la Bullfrog District Telephone Company cortó la línea al par o tres de abonados que le quedaban en Beatty y Rhyolite. Dos años antes, la Nevada-California Power Company había desmantelado su línea eléctrica y la ciudad se había quedado a oscuras.

Panorámica de las ruinas de Rhyolite | www.rhyolitenevada.com

En 1920, sólo quedaban 14 habitantes y, en 1924, sólo un anciano de 92 años de edad. La otrora boyante Rhyolite se convirtió en un almacén de materiales de construcción a buen precio para otras ciudades del distrito. De hecho, algunos edificios se trasladaron enteros hasta Beatty o Pioneer.

Hoy en día, la “Bottle House”  es de lo poco que queda en la ciudad. Una curiosa casa construida en febrero de 1906 con 50.000 botellas de cerveza y licores por un minero llamado Tom T. Kelly que la Paramount restauró en 1925 para filmar una película muda. La casa volvería en otra película en 1964 y en 2004 en “La Isla”, con Ewan McGregor y Scarlett Johansson.

Enlace permanente a Rhyolite, la ciudad que tenía que convertirse en la Chicago de Nevada, pero acabó abandonada 

+posts:
- Levantando Chicago del barro
- El Tesoro de Beale, 30 millones por una clave
- Centralia, el pueblo que quema bajo los pies
- La burbuja de las carreteras de madera
- Salton Sea, un mar creado por accidente 
 - Ferdinandea, la isla que vino y se fue

+info:
- Rhyolite, Nevada in en.wikipedia.org
- Death Valley and the Amargosa: A Land of Illusion by Richar E. Lingenfelter in Google books
- Rhyolite Ghost Town in National Park Service
- Rhyolite Nevada and the Bullfrog Mining District by Alfreda Holloway
- Beatty, Nevada History by Beatty Museum & Historical Society in Beatty

15 comentarios:

  1. Gran entrada, como siempre impecable y atractiva redacción por tu parte!

    ResponderEliminar
  2. Muchas gracias, Maracure!

    Hacemos lo que podemos y comentarios como el tuyo animan a seguir haciéndolo ;-)

    Encantado que te hay gustado!

    ResponderEliminar
  3. La verdad es que ya en la primera fotografía tiene un aire de artificial que no presagia nada bueno. Claro que es más fácil hablar a toro pasado y tal vez hubiese dicho lo mismo de Las Vegas. :D

    ResponderEliminar
  4. Magnífico artículo, y muy bien documentado (que es lo que tiene currelo).

    ResponderEliminar
  5. Saturnino, cierto que no parecía el mejor lugar para vivir, aunque sí que pareció, durante un tiempo, uno de los mejores para hacerse rico :-D

    Aunque coincido en que sí que tenía una aire efímero.

    Muchas gracias, Xabier. Un placer que te haya gustado :-D

    ResponderEliminar
  6. Otro gran artículo. Es curioso lo que se llega a hacer por "Don Dinero" para dejarlo perder en el momento en que ya no hay nada que rascar.

    Saludos
    Tripiyon

    ResponderEliminar
  7. Muchas gracias, Tripiyon!

    Los billetes llegaron tan rápido como se fueron, desde luego!

    ResponderEliminar
  8. Otro gran articulo amigo Bovolo.
    Y lo de jugar con papel (y no oro) en bolsa me recuerda a que es lo mismo que se ha hecho hace algunos años y que nos han llevado a esta crisis y recesión mundial.

    ResponderEliminar
  9. ¡Qué poco han cambiado las cosas en ciertos aspectos!

    Un nombre, fama y esperanzas. De ahí salen especuladores a hacer su agosto.

    Excelente entrada, Bovolo. Me ha encantado. Una fiel historia de la llamada Fiebre del Oro. Como siempre muy amena y bien documentada...

    ResponderEliminar
  10. Lorenzo, Krollian, gracias!

    La verdad que algunos aspectos de la historia parecen muy actuales. De estas fiebres del oro que tenemos ahora, pero sin ni tan siquiera oro :-(

    También me interesó mucho el comportamiento de los buscadores de oro: Shorty, Harris, Montgomery y demás. La sensación que tuvieron que tener cuando descubrieron el oro. Las prisas por registrarlo, por venderlo, por asegurarse su parte...

    Saludos!

    ResponderEliminar
  11. Estimado, leo siempre todas las entradas y por alguna razón u otra nunca comento.

    aprovecho ahora entonces para comentar sobre esta, pero también sobre todas las anteriores.

    Es realmente un placer leer cada una de las entradas. Es entretenido y educativo en su justa medida, ni muy corta ni muy extensa y con mezcla de fotos y texto que realmente hacen a cada texto una pequeña obra de arte.

    Gracias por existir y por permitir distraernos un poco en el trabajo y a su vez aprender siempre algo nuevo.

    Pd, hace un mes estuve en Beatty, (venia camino desde Las Vegas) cargué combustible, compré algunas cosas y segui de largo para cruzar el valle de la muerte. Si hubiera sabido de esta historia y este lugar, seguro hubiera ido hasta allí (son unos 10km como mucho..). Otra vez será!

    SALUDOS

    ResponderEliminar
  12. Muchas gracias por tu comentario, Emiliano, y bievenido!

    Es un placer comprobar que a otros les gustan las mismas historias que a mi me encantan ;-) y, más aún, que guste la selección de fotos y textos que hacemos.

    Siento no haber publicado antes esta historia. Llevaba un tiempo preparandola, pero con las vacaciones no medió tiempo a acabarla y luego con el entusiasmo de Nemrut Dagi :-D

    Me hubiera encantado que hubieras podido pasar por lo poco que queda de Rhyolite, un testimonio de primera mano, seguro que muy interesante ;-)

    Si te pilla cerca, ya tienes excusa para volver.

    Un abrazo!

    ResponderEliminar
  13. En plena promoción de nuestro tercer disquito es complicado sacar tiempo para nada, pero hoy me quedo a tomar un cafelito en tu rinconcito. Besos y mordiscos.

    ResponderEliminar
  14. Un placer que tomes un café con nosotros ;-), Miguel, pero me tienes que contar más detalles de eso del "tercer disquito".

    Saludos y suerte con él!

    ResponderEliminar