Durante 30 años, la clase alta de Manhattan pagó buenas cantidades de dinero para oír a esta mujer robusta masacrar melodías: la diva del alboroto, la condesa de la cacofonía. En sus recitales semi-privados se disfrazaba de su Ángel de la Inspiración con un vestido largo de tul, una diadema y un par de alas. Acompañada de Cosmé McMoon, un pianista que hacía caras raras, comenzaba su número de apertura, habitualmente el aria “Reina de la Noche” de la “Flauta mágica” de Mozart. En breve, la audiencia quedaba atrapada por una ráfaga de sonidos similares a los que producirían un grupo de gatos callejeros.
Ella se consideraba una gran soprano ligera, se comparaba con sopranos de renombre como Luisa Tetrazzini, sin embargo era incapaz de mantener una nota. Su voz oscilaba bruscamente de los agudos a los susurros de tal manera que su acompañante tenía que hacer esfuerzos para compensar sus errores de ritmo y variaciones de tempo. Sin oído ni ritmo, ocasionalmente acababa entonando el tono correcto, aunque sólo fuera por casualidad. Cuando intentaba las notas más elevadas, su boca continuaba moviéndose intentado formar las palabras, pero su garganta no la seguía y enmudecía. Su dicción tampoco acompañaba, especialmente cuando cantaba en alguna lengua extranjera. La audiencia tenía que hacer verdaderos esfuerzos para evitar las carcajadas.
Después de destrozar “Die Mainacht“(La noche de mayo) de Brahms, Florence anunciaba un breve intermedio, al poco regresaba a la escena vestida de Carmen, con mantón de encaje y una peineta enjoyada, castañuelas y un cesto de rosas rojas. La audiencia permanecía absorta mientras Florence entonaba el “clavelitos”, acompañando la canción con sus castañuelas mientras arrojaba, una a una, las rosas al público, cuando se le acababan lanzaba el cesto, y luego las castañuelas. Sus fans, y tenía muchos, sabían que “Clavelitos” era su canción favorita, así que era habitual que le pidieran un bis. En esos casos Florence enviaba a Cosmé a la audiencia a recoger las rosas, la cesta y las castañuelas. Una vez todo estaba de vuelta, ella repetía el espectáculo.
Florence Foster Jenkins cantando Der Holle Rache en youtube.com
Después de otro intermedio venía el gran final, esta vez Florence entraba en la escena vestida como la refinada camarera Adela de “Die Fledermaus”. Su número habitual de cierre era la operística “Canción de risa”, una buena elección, ya que llegados a este punto la audiencia no podía aguantar por más tiempo las carcajadas. El final siempre era el mismo, un aplauso ensordecedor.
Nacida en 1868, Florence era la hija de Charles Dorrance Foster, un respetable banquero de Pensilvania. Cuando era niña tomó clases de piano, entonces, al cumplir los 17, quiso irse a Europa a continuar esos estudios. Sin embargo su padre no estaba dispuesto a pagar el viaje, por lo que Florence se acabó fugando con un joven médico de Filadelfia apellidado Jenkins. Durante este tiempo, Florence se ganó la vida como profesora y pianista, pero el matrimonio no acabó de funcionar. Jenkins tampoco apoyaba su “carrera musical” y en 1902 se divorciaron. Su padre moriría unos años más tarde, en 1909, y dejó a Florence su fortuna, ella enseguida de mudó a Nueva York, decidida a empezar una carrera como cantante de ópera. La muerte posterior muerte de su madre en 1928 aún le dio más libertad.
A pesar de su falta total de talento, Florence se introdujo en el mundillo musical, en parte gracias a fundar y financiar el Verdi Club, dedicado a promover la carrera de los artistas y músicos americanos. Además del club, un surtido número de organizaciones caritativas la tenían en alta estima por los conciertos benéficos que organizaba para ellas. Como ella misma financiaba dichos actos, Florence se sentía con la autoridad suficiente de incluir sus actuaciones en ellos. Tras tomar clases de canto hizo su debut en Manhattan, fue en abril del 1912, poco después del desastre del Titanic.
El talento que le faltaba a Florence como cantante, le sobraba como organizadora y recaudadora de fondos, además era una persona apreciada por sus muchos amigos de Nueva York, que la consideraban una persona modesta en todas las cosas, excepto en sus delirios musicales. En sus recitales siempre había una buena asistencia de público. Enrico Caruso y otras figuras respetadas del mundo de la música solían acudir. Por lo que respecta al público en general, Florence exigía que acudieran primero a su suite en el Hotel Seymour, donde los sometía a una especie de interrogatorio. Los tickets de sus conciertos, les informaba, sólo estaban a la venta para los auténticos amantes de la música. A aquellos que pasaban la prueba con éxito, les permitía comprar una entrada por 2.5 dólares, muchos de las cuales eran revendidas hasta por 10 veces esa cifra.
El momento cumbre de su temporada musical era el concierto privado que daba cada año en el hotel Ritz-Carlton. Para este concierto era imposible hacerse con entradas, pues sólo se accedía con invitación, que sólo poseían una selecta lista de 800 personas. Cada año, las multitudes se agolpaban a la entrada y era necesaria la presencia de la policía.
