Eilmer, como William, era un monje benedictino de la abadía de Malmesbury, que en aquellos tiempos era un lugar rico, tanto en lo material como en lo cultural. En el siglo XI la abadía contaba con la segunda biblioteca más grande de Europa y era considerado uno de sus más importantes centros de conocimiento. La vecina ciudad de Malmesbury había sido hasta poco antes del nacimiento de Eilmer la capital de toda Inglaterra bajo el dominio del rey Athelstan, rey que sería enterrado en la abadía.
Eilmer era una persona con estudios de astronomía y conocimientos prácticos de mecánica. William nos habla de los logros de Eilmer en su “Crónica de los Reyes de Inglaterra” (1120). Aunque desconocemos con exactitud la fecha de nacimiento de Eilmer, se cree que fue en torno al 980. William nacería casi un siglo más tarde, hacia el 1080. Así que no queda duda que su testimonio no es directo, sino que habría oído la historia de otros monjes mayores, que podrían haber conocido a Eilmer de joven o incluso haber sido testigos de su vuelo.
A causa de un error de Ralph Higden en su “Polycronicon” del 1352, Eilmer es conocido como Oliver. William en su libro, escrito en latín, usa Eilmerus.
Según nos cuenta William, el día del famoso vuelo, Eilmer ajustó las alas a sus manos y pies, y se lanzó desde lo más alto de la torre de la abadía. Allí aprovechando el aire, Eilmer llegó a “volar” una distancia superior a un “furlong”, es decir, unos 200 metros. Pero “agitado por el viento y la corriente del aire, además de por la consciencia de su arriesgado intento, cayó y se rompió sus piernas, quedando cojo de por vida”.
Este primer vuelo no desanimó a Eilmer que en seguida comenzó los preparativos del segundo. Tras analizar los problemas técnicos que había tenido, creyó que si equipaba su artilugio con una cola tendría más estabilidad y podría controlar mejor la maniobra de aterrizaje. Sin embargo ese segundo vuelo jamás llegaría a producirse, puesto que el abad le prohibió que volviera a arriesgar su vida en futuros intentos, y Eilmer obedeció, y no lo volvería a intentar en el medio siglo que permaneció en la abadía.
William nos narra la historia de Eilmer, sin darle mucha importancia, como un inciso en su crónica sobre los reyes ingleses, cuando trata de la aparición en los cielos de un cometa que siempre traía cambios, amenazas y destrucción “a los reinos”, este cometa sería el que ahora llamamos Halley. Según William, Eilmer tuvo la suerte de contemplarlo dos veces en su vida, este hecho ayuda a datar su nacimiento. La primera cuando era un niño en el 989 y la otra, ya de mayor en 1066. En ambas ocasiones los temores se confirmaron y la aparición del cometa vendría seguida, la primera vez por una ola de incursiones vikingas sobre Inglaterra, que llegarían hasta la abadía Malmesbury, y la segunda por la invasión normanda de William el Conquistador.
La historia del vuelo de Eilmer ha sido contada muchas veces, primero por eruditos medievales, más tarde por enciclopedistas y más recientemente por los primeros que creyeron en la capacidad de volar del hombre, allá por el 1850. Los primeros intentos modernos de estudiar Eilmer y su vuelo fueron los de la profesora Lynn White en su artículo “Eilmer of Malmesbury, un aviador del siglo XI” (1978). White tuvo en cuenta el entorno cultural que habría podido incitar a Eilmer a volar, así como los conocimientos mecánicos y científicos que pudiera tener.
Los aspectos técnicos, tales como los materiales disponibles, la altura necesaria para alcanzar el ángulo apropiado para el planeo y las opciones de las que disponía Eilmer en Malmesbury, así como el impacto del viento en la aventura han sido todas analizadas en profundidad por Maxwell Woosman en su libro: “Eilmer, Monje de Malmesbury en el siglo XI: El vuelo y el cometa” publicado en 1986.
De acuerdo con White y Woosnam, la abadía de Malmesbury habría contado en aquel tiempo con la típica torre sajona, de unos 24 metros de altura. La abadía está situada en lo más alto de una colina con una pronunciada caída de entre 15 y 18 metros hacia el río, que se encuentra a escasos 200 metros de distancia en sentido norte y oeste, en sus lados sur y este la colina cae de manera menos pronunciada y el río se encuentra a más de medio kilómetro. La calle High baja de la colina hacia el sur.
