martes, 26 de enero de 2010

El fotógrafo que se quedó tirado en medio de la nada en Alaska

En marzo de 1981, una avioneta dejó a Carl McCunn en un valle cualquiera en medio de la nada en Alaska. Cargado con 500 carretes, se disponía pasar el verano fotografiando la tundra y sus animales, totalmente sólo, hasta que lo vinieran a recoger. Sin embargo, cuando el frío llegó y el avión no aparecía, comenzó a dudar de si realmente había dejado claro que tenían que volver por él.

Una avioneta aterrizando en algún lugar de Alaska. Foto original Palojono

McCunn era un fotógrafo de naturaleza nacido en 1946 en la República Federal Alemana mientras su padre servía en el Ejército de los Estados Unidos, aunque creció en San Antonio (Texas). Con 20 años se graduó y se alistó en la Marina, donde sirvió durante 4 años. Cuando lo dejó, durante un breve período de tiempo, vivió en Seattle. Allí trabajó durante un tiempo en el ferry que hacía el trayecto entre Alaska y el estado de Washington. Después lo dejó y fue cambiando de trabajos hasta que en 1970 se mudó a Anchorage (Alaska), donde se estableció.

Su vida parece que pasó sin mayores sobresaltos hasta 1981. Fue en marzo de ese año, cuando McCunn decidió pasar el verano fotografiando la belleza y los misterios de la tundra de Alaska. Para ello, contrató a un piloto para que le llevara hasta un remoto lago cerca del río Coleen, al sur de la cordillera Brooks. Llevaba consigo material fotográfico, unos 650 kilos de provisiones, dos rifles y una escopeta. Su intención era quedarse hasta mediados de agosto. Guisantes y arroz serían los elementos principales de su dieta. Era un entorno hostil, pero no era la primera vez que pasaba una temporada en él. En 1976, había pasado otros cinco meses totalmente sólo por la desolada cordillera Brooks.

Los primeros meses fueron buenos. McCunn llegó cuando el invierno se estaba acabando y escribía con fascinación en su diario sobre el retorno de las aves acuáticas. Aunque reconocía que “los humanos estamos tan lejos de nuestro modo de vida moderno en un sitio como este”.

Sin embargo, a comienzos de agosto, el tono del diario comenzó a cambiar. McCunn empezaba a mostrarse cada vez más preocupado a medida que los víveres comenzaban a escasear y las temperaturas a bajar. Mientras, el otoño llenaba el valle de tonos amarillos y ocres, y no paraba de llover. “Creo que debería haber preparado mi vuelta con más previsión. Pronto lo averiguaré. Se acaban los guisantes. Puede ser que no duren más de dos semanas. El arroz se acabó ayer”.

Un valle en la cordillera Brooks. Foto original backpackphotography

McCunn comenzó a complementar su dieta con pescado y carne de pato. “No puedo olvidarme de los cartuchos que tiré hace un par de meses. Tenía cinco cajas y cada vez que las veía me sentía tan ridículo de haber traído tantas. Así que las tiré todas… al lago… menos una docena… realmente inteligente. ¿Quién iba a pensar que las iba a necesitar para evitar morirme de hambre?

A mediados de agosto, McCunn comenzó a dedicar la mayor parte del tiempo a buscar comida. Sin rastro del avión, la angustia de McCunn crecía. “Por favor, no me dejéis aquí. No vine aquí para esto”. Según parece, en otra de sus estancias en la naturaleza, McCunn también había regresado más tarde de lo esperado, en esa ocasión su padre avisó a la policía, que comenzó a buscarlo. A su regreso McCunn pidió a su padre que no lo volviera hacer. Sin embargo, esta vez fueron sus amigos los que al comenzar a preocuparse pidieron a los “troopers” de Alaska (la policía del estado) que fueran a echar un vistazo para ver cómo estaba el fotógrafo.

Así lo hicieron. El “trooper” David Hamilton sobrevoló el campamento de McCunn. La primera vez, lo vio ondeando una bolsa roja. A la segunda pasada, lo vio saludando de manera desenfadada. Cuando pasó la tercera vez, McCunn se dio la vuelta y caminó hacia la tienda. Hamilton asumió que no pasaba nada.