En 1943, el taxi en el que viajaba Florence sufrió un accidente. Lo que podría haber sido un drama se convirtió en una bendición. Cuando se recuperó descubrió que podía cantar un tono más alto que antes. Así que en vez de denunciar al taxista, Florence le obsequió con una caja de habanos como muestra de agradecimiento.
Florence Foster Jenkins cantando Bell Song from Lakmé en youtube.com
En 1944, a la edad de 76, finalmente cedió a la demanda popular, y decidió realizar un recital totalmente público en el Carnegie Hall, eso sí, sólo por una noche. El concierto fue anunciado con tiempo y agotó las entradas con varias semanas de antelación, más de 2,000 personas se quedaron sin ella. El 25 de octubre los asistentes la aplaudieron mientras entraba en escena con su diadema y sus alas de plumas, una tanto desaliñadas después de décadas de servicio. Mientras aullaba la “Bell Song” de “Lakme”, los gimoteos de los críticos musicales fueron apagados por las carcajadas del público, la interpretación “Clavelitos” fue recibida con incontables “bravos”.
Ese fue su último y más grande triunfo. Florence Foster Jenkins sufrió un ataque de corazón una semana después y murió en la suite de su hotel el 26 de noviembre. No dejó ningún familiar directo, así que los miembros del consejo del Verdi Club fueron los beneficiarios de su herencia, y sus alas. Su obituario en el World-Telegram decía así: “Era sumamente feliz en su trabajo. Es una pena que tan pocos artistas lo sean. Y la alegría se transmitía como por arte de magia a los que las escuchaban”.
Los 32 años de carrera musical de Florence fueron tan rocambolescos que se llegó a decir que todo había sido una elaborada broma. Sin embargo, hay pocos hechos que sostengan esas opiniones. Además esta visión de la carrera de Florence entra en contradicción con otro rumor, que afirma que la muerte de Florence fue debida a las mofas de los críticos tras su actuación en el Carnegie.
Todo parece indicar que Florence murió con el mismo sentimiento de confianza que la acompañó durante su vida artística, durante la que siempre creyó que las carcajadas de la audiencia provenían de los “celos profesionales” que consumían a sus rivales. Las críticas las rechazaba diciendo “La gente puede decir que no se cantar, pero nadie podrá decir que no canté”. Lo cierto es que Florence se convirtió en vida en un personaje muy popular. Tal vez la crueldad con la que los críticos trataban su arte, en vez de desanimar al público, sirvió para picar su curiosidad. El público que acudía a sus espectáculos no salía decepcionado, pues la diversión estaba garantizada.
PS: Florence grabó 9 arias en 5 discos de 78rpm, que fueron más tarde reeditados en 3 CDs: The Muse Surmounted: Florence Foster Jenkins and Eleven or Her Rivals, The Glory (???) of the Human Voice y Murder on the High C’s.
posts relacionados:
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- La gran mentira de la Tierra Redonda
+info:
- Happy in her work in The Daily News (link a la versión archivada)
- Florence Foster Jenkins en es.wikipedia.org
Si bien hay gente que no tolera estropicios musicales, la hay quien gusta de ver cómo alguien disfruta de lo que hace contra viento, marea o cualquier crítica que le caiga encima.
ResponderEliminarNo voy a opinar acerca de cómo suena (porque no puedo: En este ordenador no se pueden ver los vídeos : P) pero, por lo escrito, hay que reconocerle el mérito de no cansarse nunca. Estoy seguro de que intuía perfectamente que no era la artista que proclamaba ser (de ser cierto que no era consciente en absoluto ^_^U) pero, desde luego, parece que llevaba su "genio" con una dignidad mucho mayor que bastantes "artistas basura" actuales (no pienso dar nombres...).
Ella era feliz, sus fans también, hacía sufrir a sus críticos (aunque imagino que alguno habría caído encantado ante esos ejercicios de lo que "no se debe hacer en el escenario") y dejó su propia leyenda tras de sí. Digo yo que para ser tan "mala" algo sí que hizo bien ^_^
Qué sórdido.
ResponderEliminarEl ridículo ajeno es como un imán para muchas personas. Chapó por los que lo adoran genuinamente.
Jeshua, te recomiendo que la escuches ;-) la verdad que suena un poco "diferente", sí!
ResponderEliminarPero estoy de acuerdo, seguro que había muchos que podrían hacerlo mejor, pero no tantos que le echaran tantas ganas.
En casos así, creo que si el entusiasmo no es acompañado por soberbia, ni hay víctimas inocentes ;-) sólo queda decir chapó, como bien dice Orayo.
Por alguna extraña razón me recuerda a American Idol...
ResponderEliminarHace como un año la escuché mientras iba en el coche. Radio 2 hizo una votación pidiendo que los oyentes designasen a la peor cantante de ópera de todos los tiempos, la reina del "bruto canto", decían. Creo que esta era la ganadora (más que nada, porque los detalles de su vida concuerdan). Por otro lado, había muchas otras candidatas, según comentaban. No sé si se podría encontrar más información de esta votación mandando un correo a Radio 2.
