Para Alfred Ely Beach, la mejor manera para mover gente de un lugar a otro bajo tierra era ponerlos en cápsulas y dispararlos a través de tubos propulsados por el aire a presión generado por bombas enormes. Era el año 1870 y en Nueva York muchos veían claramente que la única solución a los problemas de movilidad de la ciudad era un metro. Las diferentes propuestas se empezaban a presentar en público. Sin embargo, Beach insistía que la suya era la mejor. “Un tubo, un vagón y un ventilador”, Beach repetía. “Poco más se necesita. Se puede prescindir de la pesada locomotora, y el ligero fluido aéreo que respiramos sustituye al motor”.
Desafortunadamente, las autoridades públicas de Nueva York no fueron capaces de entender, o prefirieron no hacerlo, la lógica de Beach. El gobierno municipal estaba dominado por aquel entonces por el “Boss” William M. Tweed, que tenía otras ideas en mente, más alineadas con su propio bolsillo. Así que Beach decidió, de todas maneras, construir una parte de su metro a escondidas, y confiar en que la opinión pública le ayudaría a conseguir los permisos. Casi lo consiguió, tan impresionante fue su esfuerzo, que podría reclamar el honor de haber construido la primera línea de metro de Estados Unidos.
Alfred Beach no era un tonto, ni tampoco un excéntrico. Su padre, Moses Yale Beach, fue un inventor que en 1838 compró el New York Sun (el periódico que en 3 años antes había encontrado vida en la Luna). Alfred, nacido en 1826, trabajó en ese periódico de joven y más tarde, en 1846, se asoció con un amigo para comprar el Scientific American. Era un hombre de apariencia refinada, diligente y del que se dice que nunca se tomó unas vacaciones en toda su vida. Más tarde, también junto a su socio, montaron una agencia para representar a los inventores delante de la oficina de patentes americana, Edison o Graham Bell fueron algunos de sus clientes más famosos.
El propio Beach se convirtió en inventor, patentando dos máquinas de escribir para ayudar a los ciegos a leer, y más tarde un sistema de trenes tirados por cable, una especie de funicular. Ninguna de estas invenciones llegaría muy lejos, y Beach pasaría a centrar su entusiasmo en lo que él mismo llamó “investigación neumática”. La idea de usar aire a presión para propulsar gente o mercancías no era una ocurrencia suya, en 1800 un ingeniero danés había sido el primero en proponerla. Años más tarde, en 1805, un fabricante británico llamado George Medhurst, propuso colocar tableros en la cola de un tren para bloquear el flujo de aire, convirtiéndolo en una especie de pistón que podría ser impulsado por el viento generado por una gran bomba. Aún quedaban dos décadas para la aparición de las locomotoras de vapor.
Medhurst era un adelantado a su tiempo. Todavía no se había desarrollado una bomba lo suficientemente potente para su tren. Y además, como afirmó un periodista de su tiempo, la gente tenía una “antipatía natural a la idea de ser colocada dentro de un tubo, obscuro y sombrío, y ser soplada a su destino”.
A medida que el siglo XIX avanzaba, las ciudades del mundo crecían rápidamente. Los trenes de vapor, con su hollín y humo, empezaron a convertirse en un problema, que se agravaba en el caso de los ferrocarriles subterráneos, en los que la ventilación era la mayor de las preocupaciones. Londres inauguró su primer “metro” en 1863: locomotoras de vapor quemaban fuel y condesaban su vapor en unos depósitos especiales. Sin embargo, la mayoría del humo escapaba y eran los pasajeros los que se encargaban de “consumirlos”. Londres contaba con la ventaja que sus túneles eran en su mayoría cortos, separados unos de otros por tramos de aperturas a cielo abierto que permitían a las máquinas expulsar el vapor. Pero en Nueva York no era así, por lo que el sistema no hubiera resultado factible.