El viento predominante en esta zona viene del suroeste y forma una corriente ascendente cuando llega a la colina que las grajillas, un tipo de cuervo, locales usan para elevarse desde allí hasta alturas considerables. Eilmer habría hecho uso de esa misma corriente para ser sustentado por el viento. Eilmer habría tomado tierra, de acuerdo con la tradición local, un poco más al oeste de la calle High, en un lugar conocido hoy en día como “Oliver´s Lane”. Sin embargo Woosnam contradice esta versión ya que para llegar hasta allí, Eilmer habría tenido que sobrevolar demasiados edificios y cree más lógico que su vuelo hubiera tomado rumbo hacia el suroeste y no hacia el centro de la ciudad, situado al sur de la abadía.
Según estos cálculos Eilmer debería de haber sido un hombre pequeño, y habría usado unas alas de no más 9 metros cuadrados de superficie. Su mayor dificultad habría sido la de sujetar las alas cuando estaba en la parte superior de la torre bajo un viento lo suficientemente fuerte para su propósito. Esta limitación es la que determinaría el límite de superficie a sus alas, e indica que debía de ser bastante ligero para que unas alas de ese tamaño fueran capaces de soportarlo en el aire.
La estructura de las alas tendría que ser de tal manera que no permitiera que estas se plegasen hacia arriba, y estaría muy probablemente hecha de madera de sauce o fresno, ambos se pueden encontrar en abundancia en la zona, con una cobertura de tela fina o pergamino. Según nos cuenta William, Eilmer “se las sujetó a sus manos y pies”, lo cual es consistente con la superficie de ala que necesita una forma de delta para ser estable sin necesidad de una cola, de la cual William nos dijo que carecía.
Es muy probable que a baja altitud, empujado por el miedo y por el intento instintivo de imitar a las aves, intentara agitar las alas, lo que muy probablemente agravó la pérdida del control. Tras la caída las heridas que tendría Eilmer serían muy parecidas a las que tiene un esquiador hoy en día, muy probablemente porque cayó con gran velocidad sobre una ladera en bajada. En total según las estimaciones modernas para recorrer los 200 metros Eilmer habría estado unos 15 segundos en el aire.
Estos estudios descartan que Eilmer hubiera podido realmente volar, o ascender volando, si que se cree factible que hubiera sido capaz de descender planeando. Además Eilmer estaba en lo cierto, si hubiera dispuesto de una cola su estabilidad hubiera mejorado considerablemente.
En cuando a su motivación, William señala en su crónica que Eilmer “erróneamente confundiendo mito con realidad, creyó que podría volar como Dédalo”. Sin embargo la historiadora Lynn White sugirió otra posible fuente de inspiración, en este caso no provendría de la Grecia Clásica, sino del inventor musulmán Abbás Ibn Firmas, que vivió en Córdoba en el 875. Según White la historia podría haber llegado a oídos de Eilmer traída de vuelta de Tierra Santa por algún peregrino.
Ibn Firnas nacido en Ronda en 810 y muerto en Córdoba en 887, fue toda una personalidad como humanista, científico y químico. Aunque probablemente estaba tan “loco” como Eilmer, fue más precavido y antes de “inventar el avión” creyó más prudente inventar el paracaídas. En 852 decidió volar por primera vez lanzándose desde una torre de Córdoba con una enorme lona para amortiguar la caída. Se lanzó y sufrió heridas leves. Por este primer intento es considerado el inventor del paracaídas.
En 875, a los 65 años, Ibn Firnas se hizo confeccionar unas alas de madera recubiertas de tela de seda que había adornado con plumas de rapaces. Esta vez se lanzó desde una torre desplomándose sobre un valle, y aunque el aterrizaje fue parecido al de Eilmer, se rompió las dos piernas, el vuelo fue considerado todo un éxito, permaneciendo en el aire una decena de segundos, según otros, minutos. Fue observado por una gran multitud que él había invitado de antemano. Las similitudes con Eilmer no acaban ahí, pues el violento aterrizaje también le hizo darse cuenta de la conveniencia de colocar una cola en su artefacto. Ibn Firnas moriría doce años después en 887.
