martes, 29 de septiembre de 2009

La minúscula carolingia, una letra para un imperio

A finales del siglo VIII, Carlomagno decide impulsar una recuperación de la antigua cultura clásica. Entre sus preocupaciones estaba la restauración y preservación de los textos clásicos. Fue en este entorno cuando apareció una nueva forma de caligrafía, la minúscula carolingia, que pretendía ser universal y legible. La influencia del nuevo tipo de escritura ha llegado hasta nuestros días, al influir en el trazado de muchas tipografías modernas.

Copista trabajando. Miniatura del 1472.

Fue a finales del siglo VIII y durante el siglo IX que dentro del Imperio Carolingio se produce un resurgimiento de la cultura clásica latina. Durante este período, que se conoce con el nombre de Renacimiento Carolingio, se produce un renacimiento intelectual y cultural que intenta recrear y preservar la cultura romana. Es un tiempo en el que el número de estudios en literatura, artes, jurisprudencia, liturgia aumenta.

Sin embargo, la escasez de personas capaces de leer y escribir durante el siglo VIII en Europa Occidental provocaba problemas a los gobernantes carolingios a lo que costaba encontrar escribas para su corte. Más preocupante, si cabe, para los carolingios era que no todos los sacerdotes de sus parroquias eran capaces de leer la Biblia. Además, el latín vulgar del Imperio Romano de Occidente había comenzado a divergir formando dialectos regionales, los precursores de las lenguas latinas de hoy en día. Estas diferencias geográficas empezaban a dificultar el entendimiento entre los eruditos de las diferentes partes de Europa.

Aunque Carlomagno no sabía escribir (trató de aprender durante su vejez, aunque sus esfuerzos dieron poco fruto) y no se puede asegurar que fuera capaz de leer, entendía el valor de la alfabetización y de una caligrafía uniforme para gobernar su imperio.

Para intentar solucionar estos problemas, Carlomagno ordenó la creación de escuelas. Uno de sus objetivos era atraer a su corte a los más importantes eruditos de la época, y lo consiguió. Entre otros, fueron pasando por ella Paulinus de Aquileia, Pedro de Pisa, Pablo el Diácono, Teodulfo de Orleans y Alcuino de York, que se convertiría en el brazo derecho de la política educativa del emperador.

Fragmento de la biblia escrito usando la minúscula merovingia (principios del siglo VIII). Original The Schoyen Collection.

Misal del siglo XI escrito usando la escritura beneventana sobre vitela. Original The Schoyen Collection.

Se comenzó por crear un currículum de estudios unificado para las nuevas escuelas. Alcuino de York, que estaba al mando de esta reforma educativa, lideró el esfuerzo de escribir los libros de texto, la creación de las listas de palabras y establecer el trivium (gramática, retórica y lógica) y el quadrivium (geometría, aritmética, astronomía y música) para la educación más básica.

Fue durante este período que el latín medieval llegó al punto culminante de su desarrollo como lengua literaria. Este latín mantenía las normas gramaticales del latín clásico, pero incorporaba nuevas palabras procedentes de otras lenguas. Este “nuevo” latín se convertiría en el idioma común entre la clase erudita y permitiría a los viajeros hacerse entender por toda Europa.

La otra gran contribución carolingia de la época fue su minúscula. Un nuevo tipo de caligrafía cuyo principal beneficio respecto al resto de escrituras de la época era su alta legibilidad. Pese a su preocupación por la legibilidad, no renunciaba a la estética. La belleza de la nueva minúscula residía en sus formas redondeadas y su apariencia armónica.

La mayoría de los monasterios de la época contaban con scriptoriums donde copiaban manuscritos. Su labor no se limitaba sólo a la copia de textos, también se intentaba corregir los errores que se podían haber introducido después de años de copias. Copiar no era fácil: la iluminación era pobre, las manos de los monjes estaban agarrotadas por el frio y tampoco existía un lenguaje erudito estándar.

Los textos se escribían en mayúsculas y en función de la zona se empleaba una caligrafía u otra. Por ejemplo, en Francia se seguía la merovingia; en Alemania, la germánica; en la España cristiana, la visigoda o la beneventana en el sur de Italia y Dalmacia. En los textos más antiguos, todas las letras estaban desconectadas unas de las otras y las palabras no estaban separadas entre sí. La separación entre palabras se iría adoptando en textos posteriores.

