Sólo quedan cuatro Shakers en todo el mundo, todos ellos en Maine. Si no consiguen atraer a ningún nuevo converso a su estilo de vida de celibato, será el fin para este grupo religioso escindido de los cuáqueros durante el siglo XVIII y que llegó a contar con más de 4.000 seguidores.
La historia de los Shakers empezó en Inglaterra, con una extraña visionaria, Ann Lee. Una mujer que pasó de la religión milenarista y sectaria del Norte de Inglaterra al mundo de la nueva fe de Norteamérica. Criada junto a sus siete hermanos en una casucha, algunos de sus biógrafos señalan que ver como su padre dejaba embarazada a su madre una y otra vez creó en ella una cierta aversión hacia el sexo que diferenciaría su fe de la de otros visionarios de la época.
Iletrada, visionaria, carismática, tomó parte en el torbellino de sectas que surgieron en su tiempo, que disentían de la Iglesia Anglicana y esperaban el Apocalipsis. En un principio el nombre Shakers se usaba para lo que era considerado un sub-grupo dentro de los cuáqueros. Después de empezar su carrera como predicadora “amateur”, Madre Ann, como era conocida, fue encerrada en prisión en 1772, por no respetar el Sabbath anglicano.
Pero su estancia en prisión fue muy provechosa, pues allí tuvo una visión que le aseguró que ella era la segunda venida de Cristo y empezó a creer que el sexo era el origen de todo mal. Esta idea tenía un toque feminista, ella había perdido ocho hijos, cuatro hijos por enfermedad y otros cuatro antes de nacer. Y creció en un hogar donde los embarazos eran la principal causa de sufrimiento. Así que su postura en contra del sexo tenía más que ver con una postura anti-embarazo que en contra del placer.
En 1774, ella y su marido acompañados por varios seguidores emigraron a América, donde tras pasar por Nueva York formaron una comunidad en Albany. Fue en este momento cuando los Shakers empezaron a emerger como un culto diferente, una secta formada en torno a una única pero carismática figura, Madre Ann. Los Shakers empezaron a atraer nuevos fieles de todos los estratos sociales. Huérfanos y niños abandonados fueron recogidos y dieron a las colonias Shackers un aspecto engañoso de familias.
Los primeros seguidores de Ann compartían la creencia que ella era Cristo renacido. Además ella representaba una visión completa de Cristo, ahora el Mesías era sexualmente completo, mujer y hombre a la vez. Aunque sus seguidores posteriores fueron rebajando el tono de esta afirmación.
Ann Lee se fue convirtiendo en una figura controvertida y fue atacada en varias ocasiones, en una ellas se dice que sufrió un ataque sexual. Uno de esos ataques se dice que fue la causa de su repentina muerte en 1784. Fue responsabilidad de dos de sus discípulos, Joseph Meacham y Lucy Wright, organizar y convertir los Shakers en comunidades célibes mixtas.
Estas comunidades se extendieron rápidamente a finales del siglo XVIII. Durante la primera mitad del siglo XIX los Shakers sufrieron un “revival” de la Mano de Richard McNemar, un presbiteriano, que había creado su propia iglesia, la Iglesia de Turtle Creek. Aunque más tarde fue convertido por unos misioneros Shaker. McNemar escribiría “The Kentucky Revival” (1807) una de las primeras defensas del movimiento Shaker. Durante el siglo XIX se sucedieron las fundaciones y abandonos de nuevas comunidades y se llegó al pico de seguidores, uno 4.000 en 1887, sin embargo rápidamente disminuiría y ya en 1908 sólo serían unos 1.000. En varios momentos posteriores, los Shakers llegaron a tener hasta 18 comunidades mayores en 8 estados y otras 6 más pequeñas.
El nombre de Shakers originariamente tenía un tono peyorativo, derivado de “Shaking Quackers” (que se podía traducir como “los cuáqueros que se estremecen o tiemblan”) era una descripción que hacía mofa de sus rituales en los que tembleques, gritos, bailes, canciones y glosolalia (hablar en lenguas extrañas y desconocidas) eran muy comunes. Estos ritos eran considerados por muchas personas como heréticos, sin embargo para los Shakers eran causados por el pecado en el momento de ser expulsado del cuerpo de la persona por obra del Espíritu Santo.
Las protestas delante de sus lugares de culto eran habituales. Madre Ann fue arrestada varias veces por alteración del orden público. En un principio los rituales eran caóticos y sin un orden claro, cantaban, bailaban, gritaban. Pero con el tiempo se fueron creando rituales más ordenados, los bailes espontáneos fueron reemplazados por coreografías.
Los Shakers compartían con los cuáqueros la creencia que se podía encontrar a Dios dentro de uno mismo sin la necesidad de una Iglesia, clero o los rituales. También compartían la idea de igualdad entre hombres y mujeres. La creencia que Dios es a la vez madre y padre es la base teológica para esta igualdad.
Los cuáqueros, sin embargo, sí que permitían el matrimonio y las relaciones sexuales. El modo de vida shaker se podría en resumir en imitar, tanto como se pueda, la vida de Cristo. El pacifismo también es otra de sus señas de identidad. Como otras comunidades utópicas del siglo XVIII y XIX creían que una sociedad más perfecta era posible.
Los Shakers no creían en la procreación, lo cual supuso un freno a su expansión. La única opción que tenían era la adopción o la conversión. Cuando los niños shaker llegaban a la edad de 21, se les daba la opción de seguir con la religión shaker o vivir su propia vida. Los Shakers vivían en “familias” compartiendo una gran casa que tenía entradas separadas para cada familia dentro de la “familia”. La familia era toda del mismo sexo, los sexos estaban segregados.
Muchos de los elementos de los Shakers son comunes con otras órdenes religiosas y sectas. Pero lo que era distintivo de ellos era su feminismo y su insistencia en el monasticismo mixto. Las comunidades Shaker, aunque no eran específicamente matriarcales, estaban entre las comunidades americanas más próximas a la igualdad sexual. El hecho que la mujer no tuviera que criar niños permitía que la mujer participar en la vida religiosa sin distracciones.