En la década de 1860, Londres había probado, también, una nueva invención que facilitaba el reparto rápido de pequeños paquetes y correo, el correo neumático. Se trataba de un pequeño túnel, de poco más de 500m, y unos 90cm de alto, a través del cual se bombeaban unos “carros” con forma de pistón de uno al otro lado en tan sólo 65 segundos. Un segundo túnel, de 145cm de alto y 3km de largo, se inauguraría en 1866, el duque de Buckingham, uno de los promotores, lo probó “en persona”, metiéndose en una de las cápsulas y dejándose soplar a su destino en apenas 5 minutos.
Beach se enteró del experimento a través de sus contactos y se convenció que era la solución. Lo único que se necesitaba era hacerlo toda más grande, y los problemas de transporte de Nueva York desaparecerían. En 1867 demostró su concepto en una feria en Nueva York. Un tubo de madera de 1.80 metros de diámetro y 30 de longitud, suspendido del techo, contenía un vagón con capacidad para 10 asientos que era disparado y recorría la distancia entre la calle 14 y 15, en sólo unos instantes. El “motor” era un ventilador que giraba a 200 revoluciones por minuto. La prueba fue todo un éxito, varios miles de personas lo probaron. Fruto del entusiasmo, algunos periodistas escribieron que “no existía problema que impidiera mover el vagón a 100 millas por hora”.
A finales de 1867 la revista Scientific American anunciaba que era más que probable que en breve se empezara a construir un ferrocarril neumático de una longitud considerable para el transporte regular cerca de Nueva York. La constructora, según la revista, sería la Pneumatic Dispatch Company de Nueva Jersey, de la cual Beach había sido nombrado presidente hacía poco.
Muy probablemente, cuando Beach decía “cerca de Nueva York” se refería a Nueva York. Sin embargo, mientras los inversores hacían cola para participar en el proyecto, los permisos necesarios no llegaban. El Jefe Tweed, que tenía una gran influencia sobre los poderes públicos y controlaba al gobernador, tenía sus propias ideas: un ferrocarril elevado que se movería a lo largo de un gigantesco viaducto que dividiría Manhattan. Como él era el primero que tenía pensado invertir en él, no quería animar a la competencia.
También era importante la oposición de los influyentes propietarios de Broadway, liderados por Alexander Turney, uno de los comerciantes más ricos de Estados Unidos, y John Jacob Astor III. Los propietarios estaban en contra de la circulación de cualquier tipo ferrocarril por su calle. No les importaba si eran circulaban elevados o a nivel de calle. En ambos casos, temían que acabaran afectando al tráfico y con ello a sus negocios. En el que caso de los subterráneos, era el temor de que la perforación del túnel pudiera dañar sus edificios lo que provocaba su oposición.
Beach, sin embargo, no se desanimó y decidió construir su línea, o al menos parte de ella, sin el conocimiento de Tweed. Antes que nada, necesitaba alguna cobertura legal, así que solicitó un permiso para construir un sistema de reparto de correo subterráneo, similar al de Londres, debajo de Broadway, entre las calles Warren y Cedar, apenas media milla (unos 800m). La línea estaría formada por dos túneles, cada uno de 145cm de diámetro, claramente demasiado pequeños para un vagón de personas. Tweed no puso ninguna objeción y Beach consiguió su permiso. Entonces, Beach, astutamente, solicitó una enmienda para simplificar el proyecto. En vez de dos túneles independientes construiría uno más grande. Nadie se dio cuenta del cambio, y la enmienda fue aprobada.