Alfabeto en escritura visigoda

La nueva minúscula carolingia era uniforme, de formas redondeadas y usaba tanto las mayúsculas como las minúsculas. El trazo de las letras era claro y se tendía a separar las palabras con espacios. Estos dos aspectos facilitaban enormemente su legibilidad. Además, la caligrafía carolingia tenía, por lo general, menos ligaduras (signos formados por la unión de dos o más que se suelen escribir separados) que otras caligrafías de su época, aunque usaba el ampersand, y las ligaduras ae , rt, st y ct. La letra D, a menudo, aparece en forma uncial (forma de escritura que sólo usa las mayúsculas), con un asta ascendente inclinada hacia la izquierda, pero la letra g es esencialmente igual que la moderna minúscula. También se evitaban las abreviaturas que dificultaban la lectura para los lectores poco experimentados.

Aunque son muchas las teorías sobre el origen de la minúscula carolingia, su origen preciso es desconocido. Unos defienden un origen romano (Liber Diurnus, escrito en Roma) o franco (Biblia de Mordanno, escrita en Corbie), mientras que otros creen no fue producto de un lugar o un centro en concreto sino que fue un resultado más del Renacimiento Carolingio. Es probable que su extensión ni siquiera formara parte de una campaña deliberada. Era muy habitual que los eruditos carolingios después de servir en palacio fuesen destinados a sedes episcopales o abadías lejanas. De esta manera, simplemente, al llevar consigo sus libros a sus nuevos destinos podrían haber contribuido a la adopción y extensión de la nueva caligrafía.

En cualquier caso, aunque el imperio carolingio contribuyera a su expansión, la invención de la minúscula carolingia no parece que fuera un hecho repentino, ya que desde hacía un tiempo la densa escritura merovingia o la germánica estaban siendo sometidas a un proceso de limpieza, convirtiéndolas en más simples y redondas.

Según los estudiosos, la minúscula carolingia podría haberse basado en la escritura semi-uncial romana y su versión cursiva nueva. La cursiva romana nueva, también llamada minúscula cursiva, era una caligrafía que apareció en torno al siglo III y permaneció en uso hasta finales del siglo VIII. Aunque hoy en día se identifica cursiva con todo tipo de letra inclinada, su origen está en la escritura apresurada a mano, “cursiva” proviene del latín “cursus” (“correr”, en castellano). Así la cursiva era la caligrafía que se obtenía con una mano que corre, muchas veces al no tener que levantar la pluma entre letra y letra.

La nueva minúscula también incluía algunas de las características de las escrituras “insulares” que se usaban en los monasterios de Irlanda e Inglaterra , un tipo de caligrafía desarrollado en Irlanda durante el siglo VII.

Al poco de comenzar a usarse la minúscula carolingia, todavía existían grandes variaciones en la forma de las letras entre diferentes regiones. La letra a todavía se escribía en mayúsculas. El signo de interrogación, era el mismo que el de la caligrafía beneventana. Incluso en algunos contextos, en los que la legibilidad parecía ser un valor secundario (por ejemplo, en los documentos oficiales), se seguía prefiriendo la escritura merovingia.

Página de los Manuscritos Freising, escritos en esloveno con minúscula carolingia. Siglo X.

Sería durante el siglo IX cuando la minúscula carolingia se empezó a imponer como un estándar internacional con menos variaciones regionales. Aparecieron nuevos glifos, como la s y la v, en oposición a la “s larga” y la letra u, y astas ascendentes, posteriormente espesadas en su parte superior.

El nuevo tipo de escritura se fue extendiendo por toda Europa Occidental, en mayor medida allí donde la influencia carolingia era más fuerte. Encontró cierta resistencia por parte de la Curia romana, no en vano, durante el siglo X en Roma se desarrolló la fuente Romanesca. En la Península Ibérica, su difusión comenzó por Cataluña a finales del siglo IX y se extendería por el resto del territorio durante el siglo XII conviviendo con la tradicional escritura visigoda. Finalmente, se convertiría en un estándar entre la clase erudita desde España hasta Escandinavia, desde Inglaterra al norte de Italia, desplazando a las diferentes escrituras nacionales.

Los eruditos del Renacimiento Carolingio buscaron y copiaron en la nueva legible y estandarizada caligrafía muchas obras clásicas latinas que habían sobrevivido. La mayoría del conocimiento de la literatura clásica que se tiene hoy en día proviene del scriptorium de Carlomagno, casi todos los textos que sobrevivieron hasta su reinado sobreviven hoy en día. Unos 7.000 manuscritos escritos por sus escolares durante el siglo VIII y IX han llegado hasta nosotros, en muchos casos son los manuscritos más antiguos que se conservan de muchas obras clásicas.