Esta igualdad entre sexos quedaba limitada a la Iglesia, fuera de ella los Shakers seguían los roles tradicionales. De la misma manera que sus hogares estaban segregados por sexos, también lo estaban los trabajos, las mujeres dedicadas a las tareas del hogar y los hombres al trabajo en campos y tiendas.
Los Shakers fueron especialmente conocidos en su tiempo por un estilo de muebles, conocido como “mobiliario shaker”. Era un estilo de líneas simples que se caracterizaba por su durabilidad y resistencia. Los Shakers diseñaban sus muebles con dedicación y cuidado como si fuera un acto de alabanza a Dios. El resultado de su trabajo no estaba recargado con detalles inútiles, sino que se centraban en la funcionalidad. Otra muestra de su sencillez era que escogían siempre maderas baratas como el pino. En la construcción, otra de las áreas en la que destacaron los Shakers, utilizaban los mismos principios, los interiores se caracterizaban por la austeridad y simplicidad. La simplicidad de sus diseños, en los que la función determinaba la forma, influyó en la arquitectura y diseño americano de su época.
Como granjeros también se ganaron respeto y admiración por la productividad de sus granjas. Sus comunidades también fueron fuente de muchos inventos, tales como escoba plana (más eficiente que la tradicional redonda), el arado cincel, la sierra circular, una lavadora movida por una rueda o la pinza de tender. Sin embargo jamás patentaron sus inventos.
Pese a la vitalidad de sus comunidades, los Shakers empezaron su declive a finales del siglo XIX. Por un lado comenzó la emigración hacia las ciudades y los productos shacker no podían competir con el precio de los fabricados industrialmente. Por otro lado los Shakers no podían tener hijos y aunque adopción tampoco era una fuente de nuevos miembros les fue prohibida como a otros grupos religiosos en 1960.
En 1920 ya sólo quedaban 12 shakers, muchos asentamientos a partir de entonces han ido llegando a su fin al mismo tiempo que moría su último morador. En 1992 moría Ethel Hudson, a la edad de 96, con él acabó la comunidad Shaker de Canterbury , que fue convertida en museo. Esta muerte convirtió a la comunidad de Sabbathday Lake (Maine), que cuenta en la actualidad con tan sólo 4 miembros, en el último reducto de una fe y de un modo de vida.
La comunidad de Sabbathday está formada en la actualidad por dos hombres y dos mujeres que son lo suficientemente mayores para poder ser sus madres. Según dicen cada año reciben cartas de unas 70 personas interesadas por su forma de vida. Sin embargo en muchos casos se trata sólo de urbanitas atraídos por la visión romántica de su modo de vida sencillo, que ofrecen los periódicos, y en la mayoría de casos nunca vuelven a saber de ellos.
Según ellos la fe Shaker no debe verse como un anacronismo, ni tampoco como el final de una idea nacida durante el fervor de la utopía liberal del siglo XVIII, sino que es portadora de un mensaje para los tiempos modernos, un mensaje que es tan válido hoy como lo era cuando se expresó por primera vez.
PS: Hay una leyenda que dice que Madre Ann predijo que la secta revivirá cuando sólo quedasen cinco miembros, aunque bien podría ser mentira.
*foto 1: Baile y culto Shaker
*foto 2: Comunidad Shaker en Canterbury (foto original Canterbury Shaker Village)
*foto 3: Granero de la comunidad Shaker de Hancock (Massachusetts), comunidad que llegó a su fin en 1960
*foto 4: Comunidad de Sabbathday Lake en una postal de 1920
¡Feliz Año!
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+info:
- The Last Ones Standing in The Boston Globe
- Shakers in en.wikipedia.org
- Shining Tree of Life in The New Yorker
- Sabbathday Lake Shaker Village Official Homepage
- Essay on Shaker History in National Register of Historic Places
- Mother Ann in en.wikipedia.org http://en.wikipedia.org/wiki/Ann_Lee
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martes, 30 de diciembre de 2008
Los últimos Shaker
martes, 23 de diciembre de 2008
Pozzo di San Patrizio, cuando el ingenio provee de agua
En la pequeña localidad italiana de Orvieto, se encuentra una obra maestra y singular de la ingeniería del siglo XVI. Al principio cuesta entender su función y el porqué de su extraño diseño, pero al poco el viajero queda rápidamente fascinado por sus dos escaleras helicoidales que se adentran casi 60 metros en las profundidades de la tierra en busca del líquido elemento.
Mientras Carlos V saqueaba Roma en 1527, el Papa Clemente VII aprovechó la obscuridad de la noche para escapar disfrazado de vendedor de fruta. En su huida Clemente se refugió en Orvieto, pero no estaba tranquilo, pues estaba convencido que Carlos V acudiría tras él, por lo que decidió reforzar las defensas de la ciudad.
La ciudad de Orvieto era un emplazamiento fácil de defender, una especie de fortaleza natural situada sobre una roca de toba volcánica que se levanta unos 50 metros sobre el terreno circundante. Aunque esta fortaleza tenía un punto débil: la falta de agua. Clemente encargó a Antonio da Sangallo el Joven la construcción de un nuevo pozo con el que asegurar el suministro de agua en caso que el Papa se viera otra vez bajo asedio.
Sangallo decidió cavar en la posición más baja de la ciudad, próximo al borde del precipicio que rodea la ciudad y cerca de las ruinas de una antigua acrópolis etrusca. El objetivo era llegar al manantial de San Zeno situado a unos 55 metros debajo de la roca. La obra no era una empresa fácil, por un lado estaba la profundidad que se tendría que excavar, pero luego habría resolver el problema de cómo subir el agua a la superficie. La ingeniosa solución propuesta por Sangallo a este último problema es lo que haría especial este pozo.