Sin embargo, lo que McCunn escribió en su diario era muy diferente. McCunn explicaba lo eufórico que estaba cuando avistó la avioneta. Aunque el mismo se dio cuenta que había enviado la señal equivocada al piloto. Que sus gestos se podían interpretar erróneamente. “Recuerdo haber saludado con mi mano derecha y alzar el puño moviéndolo cuando el avión pasó por segunda vez. Era un especie de hurra, como cuando tu equipo anota un tanto”. Se dio cuenta que la señal era similar a la de “todo está bien… ¡no esperes! Probablemente han pensado que era sólo un tipo raro. ¡Dios, no puedo creerlo!”.


Dos paisajes muy parecidos cerca de la cordillera Brooks, pero en dos épocas del año muy diferentes. Fotos originales de palojono 1 2

En octubre la situación comenzaba a ser crítica, McCunn tenía que espabilarse para evitar que los lobos y zorros le robaran los conejos que quedaban atrapados en sus trampas. “Ha sido un día terrible. Las manos cada día están más congeladas. Me queda sólo una ración de guisantes. Sinceramente, empiezo a preocuparme por mi propia vida. Pero no me rendiré”.

Para noviembre, se le acabó la comida. Sólo le quedaban unas especias. “Me siento muy depre. Aunque no estoy acabado del todo, ando muy cerca”. También anotó que estaba considerando la opción de intentar llegar hasta Fort Yukon caminando, unos 120 kilómetros de distancia. Escribe una carta a su padre, diciéndole como revelar sus carretes. Atrapa una ardilla “pero parece sólo una broma, incluso hasta cuando te comes los huesos”.

A finales de noviembre, McCunn empezaba a tener mareos. “Me siento miserable. Los últimos tres días me he despertado con escalofríos. No puedo soportarlo mucho más. No puedo evitar pensar en la bala”. Usó el poco fuel que le quedaba para avivar el fuego por última vez. “Cuando las cenizas se enfríen, me enfriaré con ellas”.

Dios del Cielo amado, por favor, perdóname, mi debilidad y mis pecados. Por favor, cuida de mi familia”. Añadió una nota separada para pedir que sus cosas le fueran devueltas a su padre. Y daba instrucciones al que lo encontrara para que se quedara con su rifle y su escopeta. Esa era su voluntad. Firmaba con su nombre y adjuntaba su carnet de conducir de Alaska. “El de la identificación soy yo, por supuesto”. Con estas palabras, acababa el diario y la vida de Carl McCunn, ocho meses y medio después de haberse bajado del avión. “Dicen que no duele” y se pegó un tiro en la cabeza.

Murió con 35 años, en medio de la nada, junto a un lago sin nombre en un valle sin nombre. Según la descripción de su padre, era un joven extrovertido, de 1.80 metros de altura, unos 100 kilogramos de peso y de pelo rojizo, rubio.


Un lago cualquiera en verano, otro lago en invierno. Originales: nevado backpackphotography , florido ifilmalaska

Los “troopers” de Alaska encontraron su campamento el 2 de febrero del año siguiente. Cuando cortaron el material congelado de su tienda, encontraron su cuerpo en una cama que se había hecho el mismo. Junto a él, su diario, unas 100 hojas sueltas que comenzaban en letras mayúsculas claras con el maravilloso regreso de la vida al valle y que, poco a poco, se convirtió en una cruda crónica de esperanzas pérdidas, miedo y desesperación.

El juez de instrucción, después de examinar el diario y teniendo en cuenta el testimonio de sus amigos, concluyó que McCunn no acabó de concretar los detalles para su recogida. Fue un error. Como también lo fue deshacerse de los cartuchos de forma prematura, quedarse en la zona hasta tan entrado el frío o hacer señales confusas e incorrectas al avión. El juez dictaminó que su muerte había sido un suicidio.

PS(i): No he podido encontrar ninguna foto de Carl McCunn, sólo una muy mala en el The Times – News, vía Google news.
PS(ii): eLzO
me pasa vía twitter otra versión de la misma foto, pero mejor escaneada ;-) En este caso, del The Free Lance - Star. Gracias!

