A mediados del siglo XVIII se usaban dos métodos distintos para fabricar las balas y perdigones en función de su tamaño. Los perdigones grandes se fundían en moldes, un método bastante obvio, aunque muy laborioso y que además producía marcas en las juntas, poco aerodinámicas. Otro método, el que se usaba para los perdigones más pequeños, consistía en verter plomo fundido a través de un tamiz suspendido varios centímetros sobre un barril de agua. El tamaño de los agujeros de este tamiz determinaba el calibre de los proyectiles.
Este segundo método tampoco era perfecto, el resultado eran perdigones con forma de lágrima, ovalados y con “cola”. Era necesario entonces pasar esos perdigones por una máquina que eliminara las imperfecciones más importantes para finalmente obtener un proyectil más o menos esférico. Para que el plomo fundido pasara a través de los agujeros formando “gotas” era necesario añadir antes arsénico, de otra manera el plomo caía formando un flujo constante y el resultado era aún peor. El problema de este método, aunque nadie había reparado en ello, era que la caída de las “lágrimas” de plomo hasta el depósito de agua era demasiado corta, unas pulgadas sólo.
Sin embargo, no sería la investigación ni la experimentación científica la que detectaría ese problema, sino que la solución le fue revelada en sueños a un fontanero de Bristol. Todo ocurrió una noche de borrachera, cuando William Watts fue incapaz de llegar a su casa y acabó durmiendo a los pies de la torre de la iglesia de Saint Mary Redcliffe. Allí Watts, se dice, soñó que la iglesia ardía y el plomo del tejado caía fundido al suelo, donde iba a parar a los charcos de agua donde se solidificaba formando perdigones que, en el sueño al menos, eran perfectamente esféricos.
Existe otra versión del sueño, tal vez más acorde con los temores de un borracho casado, en el cual Watts sueña que es su mujer, la que arroja plomo fundido desde la torre de la iglesia a través de los agujeros de una sartén. En otras versiones de la historia se cambia incluso la persona que tuvo el sueño, según estas no fue Watts, sino su mujer.
Poco se conoce de Watts, aunque es muy probable que por su negocio y por su profesión tuviera más que un buen conocimiento de las propiedades y usos del plomo. Además Bristol era en esa época un centro de la fabricación con plomo, por lo que Watts podría haber oído de los problemas de la fabricación de balas pequeñas de algún conocido, tal vez durante alguna borrachera. Sin embargo, no hay ninguna evidencia que indique que Watts tuviera conexión con la fabricación de proyectiles. Por increíble que parezca la historia del sueño, según David John Rowe, autor del “Lead Manufacturing in Britain”, tampoco hay otra teoría más racional que explique mejor la ocurrencia.
Viniera de donde viniera la idea, Watts y su esposa decidieron probarla. Escogieron para ello la torre de la iglesia del sueño donde colocaron un barril con agua en el suelo. La prueba fue todo un éxito, tras verter el plomo fundido este caía como una lluvia. Durante la caída, el aire empezaba a enfriar los glóbulos del metal, el agua amortiguaba la caída y los acababa de solidificar. No había que esperar más, Watts decidió patentar este proceso “para producir pequeños proyectiles perfectamente globulares en su forma y sin hoyuelos, muescas o imperfecciones”. En la patente que obtuvieron en diciembre de 1782, se especificaba que para perdigones pequeños la altura de caída tenía que ser de cómo mínimo 3 metros, y para los mayores de 45 metros. La patente también describía el método para producir “plomo envenenado”, es decir, plomo con arsénico, aunque no había nada nuevo en ello.
El proceso tenía una explicación científica, aunque esta no le fuera relevada en el sueño al fontanero “prodigioso”. Las gotas de lluvia, aunque muy habitualmente son dibujadas de forma similar a una lágrima, tienen realmente una forma más o menos esférica. Cuando ya llevan cayendo una cierta altura, la tensión superficial las hace adoptar la forma con menor superficie, la esfera. En el caso del plomo, su tensión superficial es mucho mayor que la del agua, por lo que al caer forma esferas mucho más perfectas.
Watts esperó unos años, hasta principios de 1785, para poner en práctica su idea. Muy probablemente dedicara este tiempo a reunir el dinero necesario, que fueran necesarios varios años, se puede interpretar como una muestra que la patente no despertó gran interés hasta que no se vio que era válida para la producción a gran escala. Ese año Watts alquiló una casa en Redcliff Hill, la misma calle en la que ya tenía su negocio de fontanería, y empezó la que sería la primera “shot tower”.