La obra, de unos 13 metros de diámetro, constaría de dos escaleras helicoidales que descenderían hasta el nivel en que se encontraba el agua. Estas dos escaleras que jamás se encontrarían, estarían iluminadas y ventiladas por ventanas. Al tratarse de dos escaleras independientes, y no sólo una, permitirían a los animales de carga bajar a buscar agua a través de una de las rampas y volver por la otra sin cruzarse con los que bajaran ni hacer ningún giro brusco, haciendo así todo el proceso más rápido y fácil.
Este modelo de circulación dentro del pozo hace que si dos personas se ven cara a cara a través de las ventanas al mismo nivel, aunque parezca que se encuentran muy cerca en el mismo plano, se encuentran muy lejos, teniendo que bajar hasta el fondo del pozo o subir hasta la superficie para encontrarse. Sin embargo, para llegar a aquel que se ve en una ventana más abajo o más arriba, basta con caminar sólo unos pasos. La dos escaleras permiten otros recorridos que dan lugar a situaciones curiosas, por ejemplo si dos deciden ascender desde el fondo del pozo cada uno por una escalera, se verán cara a cara a través de cada ventana pero saldrán dándose la espalda el uno al otro, uno por el norte y otro por el sur.
La construcción del pozo comenzó en 1527 de la mano de Antonio da Sangallo y, aunque 3 años más tarde Carlos V y Clemente VII se habían reconciliado, la excavación del pozo continuó hasta que, casi 10 años después de su comienzo, se llegó al agua, para entonces Clemente ya había muerto, Pablo III ocupaba su lugar y el motivo por el que se construyó el pozo resultaba bastante lejano.
El resultado final fue un edificio sin habitaciones, en él que el espacio sólo sirve para ser recorrido. Este edificio enterrado está formado por dos cilindros. La sencillez del cilindro interior, que es hueco y continuo, contrasta con la complejidad del exterior, que contiene las dos escaleras superpuestas. La profundidad final del pozo fue de casi 60 metros, lo que hizo necesario que cada una de las dos escaleras tuviera 248 escalones y construir 72 ventanas para su ventilación e iluminación. Un puente de madera sobre la cisterna situada en el fondo del pozo permitía que una vez acabada la operación de carga de agua, los animales pudieran tomar la escalera opuesta y emprender el ascenso de vuelta.
A primera vista es fácil suponer que la construcción del pozo fue un proceso uniforme, sin embargo, no fue así. Al principio las tareas de construcción consistían sólo en excavar y la misma roca excavada servía de pared para el pozo, pero a media profundidad, la dura capa de toba dio paso a arcillas y limos, lo que hizo necesario construir un muro alrededor del pozo para contener el terreno
La autoría arquitectónica del pozo se le atribuye a da Sangallo, aunque más tarde se hizo cargo de la dirección de la obra Giovanni Battista da Cortona y sería el escultor y arquitecto florentino, Simone Mosca, el encargado de acabar la parte superior del pozo, es decir, la parte que está por encima del nivel del suelo, donde están las puertas de entrada y salida y donde se colocó una inscripción latina que recuerda: “quod natura munimento inviderat industria adiecit” (lo que la naturaleza privó, lo provea la diligencia).
El nombre por el que es conocido en la actualidad, Pozzo di San Patrizio, le llegaría siglos más tarde, cuando alguien, tal vez impresionado por su profundidad, dijo que le recordaba el abismo al que el santo irlandés, San Patricio, acostumbraba a retirarse para rezar en Lough Derg y desde el cual, según la leyenda medieval, podía contemplarse el mismísimo purgatorio, hecho que aprovechó para realizar numerosas conversiones.
PS: ¡Feliz Navidad!
bonus track:
- Chand Baori: El templo de los mil escalones en meridianos , otro pozo diferente, este parece dibujado por Escher
+info:
- Orvieto Attractions in nytimes.com
- Saint Patrick’s Well in OrvietoTurismo.it
- Handbook for Travellers in Central Italy (pág 159) by John Murray in googlebooks
- Seven partly underground rooms and buildings for water, ice, and midgets (pág 20) by Mary-Ann Ray in googlebooks
- Pequeños placeres de Orvieto en El Viajero de El País
- Orvieto, cerca de las nubes en elconfidencial.com
- vista aérea y fotos en panoramio Leer más »
miércoles, 17 de diciembre de 2008
El enigma de Kaspar Hauser
El 26 de mayo de 1828 apareció en las calles de Núremberg un chico de unos 16 años aunque de comportamiento infantil. Incapaz de entender lo que le preguntaban, sólo era capaz de repetir “Quiero ser soldado de caballería como mi padre”. El chico portaba una carta dirigida al capitán del regimiento de Schmolishe que explicaba una extraña procedencia. Este “medio-salvaje” se convirtió en un misterio y un ídolo que llenó páginas y páginas de periódicos, dentro y fuera de Alemania.
La carta que llevaba el chico iba dirigida al capitán del cuarto escuadrón del sexto regimiento de caballería, capitán von Wessenig, estaba datada en un lugar no mencionado de la frontera bávara y decía algo así (versión resumida):
Dentro de la carta había otra, que decía ser de su madre, aunque luego se demostró que había sido escrita por la misma mano que la anterior. Esta otra carta decía así:
Tras leer ambas cartas y ante la imposibilidad de averiguar más de boca del chico, el capitán von Wessenig decidió llevarlo a la comisaría de policía. Allí sorprendió a todos los presentes, pues pese a tener un comportamiento infantil, fue capaz de escribir su nombre “Kaspar Hauser” en un papel. Aunque se mostró incapaz de responder a las demás preguntas o indicar el lugar del que venía. Su vocabulario parecía muy limitado y de vez en cuando decía “¡Caballo! ¡Caballo!”. Los que lo vieron dudaron si clasificarlo como un enfermo mental, un loco o un salvaje. Otros sin embargo sospecharon que tras aquella apariencia infantil se escondiera un impostor.