Enlace permanente a El fotógrafo que se quedó tirado en medio de la nada en Alaska

+posts:
- El misterio de las islas Flannan
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- El misterio de los barcos fantasmas en aguas de Australia
- De cómo la ciudad Rey Don Felipe se convirtió en Puerto del Hambre

+info:
- Carl McCunn in en.wikipedia.org
- Left in Wilds, Man Penned Dying Record in TheNewYorkTimes
- Abandoned alone in Bush, man leaves diary of despair in Anchorage Daily News (google archive news)

47 comentarios:

Alberto dijo...

Un verdadero díario de descenso a las profundidades del psique humano. El ejemplo de este estadounidense nos demuestra que el ser humano, aunque sea una frase muy manida, necesita a la sociedad para vivir.

Un saludo Cabovolo

Facu dijo...

Gran artículo, y que manera triste de morir, principalmente por el hecho de su error y de que no supo hacerse entender al avión.

Ramon Ramos dijo...

Con todos mis respetos, pero este hombre era un auténtico desastre. Hizo mal todo lo que pudo y más. Y como primera regla fundamental: nunca ir solo a hacer el cabra. RIP

Jeshua_Morbus dijo...

En los asuntos que impliquen supervivencia hay que tener una cosa muy clara desde el mismo principio: Si tienes el lujo de poder predecir lo que va a ocurrir y de organizar todo para evitarte problemas, HAZLO.

Por lo que he leído en el artículo, queda claro que su actitud no es la que debiera haber adoptado (por ejemplo, que a la vista de que no lo recogían, debería haber marchado antes de que el clima hubiera empeorado en serio con las provisiones que tuviera y las que pudiera haberse agenciado). En comparación con el superviviente definitivo (no, ese payaso de Bear Grills no; éste: http://axxon.com.ar/zap/254/c-Zapping0254.htm), cometió demasiados errores una vez se vio atrapado... aunque imagino que no tuvo la suerte de tener un entrenamiento realmente serio en estas lides.

Interesante historia y triste desenlace, por desgracia...

Carlos OC dijo...

Definitivamente un manual de como NO hacer las cosas.
Una pena de historia, pero joder, se lo tenía merecido. El juez tendría que haber matizado: Suicidio por imprudencia, negligencia, vanidad y poco sentido comun.

Sus dos cojones por pegarse un tiro.

Bovolo dijo...

Alberto, la angustia debió de ser terrible, tan terrible como para acabar pegándose un tiro. Yo creo que sin sociedad se puede vivir, aunque una vida muy diferente a la del "hombre moderno". Pero desde luego que hay que ir mejor preparado que el pobre Carl :-(

Facu, Ramon, si no fuera tan trágica, resultaría casi cómica. Realmente, peor no podía haberlo hecho. Aunque a mí me extraña un poco la actitud de familiares y amigos, que no se volvieran a preocupar...

Un saludo majetes!

Anónimo dijo...

Se confirma una vez más que una tragedia de semejante calibre sólo suele llegar tras la concatenación de numerosos errores, que a la larga resultan ser fatales. Es sólo a comienzos de Agosto cuando empieza a preocuparse porque sólamente le quedan víveres para dos semanas y ya empiezan a bajar las temperaturas en la zona, y aún así el tipo decide quedarse esperando un posible rescate en vez de dirigirse a Fort Yukon, a 120 kms de distancia, aprovechando aún el buen tiempo y que posee alimentos suficientes para el camino. Diría que es algo que habla de su carácter. A mediados de Agosto se queda sin comida, es decir, aproximadamente justo a los cinco meses que decía que estaría allí solo. McCunn no había previsto alimentos para poder quedarse más tiempo en el lugar y por lo que parece no le había dicho a nadie ya no sólo que le recogieran en esa fecha, sino acerca de tal circunstancia. De nuevo habla mucho de su carácter. Por suerte sus amigos mandan un avión de la policía, y aunque ya no le quedaba comida y parece que ya estaba bastante angustiado, McCunn no sólo no se ha molestado en hacer ningún signo de socorro en el suelo que sea visible por un avión que pase por la zona, sino que se produce el absurdo, incongruentente y surrealista episodio en el que el avión pasa tres veces y no agita sus brazos para pedir socorro. Él se guisó sólo el desastre y al final fue él quien se lo comió. Aún así, me sorprende que a partir de entonces, en los casi cuatro meses siguientes y con las duras condiciones metereologicas que se dan en Alaska durante el otoño y el invierno, nadie - ya sea el padre, los amigos o la propia Policía del Estado, se parase a pensar por un momento que el chalado del McCunn no debería estar pasándolas muy bien y enviasen de nuevo un avión. Y el asunto de los cartuchos, que tira al lago en su mayor parte porque "tenía cinco cajas y cada vez que las veía me sentía tan ridículo de haber traído tantas"... Y esto una persona que está sola en medio de Alaska a dos meses de quedarse sin provisiones. De nuevo habla mucho de su carácter y sin conocer el caso a fondo, diría que de un posible desorden de personalidad. Una persona vital y optimista hubiera buscado una solución a sus problemas y es casi seguro que hubiera sobrevivido de la situación aquí relatada. McCunn parece que cayó en la apatía y el pesimismo. Se quedó esperando que le ayudaran, hundiéndose en una espiral de depresión porque el rescate no llegaba y al final pensando que como única salida le quedaba el suicidio. Claramente la historia de un perdedor desde el comienzo.