Primero, hizo más profundo un pozo que ya había en el sótano de la casa, luego conectó todas las plantas haciendo un agujero en el suelo de todas ellas. Para conseguir más altura además construyó una pequeña torre en el tejado, en total una caída de 18 metros, menos de lo que especificaba en la patente, pero parecía ser suficiente. Pese a decorar la torre en un estilo que Watts llamó “gótico”, la nueva manufactura no tardó en despertar las quejas de los vecinos, que se quejaban por las molestias que esta les causaba, especialmente por el olor. Aunque Watts parece que les hizo poco caso.
Hay una cierta confusión sobre lo que ocurrió después. Parece ser que Watts se asoció con Philip George y Samuel Worrall, un industrial cervecero y un banquero de Bristol, respectivamente. La empresa conjunta construyó una segunda torre de perdigones en Londres, donde estaba la demanda. Aunque según otros, Watts les vendió la patente por 10.000 libras. En cualquier caso, parece ser que en 1790 Watts ya estaba desvinculado de la empresa y decidió invertir el dinero obtenido en varios proyectos especulativos en Bristol. Watts compró un terreno en el desfiladero del río Avon y empezó a construir lo que sería la Windsor Terrace.
El terreno tenía unas vistas inmejorables sobre Bristol, pero su gran inclinación hizo que los costes de construcción del muro de contención se dispararan. Estas dificultades unidas a la depresión en la que se encontraba sumida Inglaterra por las Guerras Napoleónicas hicieron que Watts perdiera todo su dinero y además no pudiera acabar el proyecto. Según se cuenta, en 1794 Watts arruinado tuvo que volver a su negocio de fontanería.
Sección de la Jackson Ferry Tower en Virginia, original del Virginia Department of Conservation and Recreation
Los socios de Watts también pasaron por dificultades y tuvieron que vender la torre de Londres, obteniendo un beneficio de 2.000 libras. Con ese dinero ampliaron las instalaciones de Bristol para adaptarlas a la fabricación de más productos de plomo. Finalmente los herederos de George venderían el negocio en 1863 a Sheldon Bush and Patent Shot Co que lo mantendría funcionando hasta 1994.
Aunque Watts acabara arruinado, su método fue todo un éxito y se extendió rápidamente. A partir de 1789 empezaron a aparecer otras torres de perdigones por Londres, luego por toda Europa y más tarde en Estados Unidos. La expansión de la técnica se aceleró a partir de 1796, cuando la patente expiró. Algunos fabricantes aprovecharon para empezar a construir sus torres antes de esa fecha, y así tenerlas preparadas para cuando la patente se acabara.
Las “torres de perdigones” fueron remplazadas a finales del siglo XIX por las “torres de viento”, que usaban chorros de aire frío para reducir de manera drástica la altura necesaria. Aunque no dejó de ser un cambio menor, prueba de ello es que la torre original de Watts siguió fabricando perdigones hasta el 1968, cuando tuvo que ser derribada para ensanchar la carretera.
Fueron muchas las torres construidas, la más alta en 1882 en Melbourne, de 80 metros de altura. Aunque la altura siempre se intentaba que fuera la mínima necesaria, la construcción de la torre era de lejos la parte más costosa de una fábrica de perdigones y a más altura, más costosa. En muchos casos se intentó utilizar las ventajas de proporcionaba el terreno para hacerlas más bajas, se aprovechaban pozos mineros abandonados o precipicios. Ese fue el caso de una torre bastante peculiar la de Jackson Ferry en Virginia (USA), construida en 1807.
Una de las peculiaridades de esta torre es que al contrario que la mayoría, no fue construida con ladrillos sino con piedra, sus paredes de 75cm de grosor mantenían su interior a una temperatura fresca y constante, lo que mejoraba la calidad de los perdigones que producía. La torre se construyó al borde de un precipicio, lo que permitió que la altura del edificio fuera de sólo 23 metros, para alcanzar los 45 necesarios según la patente de Watts, se excavó un pozo vertical de otros 23 metros al que se accedía por otro lateral desde la orilla del río que discurría a los pies del precipicio.
En España hoy aún se conserva la Torre de los Perdigones de Sevilla, construida en 1890 y de 45 metros de altura. La torre formaba parte de la antigua fábrica “San Francisco de Paula”, una fundición más de las muchas que existían en la ciudad y que estaba dedicada de pleno a la fabricación de perdigones, balas y zinc en plancha. La fundición cerró en los años 50 y la torre es lo único que queda de ella.