Beach alquiló un almacén en la esquina de Broadway y la calle Warren, en frente del ayuntamiento, y comenzó a agrandar su sótano. Entonces, a escondidas, empezó a perforar un túnel de 2.40 metros de diámetro, lo suficientemente profundo para pasar por debajo de las tuberías y cloacas de Nueva York. Para excavarlo utilizó un novedoso método, que el mismo había inventado, llamado Beach Shield (Escudo Beach) que “trituraba” la tierra en segmentos de unos 40cm mediante el uso de una especie de piquetas conectadas a una bomba hidráulica. Para cambiar la dirección, simplemente necesitaba ajustar la bomba, así lo hizo y el túnel tomó dirección este por debajo de la calle Warren para acabar en la calle Murray. Todo el trabajo se hacía sin que la multitud que cada día llenaba estas calles se enterara, se aprovechaba la obscuridad de la noche para sacar la tierra en sacos.
La competencia: Trenes subterráneos. Proyecto de la estación de Baker Street en Londres
La competencia: Trenes elevados. Estación de la calle 29 (1870) de NYC
La competencia: Trenes elevados. Estación de la calle 29 (1870) de NYC
El proyecto costó 350.000 dólares, de los que Beach aportó 70.000 de su propio bolsillo, y se tardó un año en completar. Sería en febrero de 1870 cuando se dio a conocer. Los visitantes bajaban desde el almacén alquilado y encontraban una sala de espera, de 40 metros de largo, elegantemente decorada y que además contaba con una fuente en la nadaban pececitos de colores, cuadros en las paredes, falsas ventanas y un gran piano.
En una sala lateral se encontraba el Gran Aeolor (llamado así por el dios del viento griego, Eolo). Se trataba de una bomba neumática de 100 caballos de vapor de potencia y de casi seis metros y medio de altura. Dos aspas metálicas engranadas la una con la otra mediante ruedas dentadas permitían mover 9.000 metros cúbicos por minuto, casi sin hacer ruido. El Gran Aeolor era el encargado de propulsar su vagón de “metro” y también una cápsula dedicada al transporte de cartas a casi 100 km/h, así cumplía los términos del permiso que se le había concedido.
Los pasajeros tenían que descender un poco más para llegar al andén y contemplar la entrada del túnel, que estaba blanqueado y flanqueado por dos estatuas gemelas de Mercurio, simbolizando la velocidad del viento. Sobre la entrada se podía leer “PNEUMATIC (1870) TRANSIT”, mas allá aguardaba el vagón tubular, que estaba equipado con cómodos asientos y lámparas de oxígeno. Cuando los pasajeros tomaban asiento y la puerta se cerraba, una ráfaga de aire empujaba el vagón hacía el interior del túnel y lo aceleraba hasta llegar a la calle Murray, según un testigo, “como hace el viento con un barco de vela”.
Estado de túnel durante la visita de 1899. Cuando se derribo el almacén de ropa en cuyo sótano se construyó la estación y la sala de máquinas
Restos de uno de los vagones (1899)
Restos de uno de los vagones (1899)
Cuando el vagón se aproximaba al otro extremo, sus ruedas tocaban un cable telegráfico que hacía sonar una campana en la sala del Gran Aeolor. El ingeniero movía las válvulas para pasar del modo “propulsor” a “estirador”, de esta manera el vagón reducía su velocidad y se detenía suavemente. A los pocos instantes, la cápsula era “absorbida” de vuelta a su punto de origen.
La propulsión neumática puede resultar sorprendente incluso hoy en día, sin embargo, en 1870 era igual de sorprendente el propio túnel, cosa que hoy puede costar de entender. Por ello, Beach, consciente que el túnel era un aspecto clave en su estrategia, dedicaba gran parte de su tiempo a convencer a la gente de que el túnel era sólido y que no suponía ningún riesgo para los edificios que había en la superficie.
Los primeros en probar la línea fueron las autoridades públicas de la ciudad, más tarde se abriría al público en general. La nueva atracción se convirtió en un éxito inmediato, las dos primeras semanas se recaudaron 2.805 dólares, y en su primer año de funcionamiento fueron 400.000 viajeros los que pagaron los 25 centavos que costaba viaje, la recaudación iba para un hogar para huérfanos de marineros y soldados. Beach viendo la aceptación, creyó que había triunfado. Y no era el único, el New York Herald afirmó “que tan pronto como los permisos públicos sean concedidos, el túnel se alargará hasta la calle Cedar, y de allí al resto de partes de la ciudad. Es imposible concebir un mejor modo de transporte”.