Durante el siglo XII, la letras carolingias comenzaron a hacerse más angulares y a escribirse más cerca unas de las otras, con lo que los textos comenzaron a perder legibilidad, también apareció la moderna letra i con el punto encima. Aunque poco a poco, la minúscula carolingia comenzaría a ser sustituida por la letra gótica que viviría su máximo esplendor entre el 1150 y el 1500.

A partir del siglo XII el número de gente capaz de leer se incrementó, se fundaron nuevas universidades y la demanda de libros creció. La escritura carolingia, aunque legible, ocupaba un gran espacio, en un tiempo en que los materiales sobre los que se escribía eran caros. Además, la letra gótica al escribirse con mayor rapidez permitía producir más libros en menos tiempo.

Con el tiempo, los primeros humanistas del renacimiento tomaron los manuscritos carolingios por originales romanos y modelaron la letra renacentista tomando como modelo la carolingia, y así pasó a los impresores de libros del siglo XV. De este modo, la minúscula carolingia es la base de muchas de las tipografías modernas. De hecho, un lector de hoy en día puede leer fácilmente textos escritos con la letra carolingia, nada que ver con la dificultad de leer un texto escrito con otras escrituras.

Enlace permanente a La minúscula carolingia, una letra para un imperio

+posts:
- El Mecanismo de Anticitera, el primer ordenador de la historia
- La revolución del telégrafo óptico
- La voz rescatada del hollín
- Ibn Firnas y el Monje Volador, dos pioneros del aire

+info:
- Minúscula carolingia en es.wikipedia.org
- Carolingian minuscule in en.wikipedia.org
- Charlemange and the Carolingian Renaissance by Steven Kreis
- Escritura Carolina (PDF) de Juan-José Marcos García
- Caroline Minuscule by Dr. Diane Tillotson
Leer más »

martes, 22 de septiembre de 2009

La matanza de la escuela de Bath

Eran las 8:45 del 18 de mayo de 1927, cuando un gran estruendo se oyó a las afueras de la pequeña ciudad de Bath, en Michigan. La granja de Andrew Kehoe estaba envuelta en llamas. Había pasado exactamente una hora cuando se volvió a oír otra explosión, esta vez, en la escuela de la ciudad. Media hora más tarde, la tercera. Andrew y su camioneta habían saltado por los aires sembrando la escena de metralla y aún más muerte. Todos coincidían que Andrew era un tipo raro, pero nadie podía imaginar que pudiera hacer una cosa semejante.


La escuela antes y después del desastre

Andrew Kehoe había nacido en Tecumseh, Michigan, el 1 de febrero de 1872. En 1927 había cumplido los 55. No tuvo una infancia fácil, nacido en una familia de 13 hermanos, su madre había muerto siendo él aún muy joven. Con el tiempo, su padre se volvió a casar, pero Andrew nunca se llevó bien con su madrastra, las peleas con ella eran continuas.

Un día, cuando Andrew sólo tenía 14 años, su madrastra estaba intentado encender una estufa de petróleo cuando esta explotó. Enseguida, la madrastra se vio envuelta en llamas, cubierta por el petróleo. En un primer momento, Andrew no hizo nada para ayudarla. Al cabo de unos minutos, le arrojó un cubo de agua, pero ya era tarde, el daño ya estaba hecho y la mujer murió a causa de las heridas. Pese a su escasa edad, los vecinos sospecharon que el joven Andrew tuviera algo que ver con el mal funcionamiento de la estufa.

Al acabar el instituto Kehoe viajó por el oeste del país unos años durante los cuales su familia supo poco de él. En 1911, mientras trabajaba de electricista en Missouri, sufrió una grave herida en la cabeza a causa de una caída. Durante dos meses, Andrew se debatió entre la vida y la muerte, entrando y saliendo del coma. En su tiempo, se especuló que esta herida fue la causa de su comportamiento futuro.

Cuando regresó a Michigan, Kehoe se casó con Nellie Price, a la que había conocido en el instituto. Nellie era de familia rica. Con el tiempo, el joven matrimonio compró a una tía de Nellie una granja de 75 hectáreas en las afueras de Bath por 12.000 dólares, pagando 6.000 en efectivo y pidiendo una hipoteca para los otros 6.000.