Bovolo dijo...

Vaya una historia, Jeshua. Encima mira que acusarle de traición... de haber vendido el avión a los rusos.

Aunque en su historia había una explicación para la actitud de Carl: "uno siempre debe quedarse en el lugar del siniestro".

Orayo, desde luego, que lo hizo todo falta, pero, como tú dices, pues una pena. A mi al conocer la historia, me entristeció un poquito.

Un abrazo, monstruos!

Bovolo dijo...

Lo de tirar los cartuchos, me pareció, casi de todo, lo más sin sentido. Lo de no dejar claro que vinieran a buscarlo, podría pasar por un descuido o un malentendido. Pero no se entiende que daño le hacían los cartuchos.

A mí también me sorprende que en todo ese tiempo, hasta que encuentran el cadáver, no enviaran a nadie. Podría ser que las temperaturas o la climatología lo impidieran. Pero no se entiende.

Me gustaría poder leer el diario y poder entender un poco mejor todo. Aunque también puede resultar un poco fuerte.

Un saludo!

Anónimo dijo...

Es más, si te vas a ir solo durante tanto tiempo a un lugar tan desolado y alejado de la civilización, cosa nada recomendable como muy bien dice Ramón Ramos, llévate una emisora de onda corta o al menos acuerda que un avión sobrevuele cada ciertos días el lugar a una hora acordada, porque como te pase algo: un accidente que te fracture una pierna con sus complicaciones por infección y gangrena si no se trata en un hospital, una enfermedad de gravedad como podría ser una apendicitis, y así un largo etcétera de imponderables, estás solo y bien muerto.

Bovolo dijo...

Desde luego, que cualquier imprevisto, sin ser muy grave, podría haber resultado fatal, aunque hubiera dejado bien cerrada la recogida.

Un saludo!

padawan dijo...

A mí lo que me choca es que no se marchara de ahí cuando vio que el avión no volvía a por él... ¿por qué quedarse ahí esperando a la muerte?

Bovolo dijo...

Padawan, es extraño, como muchas otras partes de esta historia.

Supongo que no perdía la esperanza de que volviera el avión y pensó que si lo hacía, era el lugar en el que resultaba más fácil que lo encontraran.

A priori, parece que caminar hasta Yukon hubiera sido la mejor opción. Tal vez, no conocía el camino... o el camino era difícil.

La verdad que he intentado buscar más información, pero no hay mucho más.

Un saludo!

Alexandre dijo...

Cruzar 120 kilómetros de tundra, en la que desorientarse es fácil, el clima muy adverso, la comida escassisima, la amenaza animal cierta y transportar una tienda no parece una opción cómoda para llevar una marcha rápida, está pronto dicho.

Por oto lado, lo que angustia de esta historia es que al principio uno piensa que acabará con un rescate in extremis, pero el desenlace es fatal.

Bovolo dijo...

Alexandre, más o menos es lo que he pensado, escrito, en el anterior comentario.

Depende del conocimiento de la zona de Carl, el camino podía ser bastante difícil y acabar más perdido aún.

Supongo que a medida que dejaba pasar el tiempo y hacía más frío, la opción Yukon era cada vez más dura y difícil.

Tal vez, si hubiera salido antes.

Alexandre, demasiadas películas has visto tú, jajaja!