El joven Kaspar fue ingresado en un albergue para pobres y vagabundos bajo el cuidado de Andreas Hiltel, un carcelero. A pesar de lo que posteriormente algunos afirmaron sobre el chico, Kaspar estaba en buen estado físico y podía caminar sin problemas. Además tenía un aspecto sano, algunos estimaron que su edad debía de ser de unos 16 años, sin embargo parecía que estaba mentalmente retardado. El alcalde Binder, por el contrario, afirmaría con posterioridad que el chico tenía una memoria excelente y estaba aprendiendo rápidamente. Numerosos curiosos le visitaron, lo cual aparentemente agradaba a Kaspar. El chico rechazaba todos los alimentos excepto el pan y el agua, mostraba asco hacia la leche o la carne.
En un principio se creyó que el chico había crecido de forma semi-salvaje en los bosques, aunque durante las muchas conversaciones que mantuvo con el alcalde, Kaspar dio una versión diferente sobre su vida pasada. Según su versión, había pasado toda su vida, o al menos la parte que él podía recordar, totalmente solo en la obscuridad de una celda de 2 metros de largo por 1 de ancho, y de sólo 1.5 metros de altura, con una cama de paja y con la compañía de un caballo de madera de juguete.
Afirmaba que cada mañana encontraba pan y agua al lado de su cama. Algunos días el agua sabía más amarga y al beberla dormía más profundamente que de costumbre, al despertarse alguien había cambiado la paja de la cama y cortado su pelo y uñas. Según Kaspar, su primer contacto con un humano fue con un misterioso hombre que le había visitado poco antes de su liberación y que tuvo en todo momento cuidado de no mostrarle su rostro. Este hombre le había enseñado a escribir su nombre y a mantenerse en pie y caminar. Este misterioso extraño sería el que le habría enseñado a decir la frase “Quiero ser un soldado de caballería, como era mi padre” en dialecto bávaro, aunque él no entendía el significado de la frase.
Esta historia, todavía famosa hoy en día, suscitó una gran curiosidad y convirtió a Kaspar en objeto de la atención internacional. Aparecieron los rumores sobre un supuesto parentesco con la realeza, posiblemente con la Casa de Baden, aunque también aparecieron las voces que afirmaban que sólo era un impostor. Hoy en día existe un consenso entre los investigadores que la explicación que Hauser dió al alcalde no puede ser cierta, o al menos no tomada al pie de la letra. El psiquiatra Karl Leonhard afirma que si Kaspar hubiera vivido en las condiciones que él mismo sostiene desde la infancia, hubiera sufrido un retraso mental grave, es más no hubiera podido vivir tanto.
Por el contrario, al cabo de un tiempo resultó evidente que Kaspar no era ni un lunático ni un enfermo mental. Pero sus maneras eran tan peculiares y su desconocimiento de la vida “civilizada”, tan asombroso que empezaron a circular un gran número de historias y conjeturas sobre él, algunas un tanto dudosas. Ante un espejo miraba detrás para encontrar la persona que había dentro, tampoco era capaz de entender porque los objetos más lejanos se veían más pequeños. El firmamento para Kaspar estaba lleno de velas. Además el joven tenía algunos sentidos muy desarrollados, entre ellos el del olfato.
Von Feuerbach, presidente de la corte de apelación bávara, empezó a investigar el caso. Hauser había sido entregado a Friedrich Daumer, un filósofo y profesor de secundaria, que le enseñó a leer y escribir, y descubrió su talento para el dibujo. En este entorno el joven Kaspar parecía florecer. Daumer también sometió al joven a tratamientos homeopáticos y experimentos magnéticos.
A partir de aquí la vida de Kaspar estuvo marcada por una sucesión de sucesos extraños. El primero de ellos ocurriría el 17 de octubre de 1829, ese día Kaspar no bajó a comer y fue encontrado con un corte en la frente. Kaspar explicó que mientras se encontraba en el retrete había sido atacado y herido por un encapuchado que le había amenazado con matarlo. Hauser dijo haber reconocido su voz como la del hombre que lo había traído a Núremberg. Siguiendo el rastro de sangre se podía ver como después del supuesto ataque Kaspar había acudido en primer lugar a la primera planta, donde estaba su habitación, pero en vez de ir a donde estaban sus cuidadores, había vuelto a bajar y habría entrado en la bodega.
El suceso alarmó a las autoridades locales que pusieron escolta policial a Kaspar y pasó a estar bajo el cuidado de Johann Biberbach, una de las autoridades municipales. El presunto ataque también alimentó los rumores sobre que Kaspar fuera descendiente de la Casa de Baden. Los críticos de Kaspar consideran que todo fue una estratagema del chico para provocar un sentimiento de pena en Daumer, con el que se había discutido hacía poco. Según los críticos Daumer había empezado a creer que el chico tenía una marcada tendencia a decir mentiras. Las heridas en este caso se las habría infligido él mismo con una navaja.
El siguiente incidente turbio en el que se vio envuelto Kaspar sucedió el 3 de abril de 1830. Su escolta entró en la habitación de Kaspar en casa de Biberbach tras oír un disparo y se encontró al chico sangrando a través de una herida en el lado derecho de su cabeza. Afortunadamente Hauser revivió rápidamente y explicó que se había subido a una silla para coger unos libros, la silla había caído y en su caída al intentar sujetarse a algo había disparado sin querer la pistola que estaba colgada en la pared. Esta vez los críticos ponen en duda que la herida fuera provocada por la pistola y creen que podría ser debida a una pelea, esta vez también causada por sus numerosas mentiras.
Como resultado de este incidente y de que su relación con la familia Biberbach se había agriado, las autoridades decidieron transferirlo a la casa del Barón von Tucher, que más tarde también se quejaría de la exorbitante vanidad y mentiras de Hauser, testimonio que coincidiría con el de la señora Biberbach, que además añadía que estaba lleno de rencor.