Nellie había vivido en Bath durante su infancia, era una persona apreciada, y el pueblo la recibió bien a su regreso. Sin embargo, su marido no se acabó de integrar. Todos coincidían que Andrew era un tipo raro. Siempre dispuesto a ayudar a quien lo necesitara, pero no tardaba en criticar cuando no se salía con la suya. Era una persona inteligente, capaz de desarrollar sus puntos de vista, pero, a menudo, se volvía intransigente cuando los demás le llevaban la contraria o no hacían las cosas a su manera. Parece ser que esta había sido una tendencia que Kehoe fue adquiriendo con los años, según el testimonio de algunos compañeros de colegio, cuando era joven era relativamente sociable.


Andrew Kehoe y su mujer, foto del 1920

En el vecindario, Andrew era conocido pero no popular. Por muy amigo que se considerara una persona de él, siempre había un sentimiento de distancia. No ayudaba su costumbre de dar respuestas directas y cortantes sin mediar explicación. Monty Ellsworth, uno de sus vecinos, recuerda en su libro “The Bath School Disaster” como una vez ante un comentario suyo tan inocente como “No es buen tiempo para el trigo”, Kehoe le respondió con toda una extraña disertación sobre los motivos por los cuales los granjeros jamás deberían volver a cultivar trigo.

Todos sabían, también, que Andrew era una persona meticulosa en la forma de vestir y en las maneras. Su inclinación por la limpieza llegaba a ser toda una obsesión. A pesar de su afición por la maquinaría, siempre lucía un aspecto impecable. Sus vecinos estaban acostumbrados a que se cambiara de camisa cada medio día o a la menor mancha. Si él se manchaba por cualquier motivo, inmediatamente iba a lavarse para volver, otra vez, limpio y reluciente. Sin embargo, otras actitudes de Kehoe no eran tan bien vistas. Kehoe tenía fama de ser cruel con los animales de su granja y, según algunos vecinos, una vez había apaleado a uno de sus caballos hasta la muerte.

Andrew tenía un especial interés por la maquinaría, en especial por todo lo relacionado con la electricidad. Disfrutaba reparando y haciendo ajustes a la maquinaría de su granja. También, le encantaba probar nuevas maneras de llevar a cabo las tareas del campo. Sus vecinos veían, a veces sorprendidos, como trabajaba sus tierras a su manera, siempre diferente de cómo lo hacían los demás. Todo lo intentaba hacer con su tractor y probaba sus propias invenciones, como enganchar a la vez dos segadoras al tractor o usar varios rodillos. Perdía tanto tiempo trasteando que la granja progresaba, según Ellsworth. Otros, simplemente, lo veían como un granjero fracasado.

Con el tiempo, Kehoe se ganó una reputación de frugal, lo cual le ayudó a ser elegido tesorero del consejo de la escuela de Bath en 1926. Desde el consejo, Kehoe luchó incasablemente para rebajar los impuestos, que según él decía, eran los causantes de sus dificultades económicas. Sus acreedores intentaron sin éxito llegar a un acuerdo con él. Al poco, Kehoe dejó de pagar su hipoteca y para el momento de la tragedia ya se había iniciado el proceso de ejecución.


La casa de Andrew y Nellie antes de la tragedia

Y después

Para hacerlo todo aún más difícil, su mujer, Nellie, sufría una tuberculosis crónica. Debido a su enfermedad, Nellie se veía obligada a pasar largas temporadas en el hospital, lo cual aún reducía más los ahorros de la pareja y, parecer ser, fue una de las causas de las deudas de la familia. Kehoe temía, y creía que era más que probable, perder su granja por las deudas. Kehoe culpaba a los impuestos de todos sus males. No podía entender la necesidad de un colegio mejor y más grande. Creía que la mayoría de los gastos de la ciudad eran despilfarros inútiles. Pero por encima de todo, Kehoe culpaba a la escuela de Bath de todos sus problemas.

Lo habitual durante esos años en Michigan era que las escuelas estuvieran dispersas por las zonas rurales. Se trataba de escuelas con una única aula, en las que los alumnos de diferentes cursos compartían clase con un único profesor. Sin embargo, se empezó a extender la idea que era mucho mejor para los alumnos asistir a una escuela mayor que diera servicio a varios pueblos. De esta manera, sí que era posible dividir a los alumnos por cursos y tener instalaciones de una mayor calidad.

