miércoles, 4 de febrero de 2009

Pachinko, las tragaperras japonesas

Aunque es prácticamente desconocido fuera de Japón, los 250.000 millones de dólares que facturan los aproximadamente 15.000 salones de pachinko de todo el país dan una idea de su popularidad allí. Considerado por algunos como un vicio de vagos y ludópatas, por otros como un pasatiempo y por algunos hasta como un modo más de ganarse la vida, sus salones con decoración estridente, llenos de humo y ruido atraen cada año a unos 15 millones de jugadores dispuestos a probar fortuna con una máquina que funciona con bolas de acero, no con monedas, y que reparte como premio más bolas, jamás dinero, la ley lo prohíbe, al menos teóricamente.

Interior de un salón de pachinko, foto original de Andrés Monroy Hernández

El pachinko es una invención relativamente reciente. La primera máquina fue construida en 1920 como un juguete para niños llamado “juego de Corinto”, basado en el juego americano similar. Años más tarde, en 1930, se convirtió en un pasatiempo para mayores y aparecieron los primeros salones. Durante la Segunda Guerra Mundial todos estos salones fueron cerrados, pero al acabar la guerra se volvieron a abrir y fue entonces cuando la popularidad de este juego despegó. Lo hizo a la par que la economía japonesa que crecía y la gente empezaba a tener más dinero para gastar. Fue una época en que había salones de pachinko en todos los sitios. Incluso a veces en las grandes ciudades era más fácil encontrar un salón de pachinko que un supermercado.

Inicialmente las máquinas de pachinko eran mecánicas, en la actualidad, sin embargo, son un híbrido entre “milloncete” y máquina tragaperras electrónica. Una de las peculiaridades de estas máquinas es que se hacen funcionar con bolas de acero, no con monedas, y el premio de las máquinas no es dinero, sino bolas. Por 1000 yenes, unos 10 euros, se pueden comprar entre 250 y 1000 bolas.

Para jugar, los jugadores colocan las bolas en una bandeja que tienen las máquinas, mediante un pomo el jugador controla el ángulo en que cada una de las bolas es lanzada dentro de la máquina. Una vez lanzada, la bola comienza a bajar por un laberinto de clavos. La mayoría cae a la parte inferior de la máquina sin hacer nada, pero algunas consiguen caer en la obertura central y hacen girar la máquina tragaperras electrónica que hay en el centro de la máquina, si se hacen coincidir tres símbolos iguales en ella se gana premio.

Máquina de pachinko

Cuando la máquina tragaperras ya tiene dos símbolos iguales, sólo le falta otro para el premio, la máquina comienza a mostrar animaciones o trozos populares de películas para aumentar la excitación del jugador. Si el jugador consigue finalmente los tres símbolos iguales (las posibilidades son de 1 entre 330), la máquina entra en el modo “pago”, en el que aparte de mostrarse más animaciones y películas, se abre una abertura la parte inferior de la máquina. El objetivo del jugador es ahora introducir bolas por esta abertura, por cada bola que entra por ella se entregan 12 en la bandeja inferior de la máquina.

Después de salir del modo pago, si la máquina sigue el modo “kakuhen, si la combinación de números que muestra el LCD es impar (111, 333, 555,… en el caso que muestre números) puede entrar en el modo “fiebre. En este modo las probabilidades de obtener otro “premio gordo” se multiplican por 10, es decir, si antes eran de 1 entre 330, ahora pueden pasar a ser de 1 entre 33. Si la combinación no es una “kakuhen” otra puertecita más grande que la central (la que hace girar la máquina tragaperras) se abre, haciendo más fácil producir giros de la tragaperras. Después de 100 giros, sino se vuelve a producir un “premio gordo” la máquina vuelve al modo normal.

Las máquinas de pachinko son muy variadas, tanto en lo que respecta a su decoración exterior como su funcionamiento interior. La duración de los modos, el tamaño y colocación de las puertas varían, lo que hace que en unas máquinas den premios con mayor frecuencia que otras.

Si la sesión de juego ha sido propicia, el jugador de pachinko acabará cargado con un montón de bolas, que puede utilizar para seguir jugando o intercambiarlas en el salón por algún premio, ya sea un bolígrafo, un encendedor, algún aparato electrónico o incluso bicicletas. Pero jamás por dinero, las leyes japonesas y de Taiwán (donde el juego también es popular) no lo permiten.