Salut, company! Y descanse en paz el pobre Carl.

NAVEGANTE dijo...

Si no le han dado ya un premio Darwin están tardando...

Jeshua_Morbus dijo...

@Alexandre: Lo del peso de los suministros no es un problema real: Los soldados de la segunda guerra mundial llevaban unos cuarenta kilos de mochila y tenían que pelear, disparar y correr con ellas (o cubrirse con ellas a falta de otra cosa XD). Podría haber realizado, en base, un viaje a pie a cosa así de treinta kilómetros por día a poco que se orientara bien (aunque, suponemos, ni eso sabía hacer bien ^_^U). la tundra sigue siendo un ambiente soportable siempre y cuando hagas el viaje justo a tiempo (cosa que el chaval no hizo) antes de que se ponga a llover en serio (el barro es un incordio) o, peor aún, a nevar y helar. La amenaza animal se puede evitar con varias cautelas (los lobos no son muy activos: prefieren agotar a la presa antes y no se suelen acercar al fuego (eso tengo entendido) y los osos no cazan seres humanos por naturaleza (aparte de que, en otoño ya deben estar bastante inactivos (de hecho, serían tremendamente más peligrosos durante el verano)).

Lo que pretendo decir es que el viaje es factible y que podría haberse realizado a poco que el chaval hubiera tenido iniciativa (no, pegarse un tiro no es tener iniciativa en absoluto -. -) pero, por lo visto, la apatía es el peor enemigo del ser humano en esas situaciones.

Bovolo dijo...

Bienvenido, Juano.

Algo había visto por ahí, pero me parece que no. En cualquier caso, bastante pasó el hombre.

Saludos!

Javier dijo...

Un final trágico para lo que comenzó siendo una aventura apasionante. Sólo me queda la duda de las señales a la avioneta... difícil de interpretar la desesperación por la euforia.
Gran post.

Bovolo dijo...

Muchas gracias, Javier!

Yo tampoco me lo acababa de imaginar mientras lo leía, pero es lo que McCunn anotó en su diario, totalmente convencido, o atormentado.

En cualquier caso, al piloto tampoco le pareció que pidiera ayuda...

Otra de mis dudas es sobre lo que se haría con los carretes y el diario.

Un abrazo!

Fresh Coco dijo...

qué escalofriante...

Anónimo dijo...

Gran artículo.
No conocía la historia y me ha impactado mucho.

Un saludo
M

Carlos Ruiz dijo...

Esta historia también se cuenta en el libro Hacia Tierras Salvajes ("Into the wild"), de la que Sean Penn sacó una película hace dos-tres años.

El libro trata sobre un caso similar de un chico llamado Christopher McCandless que estuvo dos años viajando alrededor de EEUU sin contactar con ningún familiar, y terminó muriendo en Alaska con una consecución de errores. También repasa algunos casos similares (entre ellos éste) o el del mismo escritor.

Anónimo dijo...

Recordemos, que el hombre tenía formación militar. Da igual que fuera en la marina, algo de orientación, elaborar señales de socorro y supervivencia le deberían de haber enseñado... Para mí, una historia triste, llena de errores, por alguién que ya tenía experiencia en lugares remotos por tiempos prolongados.

Bovolo dijo...

Skating, anónima M, a mí también me impactó. Es una historia curiosa, pero triste. Pobre tío!

Carlos Ruiz, si se parece bastante. Buscando información sobre McCunn descubrí ese otro caso. Guardo la historia para otro día ;-)

Por cierto, has visto la película? Yo voy a ver si lo hago.

Anónimo, a priori, no es osado pensar que tenía algún tipo de experiencia en ambientes similares.

Por un lado, había estado otra vez y, por otro, hasta el día final, no lo hizo del todo mal supongo. Cualquiera no es capaz de pasar todo ese tiempo que el pasó sólo en un valle de Alaska, incluso en "verano".

Si bien, no es lo mismo estar acampado que hacer un camino de 120km, orientándote y demás.

Aunque supongo que no lo explicará, porque no he encontrado ninguna noticia por internet que lo cite, me gustaría leer su diario y ver si allí explica cuales fueron sus motivos para quedarse allí. Aunque creo que deben ser similares a los citado en otros comentarios.

Saludos!