Después de años de discusión, el distrito acordó construir una nueva escuela en Bath. Para sufragar el gasto se tuvieron que subir los impuestos, y los propietarios de tierras, como Andrew Kehoe, no lo recibieron con agrado. Kehoe se quejó una y otra vez contra esta subida y contra la escuela. Culpabilizaba al director, Emory E. Huyck, por influir sobre los demás miembros del consejo. Kehoe se obsesionó por la política de la escuela, el director y la injusticia de los impuestos.

Durante el verano de 1926, Kehoe, que tenía famas de “manitas” y buenos conocimientos de electricidad y mecánica, recibió el encargo de llevar a cabo el mantenimiento de la escuela que tanto odiaba. Como resultado de su nuevo cargo, Kehoe tenía libre acceso a la escuela y se movía con total libertad por toda ella.

Lo que nadie sabía es que Kehoe había acumulado en su granja cerca de una tonelada de un explosivo llamado pyrotol, un explosivo fabricado con los excedentes de la Primera Guerra Mundial. Para evitar levantar sospechas, había comprado pequeñas cantidades en diferentes almacenes de la zona de Lansing durante varios meses, quizás un año. El pyrotol era usado habitualmente por los granjeros para realizar excavaciones. Era bastante habitual escuchar explosiones en la granja de Kehoe, que pasó a ser conocido en Bath como el “granjero dinamita”. Para los que preguntaban, él se excusaba diciendo que usaba la dinamita para quitar las raíces de los árboles que cortaba.


Explosivos recuperados de la escuela (New York Times)

Con la misma paciencia que Kehoe se había ido haciendo con el pyrotol, fue colocándolo en la escuela. Cada día llevaba la cantidad justa que necesitaba. Kehoe colocó cientos de metros de cable ocultos detrás de vigas y paredes. Los cables conectaban las diferentes cargas entre sí. En las tuberías y debajo del suelo colocaba grandes cantidades de pyrotol. Sin que nadie se hubiera dado cuenta, Kehoe había colocado casi media tonelada de dinamita en la escuela.

De un modo similar, Kehoe había llenado su granja de bombas incendiarias. Había colocado una en cada una de sus edificios. Se trataba de recipientes llenos de gasolina con cables que salían de bujías de coche, que, a su vez, estaban conectadas a un batería de coche. Kehoe sabía bien que el dispositivo funcionaba porque lo había probado varias veces en su granja.

El 17 de mayo empezó los preparativos para el día para el que Andrew Kehoe se había preparado a conciencia. Andrew cargó su camioneta con herramientas, maquinaría y cualquier trasto metálico que pudiera servir de metralla. Cuando la parte trasera de la camioneta estuvo llena, colocó una carga de dinamita debajo. Ese mismo día, los niños de quinto grado de la escuela celebraron un picnic en la arboleda de la granja, Andrew, amablemente, había llamado a la profesora para adelantar el picnic que estaba planeado para el día siguiente.

Esa misma tarde, o tal vez a la mañana siguiente, Kehoe mató a su mujer golpeándola con algún tipo de objeto contundente en la cabeza y a continuación llevó su cuerpo con una carretilla a la parte trasera de la granja, donde lo dejó. Después, continuó cableando la casa, en cada edificio colocó una de sus bombas incendiarias. Si todo iba como tenía planeado, la granja ardería en llamas de manera simultánea, y para cuando llegaran los bomberos no quedaría nada. La casa, el granero, los árboles, los animales, no quedaría nada para la familia de su mujer ni para los bancos.

Finalmente, el día llegó, el 18 de mayo de 1927. Lo primero que hizo Kehoe fue ir a la oficina de correos, desde la que envió un paquete con el historial de las cuentas de la escuela. Según él, había una discrepancia de 22 centavos. A las 8 de la mañana, los niños empezaron a llegar a la escuela. A las 8:30 ya habían entrado a clase. Mientras tanto, Kehoe ya había acabado los últimos preparativos en su granja y las 8:45 detonó las bombas incendiarias. Todo el lugar explotó en llamas, los cascotes salieron despedidos con tal potencia que llegaron hasta las granjas vecinas.