Ibn Firnas es considerado en el mundo musulmán como el precursor de la aviación, 1000 años antes que los hermanos Wright. En Libia se han emitido sellos en su honor, en Bagdad hay una estatua dedicada a él en su aeropuerto internacional e incluso hay otro aeropuerto más pequeño, situado al norte de la ciudad, con su nombre. En la Luna un cráter lleva su nombre. En Córdoba está en construcción un puente que llevará su nombre.
*foto 1,2: vidrieras en honor de Eilmer y William instaladas en la Abadía de Malmesbury en 1920 y 1928
*foto 3: Letrero del pub The Flying Monk en Malmesbury, sería así?, foto original en Malmesbury Memories
*foto 4: Icarus y Daedalus, Charles Paul Landon, 1799
*foto 5: Imagen que se utiliza habitualmente para ilustrar el vuelo de Ibn Firnas
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+info:
- Eilmer the Fyling Mong, 981-1069AD by James of Wanborough
- Eilmer de Malmesbury en es.wikipedia.org
- Eilmer of Malmesbury in en.wikipedia.org
- Abbas Ibn Firnas: el vuelo. Una magnífica descripción de su vuelo en el blog Puerta de Osario
En esa época no debía ser muy raro que después del paso del Halley hubiera catástrofes, lo raro sería que un año no hubiera ninguna :)
ResponderEliminarEs innegable la atracción que causaba (y sigue causando) la posibilidad de elevarse por los aires cual pájaro. A poco que se vean bocetos de instrumentos voladores de épocas pasadas, se notaban las ganas que existían de emular a las aves...
ResponderEliminarRecuerdo que hubo otro monje (no me preguntéis ni nombre ni lugar de procedencia... mala memoria tengo yo...) que ideó (sólo ideó) una especie de barca voladora que se sustentaba en dos esferas de metal en las que previamente se había realizado el vacío. Esa barca, que en su boceto parecía elevarse por los cielos mediante dos globos de feria, tendría toda la ilusión que quisiera su cfreador.. lástima que el vacío hunda más en la tierra a esas esferas por culpa de la presión del aire que, entonces, no se conocía.
"Inventar un aeroplano no es nada,
construir uno ya es algo,
y volar, ... ¡lo es todo!" Otto Lilienthal (según una leyenda que leí en un libro acerca de aviación, murió en el que él mismo consideraba que iba a ser su último vuelo... al final lo fue, por fuerza mayor ^_^U).
Estoy de acuerdo padawan, no debían ser tiempos fáciles,tal vez por eso y por el desconocimiento que tenemos, nos resulten tan interesantes. Aunque seguro que unos años eran peores que otros ;-)
ResponderEliminarJeshua, como siempre, interesante tu comentario y tus ideas para futuros posts ;-) Ah, y magnífica cita!
No sabia que en epocas tan tempranas hubo gente que intento volar como ícaro. Y mas de lo mismo con el paracaidas.
ResponderEliminarTe linkeo a un video donde se observa al primer hombre en volar. No simplemente planear. Tambien se atreve con alguna maniobra:
Swiss Rocket Man - Yves Rossy
En su web hay videos con mayor calidad. Uno muy interesante es el proceso de desarrollo de las alas.
Jet-Man
salu2!
Orayo, la verdad que es impresionante ver al "rocket man" volando.
ResponderEliminarAunque es cierto que jugaba con ventaja, el se tiró desde un avión, te imaginas lo que habrían conseguido el monje o Firnas si les hubieran dejado tirarse desde un avión y no desde una torre?
Bueno yo prefiero no imaginarlo ;-) La verdad que creo que los tres son personajes dignos de admiración. Eso sí es una pena no tener un vídeo del intento de los dos primeros!
Saludetes!
Un registro que apenas he ensayado en los últimos meses, pero que me agrada muchísimo: el de las biografias quiméricas y las vidas contracorriente.
ResponderEliminarUna entrada que a la vez de complice, se manifiesta deliciosamente humorística y ligera como esos monjes voladores.
Gracias fransmestier por tu comentario,
ResponderEliminarComo tú bien dices, me concedí alguna licencia humorística en la composición del post, pero fruto de la complicidad que ambos personajes despertaron en mí.
Las vidas a contracorriente o avanzadas a su tiempo siempre son interesantes, las que son atrasadas, muchas veces también lo son.
Saludos!
gracias!
ResponderEliminarunos expertos en todas la materias los árabes. Córdoba el corazón del mundo
This is awesome!
ResponderEliminarThank you for your comment.
ResponderEliminarHappy to hear you like the post ;-)
Regards!