La custodia de Kaspar pasaría en 1831 a Lord Stanhope, un noble inglés que estaba decidido a clarificar el origen de Kaspar. Stanhope ofreció 500 florines a quien pudiera aportar algo de luz sobre el parentesco del chico y visitó dos veces Hungría, ya que Hauser parecía recordar algunas palabras en húngaro. Sin embargo al fracasar sus investigaciones Stanhope empezó a dudar de la credibilidad de Kaspar y un tanto decepcionado abandonó al joven dejándolo al cuidado de un profesor, Johann Georg Meyer. La última vez que Kaspar y Stanhope se vieron fue en 1832, aunque el noble se seguía haciendo cargo de su sustento.
Después de la muerte Kaspar, Stanhope publicó un libro en el que confesaba públicamente que había sido engañado. Los seguidores de Hauser sugirieron conexiones de Stanhope con la Casa de Baden, aunque investigadores académicos describen a Stanhope como un filántropo y un buscador de la verdad.
La vida con el profesor Meyer tampoco fue fácil para Hauser, estricto y un tanto pedante, no aprobaba las muchas excusas y mentiras aparentes del chico. Hauser consiguió un empleo como copista en el juzgado local, pero aun esperaba que Stanhope cumpliera su promesa de llevarlo a Inglaterra. La situación empeoró cuando su protector Feuerbach murió en mayo del 1833, aunque algunos autores sostienen que ya tampoco creía en Kaspar.
El 9 de diciembre del 1833, Kaspar y Meyer tuvieron una discusión fuerte. Kaspar esperaba que Lord Stanhope le visitara esas navidades pero no fue así. Cinco días más tarde, el 14 de diciembre de 1833, Kaspar apareció en casa con una herida profunda en su costado izquierdo. Según Kaspar, había sido atraído por un extraño al jardín del tribunal de la ciudad donde este le había apuñalado y le había dado una bolsa. Cuando la policía acudió al jardín encontraron un pequeño bolso violeta que contenía una nota escrita a mano con lápiz de forma especular (que se lee reflejada en un espejo). La nota sólo contenía frases vagas sobre una supuesta procedencia de la frontera bávara, pero no aclaraba nada.
La herida resultó ser fatal y Hauser murió el 17 de diciembre de 1833. Las incoherencias de la versión de Hauser hicieron sospechar que el mismo se había producido las heridas y se inventó la historia de su ataque. La nota que se encontró contenía un error gramatical y otro ortográfico que eran muy habituales en Hauser. También resultó extraño que insistiera a la policía para encontrar el bolso, pero no preguntara después por lo que este contenía. La nota estaba doblada formando un triangulo, justamente la manera en que Hauser doblaba su cartas. En su lecho de muerte repetía cosas inconexas, una de ellas “escribiendo con lápiz”.
Aunque la ciudad de Núremberg ofreció una generosa recompensa por la captura del asesino y se llevó a cabo una búsqueda concienzuda, el asesino jamás se encontró. Los forenses concluyeron que era posible que él mismo se hubiera producido las heridas. Muchos autores creen que pudo haber sido un intento para reavivar el interés público sobre su historia y convencer a Stanhope para que cumpliera con su promesa de llevarlo consigo a Inglaterra. Kaspar Hauser fue enterrado en un cementerio en el campo su lápida reza: “Aquí yace Casparus Hauser, enigma de su tiempo. Su nacimiento es desconocido, su muerte un misterio”.
Durante su vida uno de los rumores más extendido fue el que lo relacionaba con la Casa de Baden, con algunos de cuyos miembros tenía un cierto parecido físico. Según este rumor Kaspar era el príncipe heredero de dicha casa que nació el 29 de septiembre de 1812 y que, según la historia conocida, murió el 16 de octubre del mismo año. Se decía que el verdadero príncipe había sido intercambiado con un bebé muerto, y que era ese bebé pero ya adolescente el que había aparecido 16 años después en las calles de Núremberg.
Si fueran ciertas estas suposiciones, los padres de Kaspar hubieran sido el Gran Duque de Baden, Karl, y Stéphanie de Bauharnais, prima política de Napoleón I de Francia. Puesto que Karl no tuvo ningún descendiente varón, su sucesor fue su tío Ludwig que fue sucedido por su medio-hermano Leopold. La madre de Leopold, la Condesa von Hochberg, sería no sólo la culpable de la cautividad de Kaspar, sino la de su anterior secuestro y sería la responsable de su asesinato.
Ya en 1877, Otto Mittelstadt presentó numerosas pruebas que evidenciaban la falsedad de esta teoría. Si bien reconocía que la Gran Duquesa estaba demasiado enferma para ver el pequeño príncipe muerto, en 1812, el padre del niño, su abuela, su tía y diez médicos de la corte entre otros lo debieron ver y es muy difícil de creer que todos estuvieran implicados en la conspiración o hubieran sido engañados.
En cualquier caso, en noviembre del 1996 la revista Der Spiegel informó de un intento de comprobar si una muestra de sangre de unos pantalones, que se asumían que eran de Kaspar, coincidía genéticamente con los descendientes de la familia principesca. Los resultados fueron negativos. Pero como suele pasar con estos casos, un estudio posterior, del 2002, llevado a cabo por el Instituto de Medicina Forense de la Universidad de Munster, analizó mechones de pelo y muestras de células obtenidas de ropas que Kaspar había usado en vida. Esta vez las 6 muestras resultaron ser idénticas y diferían de manera substancial de la muestra de sangre usada en el 1996.
Esta vez las muestras se compararon con ADN de Astrid von Medinger, una descendiente de Stéphanie de Bauharnais, la madre del príncipe fallecido. Ambas secuencias diferían pero la desviación observada no era lo suficiente grande para excluir una relación, aunque tampoco probaba dicha conexión, puesto que las muestras de Hauser contenían un patrón que es común entre la población alemana. La Casa de Baden no permitió el examen de los restos de Stéphanie ni del hijo que había sido enterrado como su hijo.