Envalentonado, Beach solicitó un permiso para prolongar la línea hasta Central Park, a unos 8km de distancia. El ayuntamiento, viendo el enorme soporte popular, aprobó la medida ampliamente. Pero el Jefe Tweed, una vez recuperado del shock que le había provocado la insolencia de Beach, ordenó al gobernador que vetara la medida. Beach esperó a la siguiente sesión de la asamblea y volvió a intentarlo, aunque volvió a obtener el mismo resultado. Beach siguió perseverando, y en 1873, cuando el corrupto Tweed fue apartado del poder, lo volvió a intentar. Esta vez sí, después de que la asamblea hubiera aprobado su solicitud, el gobernador la convirtió en ley.
El túnel de Beach en 1912, tal como se lo encontraron los obreros de la BMT
El Beach Shield en 1912. A su lado Frederick Shield, hijo de Alfred
El Beach Shield en 1912. A su lado Frederick Shield, hijo de Alfred
Beach había conseguido por fin ganar la larga batalla de los permisos, pero no sabía que iba a perder la guerra. Sólo unas semanas después de su aparente victoria, estalló el Pánico del 1873, y el interés de Nueva York y de los inversores por construir un metro se desvaneció. El proyecto, que además ahora había perdido su atractivo como novedad, estaba muerto. Durante el siguiente cuarto de siglo, el transporte de Nueva York se basaría en los provincianos carros de caballos y los ferrocarriles elevados. Ante la imposibilidad de seguir con su proyecto, Beach alquiló su túnel como galería de tiro y luego como bodega, pero nunca ganó suficiente para recuperar la inversión, así que lo acabó cerrando.
Si analizamos el proyecto de Beach, podemos considerar que su noción fundamental era errónea. Su Gran Aeolor pesaba 50 toneladas, tanto como una locomotora convencional, y apenas era capaz de empujar o tirar de un solo tren en un momento dado. Para hacer funcionar más de un tren, se habría necesitado muchos ventiladores similares, lo cual habría supuesto unos costes enormes e innumerables complicaciones. La solución era el uso de electricidad, pero para cuando un motor eléctrico lo suficientemente potente estaba listo, a finales del siglo, Nueva York ya tenía su metro. El metro de Londres, en su mayoría, ya había pasado a usar la electricidad para esa fecha.
Alfred Ely Beach murió el 1 de enero en 1896 a la edad de 69 años. En 1912, ocho años después de que se abriera al público la primera línea de metro en Nueva York, los trabajadores que excavaban el nuevo ramal que se convertiría en el Brooklyn-Manhattan Transit (BMT) se toparon con el túnel de Beach debajo de Broadway. El vagón, muy bien conservado, todavía seguía sobre las vías, y la sala de espera tenía la misma apariencia que si se hubiera cerrado hacía apenas unas semanas, la fuente también seguía allí, aunque seca. En la parte más inferior del túnel el escudo circular todavía seguía en su lugar, preparado para seguir perforando. El túnel convirtió en lo que es hoy la estación City Hall de la BMT. Durante unos años se podía leer una placa conmemorativa del gran experimento, pero hoy ha desaparecido, como el sueño de Beach.
El reparto neumático de cartas y paquetes todavía sobrevive, en algunos sistemas postales de aquí y de allí, en grandes bibliotecas y en algunos supermercados, donde se utiliza para hacer transportar dinero. Sin embargo, las cápsulas son demasiado pequeñas para que la gente quepa dentro.