Bolas de pachinko

La ley se respeta a rajatabla dentro del salón, pero suele ser habitual, que en las proximidades del salón haya un lugar de cambio de bolas por dinero. La cual cosa es tolerada por la policía porque, al menos teóricamente, el salón de pachinko es independiente de los locales de cambio.

Existen otras dos maneras con las que el jugador puede acabar obteniendo dinero. La primera es mediante la obtención de vales descuento para supermercados y la segunda, un tanto más rebuscada, es revendiendo los premios obtenidos en el salón en una tienda asociada al salón de pachinko que hace las veces de casa de empeños y recompra los premios de los jugadores, aunque siempre con descuento respecto a su precio de calle, entre el 10 y 30%, lo cual siempre supone una pérdida al jugador.

Un lugar como un salón de pachinko no podía carecer de su código, no escrito, de conducta y etiqueta. La primera de las normas de este código, es que los empleados del salón no pueden decir a los jugadores como intercambiar sus regalos por dinero por motivos legales, así que se espera que los jugadores descubran esta información por su cuenta. La segunda regla es un tabú: un jugador jamás puede tocar las bolas de otro.

Las estrategias para ganar son variadas, en Japón hay muchos libros y revistas que enseñan cómo sacarse un sueldo jugando al pachinko, pero la más efectiva es tener un “informador” de entre los empleados del salón, que informe de cuáles son las máquinas que han sido configuradas para dar más premios. En algunos casos, esto tampoco garantiza el premio, pues hay algunos salones que comparten esa información con los miembros de su club, por lo que no es tarea fácil hacerse con una de las máquinas “buenas” dado que es habitual que haya colas de jugadores a la entrada de los pachinkos antes de que abran.

Otra manera de intentar ganar es deduciendo el patrón que sigue el salón para repartir las máquinas que dan más premios, aunque ocurre lo mismo que con el anterior, no siempre es fácil hacerse con esos sitios. Los propietarios de los salones suelen poner las mejores máquinas en las partes más visibles del salón, más próximas a la calle, para atraer a más jugadores. La picaresca llega hasta tal punto, que algunos de los jugadores que se sientan en las mejores máquinas, y que acumulan de manera ostentosa bolas y bolas, no son jugadores reales sino que están realmente a sueldo del salón.




Starwars pachinko, ver vídeo en youtube.com

La manera más segura de intentar ganar, o tal vez sería mejor decir no perder demasiado, es no cambiar de máquina. Si se ha acertado con la máquina que se ha elegido, se ganará dinero, pero sino, se minimizaran las pérdidas, puesto que incluso las máquinas “malas” tarde o temprano acaban dando algún premio que permite compensar, aunque sólo sea en parte, las pérdidas. Muchas máquinas han sido manipuladas para que si el jugador ya ha perdido una buena cantidad de dinero, repartan algunos premios, el objetivo es sacar el máximo dinero posible del jugador, pero sin desanimarle para que vuelva otro día.

Otra estrategia es escoger las máquinas en las que parece más fácil introducir bolas por su puerta central, en principio esto maximiza el número de giros de la tragaperras, pero los premios siguen dependiendo de cómo haya sido configurada la tragaperras.

El sector del pachinko comparte la mala fama y estigmatización que en otros países sufren los casinos o las tragaperras. Por un lado, está muy extendida la creencia de que existen conexiones entre los pachinkos y la mafia japonesa, o incluso con el gobierno norcoreano, no en vano, casi el 40% de los pachinkos son regentados por ciudadanos de ese país, el otro 50% por surcoreanos.

Otro aspecto que no ayuda a mejorar la imagen de los salones de pachinko es que al tratarse de una actividad que bordea lo ilegal, en Japón las apuestas están prohibidas por ley, muchos salones pagan un “impuesto de juego” a la policía. Así la policía, en general, los tolera y las veces que actúa contra ellos, lo hace contra salones que han alterado la probabilidad de dar premios de manera demasiado descarada, o los que cambian el funcionamiento de las máquinas cuando están en uso, cosa totalmente prohibida.

Entrada de un salón de un salón en Tokyo, foto de Stefan Le Du

Aunque hoy en día sigue siendo una industria potente, la época dorada del pachinko fue años atrás, a mediados de los 90, cuando más de 44 millones de japoneses jugaba habitualmente, un tercio de la población total, y el sector llegó a facturar unos 300.000 millones de dólares. A partir de entonces el negocio empezó a decaer, aunque lentamente. La crisis, la preferencia de los más jóvenes por los videojuegos o su sempiterna mala imagen empezaron a pasar factura y en 2006 los ingresos habían bajado a “sólo” 257.000 millones.