Una segunda teoría más reciente especularía con la posibilidad que fuera hijo ilegítimo de Napoleón y Stéphanie. Su matrimonio con Karl von Baden no era muy feliz, por lo que no sería descabellado un encuentro de Stéphanie con Napoleón, su ídolo antes de la guerra contra Rusia. Según algunos, los parecidos físicos de Kaspar con Napoleón reforzarían esta teoría (recordar que otros le vieron parecido con miembros de la Casa de Baden). Un hijo ilegítimo hubiera sido igual de poco deseado por Napoleón como por la Casa de Baden, lo que habría justificado su cautiverio.
Existen otras teorías más modestas, aunque también sólo teorías, para las cuales lo más probable es que Kaspar fuera sólo el hijo ilegítimo de un soldado y una campesina, lo que encajaría con la carta inicial. O un simple campesino huido de un hogar del que a nadie le preocupaba que no volviera. Tras su liberación, el chico se habría convertido en una víctima de su propia fama, especialmente cuando esta empezó a desvanecerse.
En cualquier caso la pregunta ¿Quién fue realmente Kaspar Hauser? sigue sin respuesta.
PS(i): Hoy se cumple el 175 aniversario de la muerte de Kaspar.
PS(ii): Kaspar Hauser ha servido de inspiración para numerosas obras literarias (unas 2.000 entre libros y panfletos) y películas. También numerosas canciones hacen referencia a su figura, entre ellas la canción de “Wooden Horse (Caspar Hauser´s song)” de Suzanne Vega.
*foto 1: Retrato de Kaspar del 1839
*foto 2: Estatua de Kaspar con la carta en la mano, en el centro de Ansbach
*foto 3: Monumento que señala el lugar donde se llevó a cabo el supuesto atentado que costó a la vida a Kaspar. “Aquí un hombre misterioso fue asesinado de una manera misteriosa”
*foto 4: Stéphanie de Bauharnais, la madre de Kaspar según la teoría que lo relaciona con la Casa Baden
*foto 5: Tumba y epitafio de Kaspar
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+info:
- Kaspar Hauser in en.wikipedia.org
- Kaspar Hauser en es.wikipedia.org
- Casper Hauser by Paul Johann Anselm Feuerbach et al. in google books
- The Mystery of Kaspar Hauser by Andrew Lang (versión que desacredita en parte la dada en el libro de Fuerbach) in The Literature Network Leer más »
miércoles, 10 de diciembre de 2008
Ibn Firnas y el Monje Volador, dos pioneros de la aviación
Eilmer de Malmesbury es conocido como el “monje volador” por su intento de imitar a Dédalo e Ícaro, saltando desde la torre de su abadía con unas alas. El intento lugar tuvo lugar a principios del siglo XI y nos da cuenta de él otro monje de su abadía, William, uno de los más reputados historiadores de la Edad Media en Inglaterra. Curiosamente en su época Eilmer fue más conocido por haber visto el cometa Halley dos veces, y reconocer que era el mismo, que por su arriesgado intento.
Eilmer, como William, era un monje benedictino de la abadía de Malmesbury, que en aquellos tiempos era un lugar rico, tanto en lo material como en lo cultural. En el siglo XI la abadía contaba con la segunda biblioteca más grande de Europa y era considerado uno de sus más importantes centros de conocimiento. La vecina ciudad de Malmesbury había sido hasta poco antes del nacimiento de Eilmer la capital de toda Inglaterra bajo el dominio del rey Athelstan, rey que sería enterrado en la abadía.
Eilmer era una persona con estudios de astronomía y conocimientos prácticos de mecánica. William nos habla de los logros de Eilmer en su “Crónica de los Reyes de Inglaterra” (1120). Aunque desconocemos con exactitud la fecha de nacimiento de Eilmer, se cree que fue en torno al 980. William nacería casi un siglo más tarde, hacia el 1080. Así que no queda duda que su testimonio no es directo, sino que habría oído la historia de otros monjes mayores, que podrían haber conocido a Eilmer de joven o incluso haber sido testigos de su vuelo.
A causa de un error de Ralph Higden en su “Polycronicon” del 1352, Eilmer es conocido como Oliver. William en su libro, escrito en latín, usa Eilmerus.
Según nos cuenta William, el día del famoso vuelo, Eilmer ajustó las alas a sus manos y pies, y se lanzó desde lo más alto de la torre de la abadía. Allí aprovechando el aire, Eilmer llegó a “volar” una distancia superior a un “furlong”, es decir, unos 200 metros. Pero “agitado por el viento y la corriente del aire, además de por la consciencia de su arriesgado intento, cayó y se rompió sus piernas, quedando cojo de por vida”.
Este primer vuelo no desanimó a Eilmer que en seguida comenzó los preparativos del segundo. Tras analizar los problemas técnicos que había tenido, creyó que si equipaba su artilugio con una cola tendría más estabilidad y podría controlar mejor la maniobra de aterrizaje. Sin embargo ese segundo vuelo jamás llegaría a producirse, puesto que el abad le prohibió que volviera a arriesgar su vida en futuros intentos, y Eilmer obedeció, y no lo volvería a intentar en el medio siglo que permaneció en la abadía.
William nos narra la historia de Eilmer, sin darle mucha importancia, como un inciso en su crónica sobre los reyes ingleses, cuando trata de la aparición en los cielos de un cometa que siempre traía cambios, amenazas y destrucción “a los reinos”, este cometa sería el que ahora llamamos Halley. Según William, Eilmer tuvo la suerte de contemplarlo dos veces en su vida, este hecho ayuda a datar su nacimiento. La primera cuando era un niño en el 989 y la otra, ya de mayor en 1066. En ambas ocasiones los temores se confirmaron y la aparición del cometa vendría seguida, la primera vez por una ola de incursiones vikingas sobre Inglaterra, que llegarían hasta la abadía Malmesbury, y la segunda por la invasión normanda de William el Conquistador.