Anónimo dijo...

Este hombre o era un pusilánime o se dejó morir. O era un auténtico gilipollas. 120 kilómetros por valles se hacen con la punta del nabo, diciéndolo feamente. Tenía reservas, munición, ropa de abrigo. ¿Y cómo es posible que no llevase una radio?

Comparar con http://es.wikipedia.org/wiki/Vuelo_Fuerza_A%C3%A9rea_Uruguaya_571 resulta insultante. Personas sin ninguna experiencia en supervivencia estrellan su avión en los Andes. Heridos, sin comida ni ropa de abrigo, sin caza a la que recurrir, sobreviven tras 72 días sin alimento después de cruzar los Andes durante 10 días a -25º. Y salvan a sus amigos heridos.

La conclusión del juez es la acertada: suicidio.

Carlos OC dijo...

Bovolo, conozco la historia de McCandless. Lei el libro y vi posteriormente la pelicula. Creo que la película condensa bastante bien la consecucion de errores que le llevaron a su fatal desenlace aunque no es capaz de introducirnos en la personalidad del chico. El libro tiene muchos episodios previos a su viaje al Yukon donde te vas introduciendo a su fuerte personalidad, su espiritu salvaje y su forma de ver la vida.
Desde luego el libro es mas recomendable, pero como el tiempo suele ser un factor limitante, la pelicula será un gran documento.

salu2

Carlos Ruiz dijo...

@cabovolo No, solamente he leído el libro.

Como dice Orayo, el libro es muy extenso en detalles previos, que tipo de persona era McCandless y que le ocurrió allí.

Anónimo dijo...

Triste historia...

Este pobre hombre esta claro que no era muy espabilado... y la seleccion natural hizo el resto.

Alexandre dijo...

Esta historia tiene un relativo parentesco con la de Timothy Treadwell, que tan admirablemente cuenta Werner Herzog en Grizzly Man (siempre las pelis, razón no te falta, Bovolo). Amés del fin igualmente trágico y del entorno de Alaska, la moraleja es parecida: la naturaleza salvaje se rige por unas reglas implacables que nosotros tratamos de humanizar pero que no responden a nuestros deseos de antropomorfizarlas.

Por otro lado, Jeshua, estoy de acuerdo en lo esencial: le faltó resolución o quedó atraido por un no tan raro hechizo autodestructivo que no era el primero en padecer en circunstancias tan extremas. Lo único en lo que no concordaría es en lo de los osos: a principios de otoño, cuando escasea la comida y se preparan para hibernar, se tornan agresivos y más vale evitarlos, porque los ataques a humanos estan muy ampliamente documentados.

Bovolo dijo...

Sí, es sorprendente que no llevara radio. Respecto a lo del suicidio, el juez sólo juzgo su último acto, cuando se pegó un tiro, no el resto de su tragedia.

Orayo, Carlos, pues me apunto lo de la película, que no ando sobrado de tiempo ;-)

Muy interesante el documental, Alexandre, me lo apunto también. La verdad que por lo que he leído las dos historias tienen bastantes cosas parecidas. En parte, los dos murieron por ser un poquito imprudentes. Aunque no por ello su muerte deja de ser una pena.

Un saludo a todos!

Anónimo dijo...

Hace tiempo vi un documental o película sobre un hombre que decidió marchar a Alaska a poner fin a su vida, después de darse cuenta de que no tenía nada en común con la sociedad en la que vivía.

En cierto modo, me ha recordado a esta historia, por el entorno y por el tortuoso final, aunque no en ambos casos fue premeditado.

Gran artículo.

Bovolo dijo...

Milhaud, el argumento, sin haber visto ni la una ni la otra, suena parecido a la de "Into the Wild".

Aunque supongo que sería otra película, ¿no?

Un saludo!

Pumuky dijo...

Como siempre,genial.

Veo que la entrada ha tenido un exito de comentarios del copón,cosa que francamente te mereces.

Un saludazo,GRANDE,eres la reostia.

Bovolo dijo...

Gracias, Pumuky!

Sí, parece que el tema ha gustado y está esto un poco más concurrido de lo habitual... Gran parte de la culpa la tiene el efecto menéame ;-)

Como se dice en catalán, "quants més serem, més riurem", osea "cuantos más seamos, más reiremos" ;-)

Un abrazo compañero! Y, como siempre, gracias por comentar!