PS: Si os ha interesado el tema, no os perdáis la web de Joseph Brennan sobre el ferrocarril de Beach, con infinidad de ilustraciones y fotos interesantes. Una pequeña selección de ellas ilustra el post
bonus track:
Correo neumático, en nuestro amigo Meridianos
+info:
- New York’s Secret Subway by Oliver E. Allen in AmericanHeritage.com
- Beach Pneumatic by Joseph Brennan in Columbia University
- Alfred Ely Beach in en.wikipedia.org
- The Secret Subway in American Experience in PBS
De esto de los sistemas neumáticos leí, muy de pasada, en una novela de Maurice Leblanc, "El tapón de cristal". Me intersé un poco por el asunto pero, más que descubrir que, de vez en cuando, se usaba en algún supermercado para enviar mensajes de un lado a otro, no me pude enterar más.
ResponderEliminarNunca habría imaginado que se llegaría a construir algo a semejante nivel...
Muy interesante ^_^
Excelente entrada Bovolo,rebuscada en los mas bajos fondos de N.Y. no hay fronteras que te detengan.Gracias por tu investigacion.Un gran abrazo.Pumuky
ResponderEliminarEn el muy recomendable libro "Gloriosos Fracasos" de Paul Collins, aquí editado por Mondadori hace unos años, hay todo un capítulo dedicado a Beach y su metro hidráulico.
ResponderEliminarJeshua, hace tiempo, en uno de los primeros posts de este blog, ya hablamos de otro experimento neumático, el Tren Atmosférico, también fracasado.
ResponderEliminarEn el artículo de meridianos que recomiendo, habla del correo neumático de Praga, que estuvo en funcionamiento hasta hace bien poco.
Por cierto, yo todavía recuerdo la primera vez que vi un sistema neumático en un super, fue en un Pryca. Y de hecho creo que ahora en algún mercadona aún lo tienen, por lo menos uno que voy, que tiene dos salidas.
Muchas gracias, Pumuky, se hace lo que se puede ;-)
Bienvenido, absence, me apunto ese libre, sólo el título ya me ha cautivado.
Saludos!
Fantástico post, si el resto del blog es así cuenta con un nuevo lector asiduo.
ResponderEliminarMuy interesante jajaja, me hubiera gustado montarme y dejarme soplar.
ResponderEliminarEL correo neumático aún se usa en las tiendas Makro para enviar los fardos de dinero.
Un salud
Ĝis baldaŭ
Bienvenido Javi,
ResponderEliminarEspero que te sigas pasando, la verdad que el blog es de temática variada, aunque historias como la de hoy ya hemos publicado varias. Si te gustan las historias de inventos fracasados, aquí tienes unas cuantas. Aunque bueno hay muchos otros temas, lo mejor es que curiosees a tu antojo. ;-)
Un saludo!
kitzOgen, sí, en los supers que lo he visto funcionar, era para eso de enviar los billetes.
A mí también me hubiera gustado ser soplado, de hecho creo que si no lo hubieran quitado, ahora sería una buena atracción para los turistas y curiosos.
Saludos!
Steampunk en estado puro... la delicia de Miyazaki
ResponderEliminarEstupendo artículo. Enhorabuena.
Que gran historia y que gustazo leerla.
ResponderEliminarMuy interesante.
estoy seguro de que si tratase de hacer sus obras hoy en día, en el Madrid de los socavones, nadie se daría cuenta de nada aunque trabajasen a plena luz...
ResponderEliminarMuy interesante, gracias por compartir
ResponderEliminarPues estoy casi seguro que en los dos mercadonas (al menos en uno sí) que tengo al lado de casa utilizan este sistema para enviar el dinero a una zona mas segura. No es algo que hagan al final del dia, lo hacen cuando llegan a una determinada suma. Meten el dinero en un cilindro de plastico, abren el tubo, lo cierran y le dan a un botoncito rojo. Suuup!
ResponderEliminarEl tubo sube verticalmente desde detras de la caja y se pierde por el techo.