Los vecinos, asustados por el estruendo, acudieron a ayudar. Cuando llegaron los vecinos, Kehoe estaba subido ya a su camioneta. Al cruzarse con Sidney J. Howell y sus hijos, con los que se llevaba bien, les recomendó: “Chicos, vosotros sois mis amigos. Mejor marcharos de aquí a la escuela”. A los pocos minutos, toda la granja estaba envuelta en llamas. A las 9:45, cuando los vecinos aún no entendían muy bien que había pasado en la granja, otra explosión de oyó en la distancia. La escuela de Bath había saltado por los aires. Las primeras personas en llegar, oían a los niños gritando y llorando, cubiertos de polvo y sangre. La explosión había destruido toda el ala derecha de la escuela. Los muros habían desaparecido y el tejado estaba en el suelo. Las madres y los transeúntes se esforzaban por rescatar a los niños.


Una de las bombas incendiarias hechas por Kehoe (New York Times)

No había pasado todavía media hora, cuando Kehoe apareció montado en su furgoneta. Al ver al director Huyck, bajó de la furgoneta y le llamó. Mientras Huyck se acercaba, Kehoe sacó el rifle apuntó a la dinamita y disparó. Otra explosión estremeció el pueblo. La metralla salió disparada en todas las direcciones, atravesó los arboles, las ventanas y las casas que encontraba en su camino. Huyck murió. Algunos de los niños que habían sobrevivido a la primera explosión, también.

Los trabajadores de la escuela no sabían que pasaba, el pánico se había apoderado de ellos. Algunos llegaron a pensar en algún tipo de ataque militar. En seguida, comenzaron a circular los rumores de que habría más explosiones. De hecho, la granja de Kehoe seguía ardiendo y en la distancia se seguían oyendo detonaciones.

En la escuela, mientras cientos de personas se esforzaban por encontrar supervivientes entre las ruinas, se produjo un hallazgo escalofriante. Un policía salió del sótano cargado con más dinamita. Los trabajos de rescate se pararon, mientras los oficiales de policía desactivaban los explosivos. En total, 250kg de dinamita, cables y detonadores, escondidos en varios lugares en la parte sur del edificio. Se encontró un paquete con un despertador preparado para explotar a las 9:45, la misma hora que había volado por los aires el ala norte. No se pudo determinar el motivo por el cual no explotó, aunque se especuló con la posibilidad que la primera explosión la hubiera desconectado o producido un cortocircuito en el segundo paquete de bombas.

Poco a poco, se fueron recuperando los cadáveres de las víctimas inocentes. El ayuntamiento se convirtió en una improvisada morgue por la que circulaban los padres para identificar los restos de su hijos.


Las últimas palabras de Kehoe

A la mañana siguiente, la policía encontró en la granja de Kehoe lo que quedaba del cuerpo de su mujer, junto a unas cuantas joyas de plata y una pequeña cajita metálica de las que se usan para guardar el dinero, cerca se podían encontrar restos de unos cuantos billetes quemados. Todos los edificios de la granja habían sido destruidos. Los caballos, que muy probablemente Kehoe había atado para evitar que se salvaran, habían muerto, al igual que el resto de animales que habían quedado atrapados dentro de la granja. Mientras la policía examinaba la granja tratando de encontrar alguna pista, encontraron un enigmático letrero de madera que decía “LOS CRIMINALES NO NACEN, SE HACEN”. 38 niños y 7 profesores murieron y otras 61 personas sufrieron heridas graves.

Los periódicos de la época, tratando de buscar una explicación a lo sucedido, especularon libremente sobre la posibilidad que Kehoe fuera una especie de paso atrás en la evolución humana, un hombre de las cavernas desconcertado por tener que vivir en sociedad. Científicos de la Universidad de Michigan expresaron su intención de examinar el cráneo que, según el testimonio de algunos vecinos , tenía unas extrañas protuberancias en la frente y la parte trasera.

Los restos mortales de Kehoe fueron reclamados por su hermana, Agnes Kehoe. Sin ceremonia, fue enterrado en la fosa común del cementerio de Mount Rest, en una tumba sin nombre. Nellie Kehoe fue enterrada por su familia en el de Mount Hope con su nombre de soltera, Nellie Price.

Andrew Kehoe, ¿criminal o demente?

PS: Después de hacer un inventario de lo encontrado en la granja, las autoridades concluyeron que de haber vendido la gran cantidad de maquinaria sin usar y materiales que había en la granja, Kehoe hubiera podido pagar todas sus deudas.