Ante esta situación el sector se dio cuenta que era necesario lavar su mala imagen y atraer otro tipo de público si quería cambiar esta tendencia. Para empezar se mejoró la apariencia de sus locales, dejando atrás la imagen de antro lleno de humo e intentado adoptar una apariencia mucho más elegante y familiar, donde se pueda, por ejemplo, ir con los niños. También se adoptaron medidas para mejorar la imagen corporativa del sector, adoptando una mayor transparencia financiera, en un intento de callar esos rumores de conexión con la Yakuza o evasión de impuestos a Corea del Norte.

Gracias a estas medidas, y aunque la industria del pachinko aún le queda un largo camino por recorrer, su imagen va mejorando. Los jugadores que se gastaban grandes cantidades de dinero con la esperanza de llevarse un premio gordo van disminuyendo, y van dejando lugar a otro tipo de clientes, por ejemplo el número de mujeres que frecuentan los salones ha subido, y ya representan un 35% del total de jugadores, cuando hace una década era de tan sólo el 20%. Esta nueva situación también ha producido una concentración del sector, apareciendo grupos mayores que incluso intentan salir a bolsa, algo impensable hace una década.

posts relacionados:
- Burakumin, los “intocables” del Japón
- Sati, ¿amor eterno o suicido a la fuerza?

+info:
- Pachinko in en.wikipedia.org
- Pachinko en es.wikipedia.org
- As Japan Struggles, Pachinko Evolves in TheNewYorkTimes
- New Image for Japan’s Pachinko Parlors in BusinessWeek
- Pinball wizards in Japan tilt toward a shake-up in International Herald Tribune

17 comentarios:

Carlos OC dijo...

Joer, que video mas horroroso. Hay gente que se rie de lo tontas que son las moscas y mosquitos que van hacia la luz del matamosquitos y palman. A mi me pasa algo parecido con esto y las tragaperras. ¿A quien le resulta atractivo esos sonidos estridentes y tanta lucecita?

Cuando lei el precio de las bolas dije, ah pues son baratas, pero viendo al ritmo que se gastan...

Bovolo dijo...

Jajaja!

Voy a tener remordimientos por haberlo puesto, pero llevas razón es horrible! Recomiendo ponerlo a pantalla completa y con el volumen a tope ;-)

Yo lo de las máquinas tragaperras, reconozco que cuando estoy en un bar a veces la mirada perdida acaba en ellas con sus luces, especialmente si la conversación no acompaña.... Pero no juego jajaja!

Un saludo, Orayo!

padawan dijo...

Uf! que estridentes son los japoneses!!! Todo ese ambiente con tanto neón, luces, y música estridente me parece muy sórdido. Me recuerdan siempre a Neuromante.

Por otro lado, las tragaperras, su nombre es completamente descriptivo. Saber lo mínimo de estadística es el mejor remedio contra estas máquinas

Bovolo dijo...

Bueno en los nuevos pachinkos se ve que han cambiado el look del sitio, pero estos esta claro que entre la combinación de colores, ruidos y luces no parece un sitio con mucho glamour.

Las canastillas cargadas de bolas tampoco ayudan ;-)

En este caso, había pensado de poner ese título al artículo, físicamente son tragabolas, aunque conceptualmente sean tragaperras ;-)

Un saludo!

Anónimo dijo...

Pachinko... la verdad, todo lo que sea un juego de azar (o se le parezca) no tiene nada de divertido (¿qué tiene de bueno un juego en el que sólo te diviertes si ganas?).

Lo de la policiía japonesa es casi para un artículo aparte: Tengo entendido que en japón tiene muy mala fama porque los policias son considerados poco menos que cobardes pusilánimes (es lo que he leído, no lo afirmo (http://marcjapan.wordpress.com/2007/06/03/la-policia-japonesa/)) puesto que suelen rehuír los problemas.

El pachinko es un juego que trata de mantenerse en ese país por medios bastante curiosos actualmente... de hechoi, he visto un pachinko basado en el mundo de Castlevania (¿matar a Drácula por enésima vez a base de bolazos en los piños...? Habría que verlo XD).