Hoy en día se han adoptado nuevos métodos para la fabricación de perdigones. Para los más pequeños se usa el método Bliemeister, mientras que los más grandes se producen mediante troquelación y extrusión de cables de plomo. El método Bliemeister aún guarda un cierto parecido con el de Watts, aunque prescinde de sus costosas torres al reducir la altura de la caída a sólo una pulgada. Los perdigones caen sobre un recipiente con agua caliente, ruedan sobre un plano inclinado y después continúan cayendo a través del agua caliente durante más o menos un metro. La temperatura del agua se usa para controlar la velocidad de enfriamiento.
Por otro lado, los problemas medioambientales del plomo han hecho que los perdigones de acero hayan ido reemplazando los de plomo. Los perdigones de acero son producidos mediante el uso de moldes. El punto de fusión del acero, mucho más alto que el plomo, hace imposible construir una torre para perdigones de acero. Pese a todo, hoy aún existen una treintena de torres de perdigones de plomo en todo el mundo, 5 de ellas en Estados Unidos. Una de las americanas dedicada no a la producción de perdigones sino a la fabricación de polvo de plomo.
PS: En la Antigua Grecia ya se usaba el plomo para fabricar la munición de las hondas. Gracias a la gran densidad del plomo, estos proyectiles llegaban más lejos que las simples piedras.
Muchas gracias a Golias, por el descubrimiento de este tema. Un saludo!
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+info:
- Lead Manufacturing in Britain by David John Rowe in googlebooks
- The Shot Tower by Walter Minchinton in AmericanHeritage.com
- Shot Tower, in Engines of Our Ingenuity
- Shot Tower in en.wikipedia.org
- Lead working in Bristol
Vivo cerca de la torre.Actualmete tiene una camara oscura, mas alta que la del Castillo de San Jorge en Lisboa. Te ofrecen una guia visual proyectando la imagen a modo de periscopio sobre un espejo circular. Para que se vea nítidamente el día no debe ser nublado ni tampoco con demasiada luz.
ResponderEliminar--ramonimo--
el alcohol como fuente de inspiración :) aunque es de estas ideas que ahora nos parecen tan obvias que no conseguimos imaginar cómo no fueron capaces de llegar a ellas antes
ResponderEliminarQué entrada más guapa!!! Me ha gustado un montón, sobre todo, el planteamiento inicial: que la idea surgió en un delirio de noche de borrachera...
ResponderEliminarUn saludo
Muy interesante lo de la cámara obscura, realmente es otra cosa bastante curiosa, casi más que la torre en sí misma.
ResponderEliminarSí, lo del alcohol y la borrachera sin duda tiene gracia. Aunque como digo, hay varias versiones de la historia del sueño, incluso que ni existiera el sueño, quien sabe... Pero a mí me gustaría creer que es cierta ;-)
Que artículo más bonito, que manera de discurrir las mentes cuando los medios son escasos.
ResponderEliminarUn bonito sueño embriagado.
Curiosmente, Pedro Duque (si, el astronauta) nos estubo dando una charla en la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Aeronáuticos el martes pasado, y parte de la charla fue sobre este tema.
ResponderEliminarDevilHunter, bienvenido!
ResponderEliminarSupongo que la charla estaría, pues sí que es una casualidad, porque no es un tema del que se hable demasiado ;-)
A veces mi también me ha pasado, temas de los que no has oído hablar nunca y de golpe y porrazo ves en varios sitios.
Josete, como siempre un placer!
En el centro de París se conserva la torre de Saint-Jacques (entre Chatelet y el lugar donde antaño se encontraba el laboratorio de Nicolas Flamel) el campanario de una iglesia del camino de Santiago que se destruyó durante la revolución; justamente hace poco han acabado de restaurarla. Fue comprada por un fabricante de perdigones, ya que su gran altura la convertían en el lugar perfecto para su fabricación según el método descrito en el post y en el sueño del borracho. Cumplió esa función desde 1824 a 1836, cuando fue comprada por la municipalidad.
ResponderEliminarfelicidades por tu magnifico blog, lo he descubierto de casualidad y me he pasado dos horas leyendo tus posts, ineresantes al maximo!
ResponderEliminarEres un autentico buscador de historia,la verdad es que practicamente todas tus entradas son interesantisimas,soy amigo de jose manuel,meridianos,me recomendo ya hace tiempo tu blog y siempre le estare agradecido pues la ostia.Desde una forma avariciosa de verlo me gustaria que pusieras alguna entradilla entre semana,jajaja.Sea como sea lo que hay que reconocer es que trabajas de una forma altruista y eso siempre es de agradecer visto como esta el patio,GRACIAS,GRACIAS MIL,sigue asi BOVOLO,un gran abrazo.EL TIO PUMUKY
ResponderEliminarYa sabes lo que dicen... Es mejor borracho conocido que alcohólico anónimo... ;-)
ResponderEliminarUn saludo.