La historia del vuelo de Eilmer ha sido contada muchas veces, primero por eruditos medievales, más tarde por enciclopedistas y más recientemente por los primeros que creyeron en la capacidad de volar del hombre, allá por el 1850. Los primeros intentos modernos de estudiar Eilmer y su vuelo fueron los de la profesora Lynn White en su artículo “Eilmer of Malmesbury, un aviador del siglo XI” (1978). White tuvo en cuenta el entorno cultural que habría podido incitar a Eilmer a volar, así como los conocimientos mecánicos y científicos que pudiera tener.
Los aspectos técnicos, tales como los materiales disponibles, la altura necesaria para alcanzar el ángulo apropiado para el planeo y las opciones de las que disponía Eilmer en Malmesbury, así como el impacto del viento en la aventura han sido todas analizadas en profundidad por Maxwell Woosman en su libro: “Eilmer, Monje de Malmesbury en el siglo XI: El vuelo y el cometa” publicado en 1986.
De acuerdo con White y Woosnam, la abadía de Malmesbury habría contado en aquel tiempo con la típica torre sajona, de unos 24 metros de altura. La abadía está situada en lo más alto de una colina con una pronunciada caída de entre 15 y 18 metros hacia el río, que se encuentra a escasos 200 metros de distancia en sentido norte y oeste, en sus lados sur y este la colina cae de manera menos pronunciada y el río se encuentra a más de medio kilómetro. La calle High baja de la colina hacia el sur.
El viento predominante en esta zona viene del suroeste y forma una corriente ascendente cuando llega a la colina que las grajillas, un tipo de cuervo, locales usan para elevarse desde allí hasta alturas considerables. Eilmer habría hecho uso de esa misma corriente para ser sustentado por el viento. Eilmer habría tomado tierra, de acuerdo con la tradición local, un poco más al oeste de la calle High, en un lugar conocido hoy en día como “Oliver´s Lane”. Sin embargo Woosnam contradice esta versión ya que para llegar hasta allí, Eilmer habría tenido que sobrevolar demasiados edificios y cree más lógico que su vuelo hubiera tomado rumbo hacia el suroeste y no hacia el centro de la ciudad, situado al sur de la abadía.
Según estos cálculos Eilmer debería de haber sido un hombre pequeño, y habría usado unas alas de no más 9 metros cuadrados de superficie. Su mayor dificultad habría sido la de sujetar las alas cuando estaba en la parte superior de la torre bajo un viento lo suficientemente fuerte para su propósito. Esta limitación es la que determinaría el límite de superficie a sus alas, e indica que debía de ser bastante ligero para que unas alas de ese tamaño fueran capaces de soportarlo en el aire.
La estructura de las alas tendría que ser de tal manera que no permitiera que estas se plegasen hacia arriba, y estaría muy probablemente hecha de madera de sauce o fresno, ambos se pueden encontrar en abundancia en la zona, con una cobertura de tela fina o pergamino. Según nos cuenta William, Eilmer “se las sujetó a sus manos y pies”, lo cual es consistente con la superficie de ala que necesita una forma de delta para ser estable sin necesidad de una cola, de la cual William nos dijo que carecía.
Es muy probable que a baja altitud, empujado por el miedo y por el intento instintivo de imitar a las aves, intentara agitar las alas, lo que muy probablemente agravó la pérdida del control. Tras la caída las heridas que tendría Eilmer serían muy parecidas a las que tiene un esquiador hoy en día, muy probablemente porque cayó con gran velocidad sobre una ladera en bajada. En total según las estimaciones modernas para recorrer los 200 metros Eilmer habría estado unos 15 segundos en el aire.
Estos estudios descartan que Eilmer hubiera podido realmente volar, o ascender volando, si que se cree factible que hubiera sido capaz de descender planeando. Además Eilmer estaba en lo cierto, si hubiera dispuesto de una cola su estabilidad hubiera mejorado considerablemente.
En cuando a su motivación, William señala en su crónica que Eilmer “erróneamente confundiendo mito con realidad, creyó que podría volar como Dédalo”. Sin embargo la historiadora Lynn White sugirió otra posible fuente de inspiración, en este caso no provendría de la Grecia Clásica, sino del inventor musulmán Abbás Ibn Firmas, que vivió en Córdoba en el 875. Según White la historia podría haber llegado a oídos de Eilmer traída de vuelta de Tierra Santa por algún peregrino.
Ibn Firnas nacido en Ronda en 810 y muerto en Córdoba en 887, fue toda una personalidad como humanista, científico y químico. Aunque probablemente estaba tan “loco” como Eilmer, fue más precavido y antes de “inventar el avión” creyó más prudente inventar el paracaídas. En 852 decidió volar por primera vez lanzándose desde una torre de Córdoba con una enorme lona para amortiguar la caída. Se lanzó y sufrió heridas leves. Por este primer intento es considerado el inventor del paracaídas.
En 875, a los 65 años, Ibn Firnas se hizo confeccionar unas alas de madera recubiertas de tela de seda que había adornado con plumas de rapaces. Esta vez se lanzó desde una torre desplomándose sobre un valle, y aunque el aterrizaje fue parecido al de Eilmer, se rompió las dos piernas, el vuelo fue considerado todo un éxito, permaneciendo en el aire una decena de segundos, según otros, minutos. Fue observado por una gran multitud que él había invitado de antemano. Las similitudes con Eilmer no acaban ahí, pues el violento aterrizaje también le hizo darse cuenta de la conveniencia de colocar una cola en su artefacto. Ibn Firnas moriría doce años después en 887.
Ibn Firnas es considerado en el mundo musulmán como el precursor de la aviación, 1000 años antes que los hermanos Wright. En Libia se han emitido sellos en su honor, en Bagdad hay una estatua dedicada a él en su aeropuerto internacional e incluso hay otro aeropuerto más pequeño, situado al norte de la ciudad, con su nombre. En la Luna un cráter lleva su nombre. En Córdoba está en construcción un puente que llevará su nombre.