Por allá ya forma parte de la cultura popular, por muy mala fama que tenga: http://www.youtube.com/watch?v=JNG3Pi0FDm4

Interesante artículo ^_^

Anónimo dijo...

No recuerdo donde, oí que después de la guerra uno de las causas del resurgir del pachinko era la enorme cantidad de rodamientos que habían quedado sin destino, al desmantelarse la industria militar nipona (no tiene que ver, pero fue también el desarrollo de rodamientos durante la guerra lo que hizo que un invento antes difícil de fabricar ahora se pudiese hacer en masa: el bolígrafo).

¿Alguien recuerda unas curiosísimas máquinas tragaperras que había aquí en España a principios de los 80? Metías un duro, y este corría de canto por una pista inclinada hacia unos blancos que simulaban bolos. En realidad había que tener suerte para acertar, pero no eran como las tragaperras, porque no tenían un porcentaje fijo de premios para entregar. Desaparecieron al poco de popularizarse las tragaperras actuales.

Anónimo dijo...

No soporto las tragaperras.
Me aburren. Además recuerdo que el primer programa que conseguí modificar de niño, en mi antiguo Spectrum era una tragaperras. Ví como estaba programada, que todo era un engaño, que no había posibilidad de elección.
Lo de las bolitas es interesante.
Estos romanos, digo nipones, están locos
Salu2

Bovolo dijo...

Markos, el programa de la tragaperras es un clásico, en los libros de Basic de spectrum o MSX no faltaba nunca.

Junto con el de la balanza ;-) y el del "Hello World"!

Jeshua, algún poli bueno tiene que haber, yo recuerdo el de "Black Rain" ;-) Creo que el pachinko al combinar, en cierta manera, tragaperas y pinball, pues es un poco diferente de las tragaperras típicas. Aunque el pinball tampoco es que esté muy de moda :-)

Golias, no recuerdo yo esas máquinas, aunque por esas fechas era muy pequeño. Aunque tu descripción me ha recordado, no porque se parezcan, sino por el tipo, las máquinas estas que hay en las ferrias con un gancho robotizado...

Eso de los rodamientos me ha parecido curioso también... mira no sabían que hacer con las bolas y....

Saludos a todos!

Anónimo dijo...

Vaya, por fin he encontrado una foto de la de los duros (conocida como bolerín). Ahí va el link:
http://www.marcianitos.org/foro/showthread.php?t=5883&page=10.

La foto está como a la mitad, y aunque no se aprecia el mecanismo bien sí se ve la palanca para dirigir la dirección del duro. Además, en la siguiente página del hilo, viene el "Monza", un juego de conducción puramente mecánico que funcionaba con una peseta rubia, y con el que yo he jugado hace algo así como 30 años.

Bovolo dijo...

Muchas gracias Golias por los enlaces, realmente las máquinas. Realmente las máquinas tienen solera, ese uso de la formica, esa gran madera noble.

La verdad que la de los bolos, no me suena nada. Pero la otra de los coches... aunque creo que me estoy confundiendo con una de las primeras máquinas de marcianitos.

Era una que había dos volantes y podías competir con otro jugador (no recuerdo si había más de 2). En un circuito estático en la pantalla. Pero lleno de curvas. Era una de las primeras... de la segunda ronda.

Por cierto, el bolerín no puede competir con el pachinko, le faltan más lucecitas, pantallas.... bueno a lo mejor si hicieran un versión moderna ;-)

Un saludo Golias!

Anónimo dijo...

Huy, el "Monza" es muchísimo más primitivo. Verás, es básicamente un gran tablero con plataformas de plástico. La peseta con la que juegas entra por la parte superior. Todo el tablero está unido al volante, de forma que si giras el mismo el tablero se inclina en su dirección. Las "curvas" se pasan inclinando el tablero lo suficiente como para que la peseta ruede, pero no tanto como para que se salga (y vaya al cajetín de las monedas por los conductos laterales). El problema está en que, siendo las curvas a un lado una vez y otro el siguiente, es fácil pasarte de giro y, al evitar caer en una curva, hacerlo en la siguiente. Si eres lo suficientemente bueno, pasas todas las curvas, y al cruzar la meta tu peseta sale de la máquina y la recuperas. Insisto, es totalmente mecánico, sin gota de electrónica. Auténtico entrenimiento "low-tech".

Un saludo.

Bovolo dijo...