Que interesante esta entrada. Y que interesante lo del pánico de 1873. Parece que ahora lo estemos reviviendo.
salu2
Qué interesante. Si no recuerdo mal, los túneles del ferrocaril neumático se mencionaban en la película Cazafantasmas 2, cuando los protagonistas, perforando, iban a parar a ellos. Estupendo conocer cuál es su origen.
ResponderEliminarExcelente entrada. Me ha encantado leerla.
ResponderEliminarSimplemente decir que en la película Cazafantasmas II hay escenas relacionadas con el Ferrocarril Neumático, pero nunca supe si era sólo una leyenda urbana o una licencia artística.
Mannelig, muy interesante lo de los Cazafantasmas II, cuando la vi, hace ya mucho tiempo, no reparé en ello. A ver si la próxima vez que la vea me fijo.
ResponderEliminarOrayo, pues entonces parece ser que es en todos los mercadonas, aunque jamás he visto funcionando, la próxima vez pagaré con un par de billetes de 500 ;-)
Manuel, pues es cierto que tiene un toquecito de SteamPunk la historia. Otra de mis aficiones, por cierto.
Padawan, ya me los imaginó llevando los sacos de tierra a los contenedores de otras obras, irían por ahí repartiendo la runa.
A todos los demás, muchas gracias también por vuestros comentarios, y a los que sois nuevos, bienvenidos!
Un saludo!
En todos los Mercadona en los que he ido, utilizan sistemas neumáticos de transporte para el dinero en todas las cajas.
ResponderEliminarTambién he leído, que en algunas pequeñas ciudades del norte de Europa, se estuvo probando sistemas neumáticos para el transporte de basuras. Es decir, sales de casa tranquilamente, tiras la bolsa en los tubos que hay cada cierto tiempo y en vez de ir a parar a un contenedor más abajo, la bolsa se la lleva una corriente de aire.
via alt1040: estuve leyendo el dia ayer la gran cantidad de historias. Desde la historia del faro, hasta la aparición de barcos fantasmas.... Simplemente esta historia del tren oculto de NY me ha parecido magnífica, asi como muchas otras que he tenido la oportunidad de leer.
ResponderEliminarEn este caso me gustaria hacer una petición, sobre alguna historia oculta de México... O retomando el tema que esta causando revuelo: La upuesta existencia de la isla Bermeja en el golfo de México.... O alguna historia que encierren lso callejones de Guanajuato, México.
Es un placer suscribirse a este blog!! seguimos al tanto.. SAludos y gracias de nuevo por compatir estas historias!!
Bienvenido, Alber, eso de la recogida neumática lo he visto en ciudades del entorno de Barcelona, en barrios nuevos.
ResponderEliminarParecía bastante cómodo, en el sótano había como unas bocas y metías allí la basura. Supongo que en sitios donde llueve más y hace más frío debe ser de los más cómodo.
Saludos!
Jesús, bienvenido, sois muchos los que habéis llegado vía alt1040.
Me he apuntado ambos temas, el de la isla imaginaria tiene buena pinta... Cualquier otra sugerencia... ya sabes ;-)
La verdad que llevo tiempo con ganas de escribir alguna historia sobre México, Argentina o algún otro país del otro lado del charco, que no sea Estados Unidos.
Un saludo!
Hay que ver, Bovolo, no te sale ni una entrada mala, eh? ;p
ResponderEliminarDesde luego esta es de tirar cohetes. Tanto por descubrirnos la cara "dulce" de Alfred Beach y su inquebrantable fe, rotunda autoconfianza e inagotable capacidad de sacrificio, como por aportarnos también su "reverso tenebroso", los peligros de obcecarse en una idea visionaria y negarse a escuchar opiniones ajenas, cuando la línea que separa la genialidad del esperpento es tan delgada...