Aarón dijo...

Mucha idea de supervivencia no tenía, ni de supervivencia ni de sentido común. Estoy de acuerdo con el comentario que habla de un problema psicológico latente. No es normal nada de lo que hace, quizá ya buscaba el suicidio cuando planificó el viaje, y este pudo ser una última oportunidad que se daba, por suponer que no quede !!

Bovolo dijo...

Aarón, mucho suponer es eso! jajaja! No lo corrobora el diario, desde luego.

Pero estoy de acuerdo que su manera de actuar no fue la más recomendable. Demasiada imprevisión o exceso de confianza. En cualquier caso, las pago caras, descanse en paz.

Un saludo y bienvenido!

Carlos dijo...

También imaginé un rescate de último momento.
Es que esperar a que se acabe la comida para pegarte un tiro, es demasiado cómodo.

Triste desenlace.
Excelente historia, gracias Bovolo!

qwerty dijo...

Tremenda história! Con todos mis respetos, muy listo no parecía el chaval. Realmente cuando haces algo así has de ir muy preparado y tener casi todos los imprevistos previstos.

Y es una lástima que no se pueda ver ninguna de las fotos que hizo allí, ¿tiró tambien los carretes al lago?

Bovolo dijo...

Gracias, Carlos.

Lamentablemente, la historia no acaba como la que publicaste tú de Aron Ralston (a los que no la hayáis leído os la recomiendo).

Cuando leí la tuya, yo ya tenía escrita está y me chocó el contraste entre ambas historias. Dos historias muy duras, pero con un desenlace totalmente distinto.

qwerty, no he podido averiguar nada de las fotos. Según dejó escrito en su diario, dejó instrucciones para su padre de como revelarlas. Pero, ya te digo, no he conseguido averiguar nada.

Del diario, tampoco. Aunque entiendo que quizás la familia haya preferido mantenerlo privado, pero las fotos, la obra póstuma de Carl, no creo.

A lo mejor, es todo más sencillo y, simplemente, no tuvieron gran repercusión y nadie las ha internet :-(

Saludos!

Anónimo dijo...

Lo peor es que era la segunda vez que le pasaba. Lo que me ha chocado es lo de que tenia un pueblo a 120 Km. Con una tienda de campaña, sacos de dormir, las trampas para conejos que he leido que llevaba y las pocas provisiones que le quedaran junto con las armas y algo de munición es una distancia totalmente asumible. En una semana habria llegado.

Karolainn dijo...

FUE COMO LA PELICULA "INTO THE WILD"... PERO CON OTRO PROPOSITO NO MÁS...

Bovolo dijo...

Pues sí, llevas toda la razón. Muy parecido a "Into the Wild". Aunque quizás en aquel caso fuera más voluntario que este.

La verdad que buscando info sobre McCunn dí con "Into the Wild" y la historia me pareció fantástica. Sin duda, merecedora de otro post.

Bienvenida, Karolainn, y un saludo para Chile!

xxx dijo...

Si quereis historias de las buenas os recomiendo:
http://montanismo.org.mx/articulos.php?id_sec=12&id_art=610


MANUAL DE SUPERVIVENCIA II

Relatos auténticos de supervivientes

Un libro muy interesante donde nos explian tanto las edificantes historias de personas normales que se las arreglaron bien como las aventuredos de fin de semana que practicaron formas variadas de suicidio (subir una montaña casi en traje de calle desde una estación, intentar atravesar el desierto en un citroen de los 50,,,).

Por cierto, hace muchos años vi una peli sobre unos escursionistas que se mataban intentando atravesar el sahara en un utilitario, sabíais cual fué ya que me recuerda el descabellado intento de un español al intentar hacer lo mismo en un seat panda allá en los 80.

Bovolo dijo...

Ahora le echaré un ojo, gracias por el enlace.

Desde luego que en la montaña hay que andar siempre con mucho cuidado, que si se complican las cosas...

Saludos!

Anónimo dijo...

Triste historia, pero apoyo lo del Premio Darwin...

Bovolo dijo...

Desde luego que es una historia poco afortunada, como la mayoría de esos premios, y triste, también como la mayoría de ellos :-(

Saludos