Sí, sí ya veo q es low-tech ;-)

Entonces debe ser parecido a un juego, no se si lo recordaras, era de la RENFE, tenía una rueda que giraba por un circuito. Entonces la cosa era conseguir dar la vuelta al circuito sin que se cayese la rueda. La rueda era tipo yoyo.

Sería como si el circuito fuera un 8, lo pones en vertical y lo vas girando para que la rueda se mueva, cuando pasabas por los puntos con más pendiente, tenías que tener más cuidado porque la rueda se movía más rápido y tenías que ir girando el circuito a la par, uy! que lío!

Bueno, la gracia era mantener el ritmo entre rueda y giro, para que esta siempre estuviera sobre plano.... más o menos!

Que tiempos!

PS: el juego este no era muy popular, pero lo anunciaban en un concurso de TVE, no recuerdo el nombre, pero lo presentaba el Jordi Hurtado.

NaN dijo...

Uff, menos mal que has mencionado Taiwan, estaba por darte con el mechero! :)
La verdad esque yo he estado en algunos y dan el mismo mal rollo que los salones de tragaperras en Benidrom.
Los tios vestidos de negro con calcetines blancos y el cigarrito en la boca(en la puerta que dentro no s epuede fumar)

En ferias hay pachinkos para niños, donde el premio son peluches y juguetes. No son mas que tablas con clavos y gomitas que las van cambiando para haccer recorriedos diferentes :)

Enga un saludo y enohrabuena por el blog el cual sigo desde hace 1 año, aunque nunca te lo dijese :)

Bovolo dijo...

Bienvenido NaN!

Menos mal que no me dejé lo de Taiwan ;-) Además veo que debes ser uno de mis lectores más antiguos ;-)

Interesante tu aventura... debe ser toda una experiencia vivir en Taiwan, yo no he estado por ahí nunca, pero justamente en Tailandia (ese país que dices que la gente confunde con Taiwan) sí. Y era tan diferente de Europa.... Debe ser difícil adaptarse, me supongo.

Un saludo!

Anónimo dijo...

!Qué curioso, Bovolo! El otro día, mientras preparaba mi último post, estuve dudando en dedicar una entrada al Pachinko. Luego lo descarté, porque en realidad suelo decantarme por rastros por los que siento afinidad o que veo con un futuro comprometido. Y no creo que el pachinko caiga en ninguna de las dos categorias. Sencillamente, me parece un extravío curiosísimo, pero también bastante intimidador.

Por cierto, la idea me la ofreció un ya mítico docuumental de Wim Wenders: Tokyo-Ga. Si podéis haceros con él, veréis que se habla mucho del pachinko, explica cómo su más poderoso efecto es una especie de hipnosis que hace que uno se olvide de sí mismo y suspenda su mente. El hecho de que su auge coincidiera con el fin de la Segunda Guerra Mundial, cuando los japoneses habían de olvidar un cataclismo nacional refuerza la teoría.
Era especialmente apasionante la descripción del oficio de repasador de clavos de pachinko: alguien que todas las noches cambiaba los circuitos y desviaba los clavos para que la máquina que un día te había hecho ganar, al siguiente te arruinase...

Y un comentario derivado de quienes comentan que los japoneses son estridentes. Hubo una época en la que me dediqué a trabajar con aparatos de sonido, ecualizadores y mandangas de esa. Escuchando y hablando con fabricantes e ingenieros de sonido, descubrí que los equipos japoneses dan un sonido más chillon, más brillante, que los europeos o americanos. Se trata de una característica intimamente relacionada con su sentido del oido y su propio gusto: en efecto, tienen propensión a lo estridente.

Bovolo dijo...

Gracias por tu comentario, Alexandre, tan documentado como siempre ;-)

Muy curioso ese dato de lo estridente de los aparatos de sonido japoneses.

A mí el pachinko me llegó a través de un par de amigos que visitaron Japón. Y echaron unas partiditas. Me dijeron lo de las bolas, que ya tiene su aquel, y lo de que no dan dinero como premios pero luego fuera del salón siempre había gente "independiente" dispuesta a comprar las bolas.

Es un tema un poco diferente, pero me pareció lo suficientemente raro cuando me lo explicaban mis amigos, como para interesarme.

Salut!

PS: también curiosa la coincidencia, casi simultaneidad entre este post y el tuyo, que lamentablemente no escribiste :-(

Anónimo dijo...

un conocido tiene una de esas maquinas pero de las primers la verdad quizas se consideraria una clasica , alguien sabe de alguien que las compre?