Aunque, para ser honestos con él, yo juego con la ventaja que me aportan 100 años de avances tecnológicos y de experiencias ajenas con las que comparar al bueno de Beach... Como decía un antiguo jefe: los lunes todo el mundo acierta la quiniela....
Absolutamente genial, Bovolo! Ya sabes dónde andamos!!!
realmente curioso...
ResponderEliminarBienvenido, Paco, y gracias por tu comentario.
ResponderEliminarSuso, me pones muy alto el nivel, jajaja! Modestamente, hacemos lo que podemos.
Muy acertado tu análisis, de hecho la historia de Beach y su obsesión con el tren neumático se parece mucho a la de Edward R. Armstrong y sus aeropuertos flotantes. Esa pasión por algo que un día llega a convertirse en obsesión.
En cualquier caso, los personajes así siempre me han encantando.
Un saludo para los dos!
Excelente entrada, muy bien documentada y escrita. Me ha encantado. Saludos
ResponderEliminarMuchas gracias, Indira!
ResponderEliminarTodo un honor viniendo de donde viene.
Un saludo para las ovejas! ;-)
Los tubos neumáticos también se usaban en las antiguas oficinas de Telégrafos (las de las capitales) hasta hace pocos años, conectando las ventanillas de admisión con las salas de teletipos. Hoy en día todo eso ha sido sustituído por redes informáticas.
ResponderEliminarGremlin.
Un artículo magnífico, enhorabuena. :-)
ResponderEliminarAunque ya te he respondido en tu blog...
ResponderEliminarMuchas gracias, Alejandro, todo un honor, y más viniendo de donde viene.
Un saludo!
En casi todos los hospitales tienen un sistema neumático para pedir las medicinas a farmacia y que las manden al box de enfermería.
ResponderEliminarLa recogida neumática de basuras se usa en muchos sitios, en unos a partir del sótano de las casas y en otros en la misma calle.
En lugar de contenedores tienen unas bocas que parecen marcianos, de varios colores según el tipo de basura. Al meter la bolsa y cerrar la boca, se abre otra trampilla y la bolsa es succionada hacia un camión que recoge todo. Así, por ejemplo, el camión no tiene por qué pasar haciendo ruido por ningún sitio ni tampoco por callejuelas estrellas por donde no cabe o hay mucha congestión de tráfico. El problema que tienen es que la gente es un poco borrega y echa cosas que no se puede, porque taponan los conductos, y los siguientes tienen que dejar las bolsas fuera de los engendros esos tan chachis. Y lo mejor, aparte de que no suena demasiado, es que evita olores porque la basura no se queda ahí... que en verano puede ser mortal en algunos sitios. Y tampoco la esparcen los perros y gatos que tienen la desgracia de alimentarse de eso a falta de otra cosa.
También ha habido algún malnacido que ha echado camadas de cachorros no deseados al cacharro para quitárselos de en medio o animales adultos... aparte de las gamberradas de algunos para "ver qué pasa". Si ya los tiran vivos a la basura metidos en transportines y maletas... les das un poco de tecnología y ya es que no lo pueden evitar. Lástima que no tengan cerebro para meterles la cabeza y que se lo aspiren por los ojos...
Bienvenido, Anónimo/a!
ResponderEliminarNo conocía el uso en hospitales, pero sí en tiendas y en algunas bibliotecas.
Lo de la recogida de basura neumática sí que lo había visto. En unos pisos nuevos cerca de Barcelona que miré hace un tiempo, tenían esos "extraterrestres" que tú dices dentro del propio edificio. No hacía falta ni salir a la calle.
La verdad que parecía cómodo. Aunque si no hay civismo, está claro que puede dar más de un problema. Aunque sólo sea de suciedad.
Un saludo!
Oye, muy buen blog. Habré dejado 10 comentarios en toda mi vida (y ando mucho por internet)
ResponderEliminarPero tú... pues eso, que tienes un muy buen blog.
Chapó.