Enlace permanente a La matanza de la escuela de Bath

+posts:
- La secta que intoxicó un pueblo para ganar unas elecciones
- El hombre que dejó de ser Phineas Gage
- Jesse James, muerte y nacimiento de una leyenda

+info:
- Hell Comes to Bath in trutv.com
- Bath School disaster in en.wikipedia.org
- Andrew Kehoe in en.wikipedia.org
- The Bath School Disaster by Monty J. Ellsworth
- The Bath School Disaster by Ronald D. Bauerle, cuyo tío abuelo murió en la tragedia con sólo 8 años de edad. Página con fotos y artículos de prensa de la época
Leer más »

martes, 15 de septiembre de 2009

Tavolara, el que fue el reino más pequeño del mundo

La isla de Tavolara hoy es simplemente una parte más de Italia. Unas cuantas tumbas reales, una fotografía de la antigua familia real, que hoy se muestra en el museo del Palacio de Buckingham, y un rey, que sólo reina sobre uno de los restaurantes de la isla, son los únicos recuerdos que quedan de los años durante el siglo XIX y XX en los que fue un reino, aunque muy pequeño, independiente y que, además, formalmente nunca se unió a Italia.

Foto del rey Carlo I y familia (1890), tal como se muestra en el Museo de Palacio de Buckingham bajo el título
“La familia real de Tavolara, en el golfo de Terranova, el reino más pequeño del mundo”

Tavolara es hoy una pequeña isla situada en la costa noreste de Cerdeña, de seis kilómetros de largo y apenas uno de ancho. Es un macizo de piedra caliza cuyo punto más alto es el Monte Cannone, de 565 metros, y que tiene escarpados acantilados en su contorno, a excepción de sus extremos. En 1807, cuando llegó Giuseppe Celestino Bertoleoni Poli, Tavolara estaba despoblada.

Giuseppe era un joven de 29 años, natural de la cercana isla de Maddalena. Aunque llegó sólo, con el tiempo construyó una casa e hizo venir a la isla a una de sus dos mujeres y los hijos que tenía con esta. Giuseppe y su familia llevaban una vida de lo más normal, hasta que en 1836 el rey Carlos Alberto de Cerdeña decidió visitar la isla con el fin de participar en una batida de caza. Carlos Alberto acudió a Tavolara por la fama de sus cabras salvajes, que se decía que tenían los dientes de… oro. En realidad, a causa de las algas y los líquenes que comían, los tenían amarillos.

A la llegada del rey de Cerdeña, Paolo, el hijo de Giuseppe, se presentó como el rey de Tavolara. No queda claro si este se lo tomó en serio o a broma, pero Carlos Alberto quedó impresionado con los modales de aquel pastor que decía ser todo un rey. Después de pasar tres días y tres noches hospedado en su casa, a su partida, el rey Carlos Alberto dijo a Paolo que ni él ni su familia debían preocuparse por su derecho a permanecer en la isla y proclamó a su padre, Giuseppe, rey de la isla, concediendo el título de “Príncipe” para su hijo mayor, y los títulos de “Signor delle Isole” y “Signora del Mare” para los hijos menores.

El Reino de Tavolara visto desde el aire. Foto original de Degio

Tras su nombramiento como rey, Giuseppe hizo venir a su otra familia para vivir con él a Tavolara. Fue entonces cuando el gobierno italiano intentó procesarlo por bigamia. No queda claro si ya había sido perseguido antes por ello, según algunas versiones de la historia, este hubiera sido el verdadero motivo por el que Giuseppe huyó a Tavolara, pero en esta ocasión su título nobiliario parece ser que le salvó. Giuseppe dejó el reino a su hijo Paolo en 1845, y murió en 1849. Giuseppe había visitado en 1839 al rey Carlos Alberto en Turín y había obtenido un fuero real para Tavolara. Durante este mismo período, el patriota italiano Giuseppe Garibaldi mantuvo contactos con miembros de la familia Bertoleoni que vivían en otras islas, a los que visitaba a menudo.

Tavolara no fue incluida en la unificación italiana, y el rey Paolo presionó para obtener el reconocimiento de su independencia por parte del Reino de Italia. Durante su reinado, en 1861, el gobierno italiano pagó 12.000 liras por una parcela de tierra en el noreste de la isla para construir un faro, que comenzó a operar en 1868.