Impresionante investigación. Me temo que la tendré que leer entera al volver del trabajo, pero me parece que me va a encantar.
ResponderEliminarCuando salga de ganarme el pan volveré por aquí.
Lo repito, magnífico trabajo.
En Montañana, el pueblo donde vivía yo de pequeño, cerca de Zaragoza, había una torre conocida obviamente como "La torre de los perdigones". Desconozco si existe actualmente, la ultima vez que pase por allí seria hace unos 20 años.
ResponderEliminarPredicador, sí, la verdad que la gente se las buscaba para no tener que construir la torre o ahorrarse unos metros de altura, ya fuera aprovechando accidentes naturales o reusando edificios antiguos. La torre esta de París, con su majestuosidad convertida en una fábrica, que cosas!
ResponderEliminarCarlos V, bienvenido! Y encantado de que te haya gustado.
Al amigo de José Manuel, tío Pumuky, pues bienvenido a la zona de comentarios, porque al blog veo que ya hace tiempo que llegaste.
La verdad que disfruto descubriendo temas y averiguando cosas de ellos También es un esfuerzo, eso sí, pero comentarios como el tuyo, desde luego, que animan a seguir. Muchas gracias!
La petición de aumentar el ritmo, no eres el primero que la hace, pero la verdad que mi productividad no da para más, jajaja! Y además siempre es bueno dejar a los lectores con ganas de más ;-)
Iñaki, muy bueno!
ResponderEliminarSin pretenderlo, creo que la historia puede ser una buena excusa para las borracheras. Aparte de las típicas, algo me sentó mal, las mezclas, no había cenado... ahora simplemente: "estaba buscando la inspiración para hacerme rico" ;-)
Por cierto, aprovecho para repetir los consejos de las autoridades sanitarias, esos de "beber con moderación" ;-)
Anónimo de Montañana, a ver si descubro yo alguna por aquí cerca de BCN. Cuando preparé el post de el Telégrafo Óptico, me sorprendió enterarme que en sitios por los que había pasado mil veces habían habido torres del telégrafo, aunque no se conservaban, eso sí.
Golias, pues muchas gracias a ti por el tema.
Cuando empecé a buscar cosas, me sorprendió toda la historia detrás. El método y lo curioso de las torres ya me parecía más que interesante, pero luego toda la historia de su inventor....
Bueno, ya he podido leerlo todo, y sigo diciendo que es una gran entrada. Lo del sueño como origen del método es de película.
ResponderEliminarNo conocía la torre de Sevilla; supongo que en una ciudad con tantas cosas que ver resultará difícil hacer que destaque, con tanta competencia monumental como hay allí. La próxima vez que vaya, a ver si le hago una visita a la cámara oscura.
Sin embargo, sí que conozco la cámara oscura de Cádiz, que está en una antigua atalaya, la Torre Tavira. Es algo curiosísimo. La imagen se proyecta desde arriba en una mesa blanca, y ves a la gente que pasa por la calle reflejada frente a ti. En un momento dado, la guía usa un folio para levantar a un paseante de la mesa y "llevárselo" en el papel, para luego "dejarlo" de nuevo en la calle.
Lamentablemente, no conozco más en España (la de Sevilla parece que no viene en la Wikipedia; ¿alguien se anima a corregirla?).
Golias, un placer que te haya gustado. Misión cumplida ;-)
ResponderEliminarEl tema de las cámaras obscuras ha sido otro efecto "colateral" de la entrada, la verdad que no lo conocía, algo me sonaba, pero parece curioso por lo que habéis contado. A ver si voy a alguna...
Un saludo y muchas gracias por el tema otra vez!!!
buenos dias:
ResponderEliminarMe encuentro a cargo de un proyecto en Bogota-Colombia para la fabricacion de perdigones por sistema de goteo (que es el mismo que nombras en tu relato) pero hasta ahora lo empiezo a ejecutar y de golpe me encuentro con un relato tan maravilloso como este, lo que me da mas motivos para llevarlo hasta el final y matener viva la memoria del señor watts.
Quisiera obtener mas informacion tecnica sobre este proceso. si me pueden ayudar se los agradeceria.
Gracias por hacer buen uso de la internet.
Oscman
Oscar, toda una sorpresa tu comentario de primera mano. De alguien que sigue con el "oficio" de Watts.
ResponderEliminarRespecto a tu pregunta, lamentablemente, conozco poco más de lo que hay escrito en el post. Puedes probar en los enlaces del final, aunque me parece que tampoco son técnicos.
Una pregunta, ¿tenéis torre o usáis el método Bliemeister?
Bienvenido, Oscman!