Me alegro que te haya gustado el blog y gracias por el honor de entrar en tu "selectivo" top 10 jajaja!
ResponderEliminarDe veras, comentarios como el tuyo hacen que no decaigan las ganas de seguir.
Un saludo y bienvenido!
Muy bueno Cabovolo, muy interesante, realizas un gran trabajo!!
ResponderEliminarSi te digo cómo fui a dar con tu blog no te lo crees... Fue a tras ver un capítulo de CSI New York que hablaban de que "New York está construida sobre túnenes..." (T3-C2)y mencionaron el metro secreto de Alfred Bech. Empecé a buscar en internet y llegué hasta tu blog.
A seguir así y continúa ilustrándonos ;) Un saludo.
Bienvenido, Luis!
ResponderEliminarLa verdad que siempre me ha interesado el subsuelo de las ciudades. Yo creo que di con esta historia buscando cosas sobre el tema.
Cuando estuve por NYC intenté visitar alguna de las estaciones implicadas. Aunque como había varias y la placa conmemorativa ya no estaba, no estoy seguro :-(
He visto muy pocas veces CSI, pero bueno si mencionan algún otro tema interesante, ya dirás ;-)
Un saludo y bienvenido, otra vez!
Eso de mostrar apatía por ser soplado hacia su destino me parece muy comprensible, jejeje. Gracias por el post, saludos desde México, le sigo en Twitter soy @maybesuit !!
ResponderEliminarMaybesuit, sí, a saber a donde te acabaría llevando tanto soplido ;-)
ResponderEliminarEncantado que te guste el blog, a ver si puedo volver a publicar un día de estos.
Un saludo para México!
En la mayoría de los hospitales se usa el sistema neumático, y no solo para llevar medicinas desde farmacia al box de enfermería, sino que también desde urgencias se mandan las muestras de sangre a laboratorio para tardar menos en hacer las analíticas. al menos, en los hospitales nuevos de Madrid
ResponderEliminarOtro uso es para la recogida de basuras, por ejemplo en Leganes (Madrid) y se de buena tinta que hace unos años estuvo estudiándose muy seriamente en Coslada pero se desecho por su alto coste.
Bienvenido, Sam!
ResponderEliminarSí, yo también conozco alguna ciudad cerca de Barcelona que en las zonas nuevas implantó este sistema.
Desconozco su coste, pero por lo que dices, quizás, en estos tiempos de vacas flacas resulte un peso más para las arcas de algún que otro municipio.
También he visto el sistema neumático en algunos supermercados. Creo que para enviar los billetes o cosas así hacia la caja central.
Saludos!
Es tremendo ... con lo facil y practico que habria sido implementar el arrastre por cable, incluso en la epoca de la maquina de vapor. Encima no habria hecho falta tener todo el circuito del metro al mismo nivel, las estaciones podrian estar todas a nivel de a calle y la fluidez de circulacion podria ser maxima ya el choque entre vehiculos estaria descartado, amen de que los vehiculos podrian ser mucho mas simples y ligeros.
ResponderEliminarSi alguien tiene conocimientos concretos, por favor, que tenga la cortesia de explicar que inconvenientes impidieron una solucion asi.
¿Por qué estalló el pánico? ¿Qué provocó el fracaso de este invento?
ResponderEliminarMe gustaría saber a que cosa le temía el publico o exactamente en que tropezó la popularidad de esta forma de transporte.
Se trato de un panico financiero. Una burbuja de esas.
ResponderEliminarhttp://es.wikipedia.org/wiki/P%C3%A1nico_de_1873
Ademas tuvo que ver con una compañia de ferrocarril.
Todos los negocios se vieron afectados.
Con todo, por lo explicado en el articulo el asunto no podia funcionar; el principio es sencillo pero complicado de implementar. Ademas no me aclaro como se evitaba que los pasajeros no sufrieran un meneo considerable en la arrancada y el frenado.