Después de la muerte de Paolo en 1886, y cumpliendo con sus deseos, la isla se convirtió en república, con un presidente y un consejo de seis elegidos cada seis años, por sufragio universal, incluyendo hombres y mujeres. Según parece, la república fue reconocida por Italia al año siguiente. Sin embargo, fue un periodo corto, apenas duró 13 años. La pequeña república cayó en la desorganización, y un reacio Carlo I tuvo que reinstaurar la monarquía en 1899.

Mapa de la isola di Tavolara

Durante el verano del 1900, el HMS Vulcan, un barco de la armada real británica visitó la isla. Sus oficiales tomaron una fotografía del rey Carlo y de ocho de los miembros de su familia real para la colección de fotografías reales de la reina Victoria. La soberanía de Tavolara volvió a ser reconocida en 1903, en este caso fue Víctor Manuel III, que firmó un tratado de amistad con la nación.

En 1904, sin embargo, Carlo era rey, pero sólo de nombre, sin ninguna ambición por gobernar. Según se cuenta dijo: “No me importa ser rey. Con preparar buenos platos de bogavante, tengo más que suficiente”. Finalmente, le convencieron para que reinara hasta su muerte en la Riviera italiana. No queda clara la fecha de su muerte, se cree que fue el 6 de noviembre de 1927 o el 31 de enero del año siguiente.

Carlo I fue sucedido por su hijo el rey Paolo II. Paolo marchó al extranjero y dejó a la hermana de su padre, Mariangela, como regente en su ausencia. La reina Mariangela murió en 1934, dejando el reino a Italia. Su sobrino Paolo II, sin embargo, reclamó el reino, y le fue concedido. Durante su reinado se produjo un resurgimiento de la monarquía y nombró a su primo, el príncipe Ernesto Carlo Geremia, teniente general del reino. Paolo II fue el último monarca efectivo de la isla. Coincidiendo con su muerte, la OTAN ubicó una instalación militar en la isla que marcó el fin de la soberanía efectiva de Tavolara.

Cementerio de Tavolara

Tumba real de Paolo I y Pasqua Favale

La viuda de Paolo II, Italia Murru, se retiró a Porto San Paolo en Cerdeña, pasando los inviernos en Capo Testa, hasta su muerte a la edad de 95 años en 2003. Antes, en 1993, había muerto el rey Carlo II, hijo de ella y Paolo II, a quien sucedió, el que en la actualidad es el rey de Tavolara, Tonino Bertoleoni, un ciudadano italiano que dirige “Da Tonino”, un restaurante en la isla. Su hermana, la princesa Maddalena es la propietaria de otro restaurante próximo. Con motivo del retorno a Italia en 2002 de Víctor Manuel de Nápoles, Tonino le hizo un llamamiento para el reconocimiento del reino de Tavolara. La princesa heredera, que ha asumido los deberes de estado, está casada con un oficial de la marina norteamericana.

Vista de la isla desde tierra. Foto original de ansmartie

La isla nunca tuvo una gran población, poco más de 40 habitantes en la década de 1950, cuando la familia era más grande. En la actualidad, los ciudadanos del reino, unos 15, son los familiares del rey Tonino. En verano el número de súbditos se duplica hasta lo 30, todos dedicados al turismo. Todos son ciudadanos italianos, lejos quedan los tiempos en que eran sólo ciudadanos del reino de Tavolara y no tenían ningún compromiso con Italia, ni pagaban impuestos, ni estaban obligados a prestar el servicio militar, según recuerda uno de los nietos del príncipe Ernesto Geremia.

Enlace permanente a Tavolara, el que fue el reino más pequeño del mundo.

bonus track:
- El país de los Pirineos en Fronteras

+info:
- Bertoleoni in en.wikipedia.org
- Kingdom of Tavolara in en.wikipedia.org
- The island realm of an “ordinary” king in thestar.com
- Sardinia by Dan Facaros, Michael Pauls in googlebooks
- Rock Hard Place in The American InItalia
Leer más »

jueves, 3 de septiembre de 2009

Cerrado por vacaciones

Este será un post cortito, sólo para decir que nos vamos unos días a Grecia. La semana que viene el blog estará de vacaciones. Esperamos volver con material para algún que otro post en la maleta ;-)

Santorini, una de las paradas

Otras veces que hemos hablado de Grecia:

- Chozoviotissa, el monasterio de una sola pared
- Los últimos días de Constantinopla
- El Mecanismo de Anticitera, el primer ordenador de la historia
- Monte Athos, el jardín de la Virgen María
- Griko, el griego italiano en peligro de extinción

¡Hasta la vuelta!
Leer más »