ResponderEliminarAún no he oído esta grabación, pero la que ponían en la radio era sencillamente espantosa, si bien muy divertida.
Esta mujer tenía mas constancia y ganas que cantar que miedo al arte escénico y lírico.
ResponderEliminarUna de muy pocas. Lo importante de un artista es sentir la música, fundirse en las notas, vibrar con el sonido y por suerte ella, lo llevaba dentro de su alma.
Suena un tanto raro su canto pero su afán lo supera.
Para mi gusto, Florence Foster, no fue más que una aficionada a la ópera. Sinceramente, no sabe cantar, un gallo lo haría mejor.
ResponderEliminarComo todo en esta vida, el dinero, hace andar al cojo, ver al ciego y hacer guapo al feo. Y por qué no, tambien hace cantar al que no sabe.
Es muy interesante este post, no tenía conocimiento de la historia de esta mujer.
Un saludo.
DerWittenbergman, nunca he visto American Idol, pero aquí en España hemos tenido algo, me temo que parecido, OT (Operación Triunfo), y ahora que lo dices.... aunque bueno en OT la gente se supone que iba a aprender.
ResponderEliminarGolias, si encuentras más información ya me dirás, por lo que cuentas, muy probablemente sea esta. En muchos sitios la consideran como la peor, todo tiene su mérito ;-) malos hay muchos, pero el peor como ocurre con el mejor, sólo hay uno.
Hispanus, está claro que si no hubiera tenido dinero para financiarse su propia carrera, lo hubiera tenido difícil para encontrar un mecenas ;-)
Jelens, la verdad que suena "rarito"... pero ganas no le faltaban, de eso no cabe duda, más cuando se suena así de.... "raro".
Pocos datos más te puedo dar, me temo. El programa era "Clásicos Populares", pero dejó de emitirse a finales de Julio de 2008, tras 32 años en antena, debido a la jubilación anticipada de su director. Ahora le substituye otro programa similar, "Música sobre la marcha". La sección "Bruto Canto" era fija, por lo que parece. Si fue fija durante los 32 años, debían tener material en cantidades industriales.
ResponderEliminarEs muy probable, dado el número de resultados que me salen en Google al poner "Clásicos Populares", que haya muchos antiguos seguidores del programa que puedan dar datos acerca de este tema; o bien que se puedan conseguir enviando un correo al programa que ahora se emite; o quizá incluso intentando contactar con el antiguo director.
Es muy poco certero definir el canto como un arte o expresión relacionado a la afinación tonal, y mucho menos, a la afinación tonal occidental.
ResponderEliminarCabe señalar que existen muchas formas de canto que no necesariamente coinciden con la afinación en este sentido, como la música oriental (o no occidental)en la gran mayoría de sus casos.
Quizás ella hubiera sido una gran cantante de música popular china o arabe, pero el camino que eligío, obvio de acuerdo a su cultura y medio social, no fué el mas propicio para sus capacidades vocales.
A mi solo me sorprende el hecho de que halla personas que insistan en caber dentro del status de reconocidos o "famosos".
Por otra parte, mi madre me hizo dormir cantando cuando niño, ahora soy musico profesional y creo que no la invitaría a cantar opera sobre un escenario, y justamente por el amor que tengo a mi madre y a la música.
A mi me recuerda aquella historia que Goscinny usó para una historieta de Lucky Luck, la del "Emperador de los Estados Unidos"
ResponderEliminarSeguro que no cantaba bien, probablemente no estaba del todo en sus cabales, pero se ve que era una persona agradable y con encanto que usó su dinero para buenos fines y disfrutó en su propio estilo. Ojalá todos pudiésemos decir lo mismo. :)
Satur, que buena pinta tiene la historia de ese hombre. Creo que me la apunto para un post futuro.
ResponderEliminarMuchas gracias!!
Guruguru3, acabo de ver tu comentario... Sorry!
ResponderEliminarSobre gustos no hay nada escrito. Y muchas veces vienen determinados por convenciones culturales que otras culturas no comparten. En el caso de la música china algo había oido...
En casos, como el que tú cuentas de tu madre, no hay color ;-) No se si canta bien, pero si hizo que te hicieras músico... que más se puede pedir?
Un saludo!
No conocía este caso. Está claro que cantar. lo que se dice cantar no es que lo hiciese muy bien. Pero está claro que disfrutaba con lo que hacía.
ResponderEliminarMuy interesante.
Un saludo
Tripiyon
Sólo comentar que la foto con el pianista me parece que se corresponde con otra soprano (una de las más grandes además), Kirsten Flagstad. Si es así, no estaría de más corregir el error :-)
ResponderEliminarMuchas gracias!
ResponderEliminarLlevabas razón era Kirsten Flagstad, he visto el mismo error en otros blogs :-(
Espero no haber hecho demasiado dañoa la imagen de Kirsten.
Saluods!
Muy buen ojo, por cierto ;-)
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