*foto 1,2: vidrieras en honor de Eilmer y William instaladas en la Abadía de Malmesbury en 1920 y 1928
*foto 3: Letrero del pub The Flying Monk en Malmesbury, sería así?, foto original en Malmesbury Memories
*foto 4: Icarus y Daedalus, Charles Paul Landon, 1799
*foto 5: Imagen que se utiliza habitualmente para ilustrar el vuelo de Ibn Firnas
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- Eilmer the Fyling Mong, 981-1069AD by James of Wanborough
- Eilmer de Malmesbury en es.wikipedia.org
- Eilmer of Malmesbury in en.wikipedia.org
- Abbas Ibn Firnas: el vuelo. Una magnífica descripción de su vuelo en el blog Puerta de Osario Leer más »
viernes, 5 de diciembre de 2008
La exploración del Ártico a bordo de hielos
A principios del siglo XX, la falta de vehículos adecuados para atravesar las vastas áreas de hielo y agua seguía imposibilitando la exploración del Ártico. Sería el aterrizaje de un avión sobre un “islote” de hielo en 1925, el que marcaría el inicio de una nueva era en esa exploración, la de las estaciones científicas en hielos a la deriva.
Las limitaciones y dificultades de movimiento en el Ártico afectaban no sólo al viaje de los exploradores sino también el transporte de suministros y equipamiento necesario para mantener la vida en un entorno tan hostil.
Antes de la instalación de las estaciones científicas, la mayoría de la información disponible sobre el Ártico había sido obtenida por barcos atrapados en los hielos que habían seguido su deriva con ellos. Uno de esos barcos fue el noruego Fram, su capitán, Fridjof Nansen, lo había construido para poder resistir la presión del hielo. Nansen, quería probar que las corrientes del Ártico pasaban cerca del Polo Norte.
A finales de 1933 una tragedia supuso otro gran avance en el posterior desarrollo de estaciones sobre hielos. El barco de vapor soviético Chelyuskin había salido del puerto de Murmansk, en el noreste de Rusia, el 2 de Agosto de 1933 con la misión de comprobar si una barco que no fuera rompehielos podía cubrir la ruta del Mar del Norte en una sola temporada.
Tras lograr navegar con éxito a través del mar de Barents, el de Kara y el de Siberia Oriental, finalmente quedó atrapado en el hielo ártico en Septiembre. El día 13 de Febrero del 1934 el barco cedió finalmente a la presión del hielo y acabó hundiéndose. Los 103 tripulantes escaparon y fueron capaces de establecer un campamento sobre un hielo, gracias a un tractor consiguieron construir una pista de aterrizaje que sería vital para su posterior evacuación aérea.
Esta primera operación masiva de transporte aéreo en el Ártico permitió perfeccionar las técnicas que más tarde serían usadas en la exploración de este océano y demostrar que se podía sobrevivir sobre el hielo. Pese a los contratiempos, la expedición del Chelyuskin fue considerada un éxito puesto que el barco quedó atrapado muy cerca del final de la ruta. Pero el incidente demostró que era necesario un mejor conocimiento del comportamiento de los hielos así como de la meteorología de la zona para poder utilizar la Ruta del Mar del Norte.
Al mando de la expedición del Chelyuskin se encontraba Otto Schmidt, un famoso explorador del Ártico, que había dirigido antes varias expediciones bordo del rompehielos a vapor Georgy Sedov , estableciendo la primero estación científica en la Tierra de Francisco José, un archipiélago soviético en el Ártico.
Sería precisamente Schmidt el que supervisaría la expedición aérea que establecería la primera estación sobre un témpano de hielo soviética, la Severny Polyous (Polo Norte en ruso) 1. La estación se estableció el 21 de Mayo del 1937 sobre una placa de hielo de 3 metros de grosor y unos 4 km2. Para mantener las comunicaciones se había instalado una torre de radio y se había habilitado una pista de aterrizaje para el reabastecimiento. Al mando de la estación quedó Ivan Papanin, acompañado por el hidrobiologo Pyotr Shirshov, el astrónomo y meteorólogo Eugeny Fedorov, y el operador de radio Ernst Krenkel. La misión duraría 274 días, durante los cuales la estación viajó a la deriva más de 2600km, obteniendo las primeras observaciones científicas en tan alta latitud.
La tripulación regularmente medía la profundidad del mar, extraía muestras del fondo marino, medía la temperatura del agua, tomaba muestras del agua a diferentes profundidades, y realizaba observaciones meteorológicas. En Febrero del 1938, la Severnyy Polyous llegó al mar de Groenlandia, y tras varios intentos, fue evacuada con éxito con la ayuda del rompehielos Krasin. La expedición se convirtió en otra “victoria del comunismo” y los cuatro miembros de la expedición fueron nombrados Héroes de la Unión Soviética.
Esta primera expedición demostró que no había grandes masas de tierra ni pequeñas islas en las proximidades del Polo Norte. El relieve del fondo marino fue registrado durante su viaje. Se descubrió que el agua templada del Atlántico llegaba a las profundidades del polo y que en el fondo del Ártico la temperatura del agua se incrementaba debido al calor terrestre. Shirshov, en particular, llevó a cabo varios estudios sobre el plancton que desmontaron las teorías que negaban la posibilidad de vida en las aguas del Ártico a tan altas latitudes.
El equipo también hizo importantes mediciones sobre el campo magnético y la trayectoria que seguía el hielo en su deriva. Se encontraron nuevos patrones en el clima Ártico. Se descubrió que los ciclones que traen lluvia, niebla y tiempo inestable eran tan habituales en el Polo como en latitudes inferiores. Las mediciones meteorológicas y magnéticas, abrieron las posibilidades para rutas aéreas sobre el Ártico.
En 1950 se organizó e instaló una segunda estación, la Severnyy Polyous-2. Fue a partir de 1954 cuanto la exploración por medio de este tipo de estaciones se convirtió en habitual en la Unión Soviética, cada año una, dos, y a veces hasta cuatro estaciones simultáneamente estaban operativas en el Ártico.
Estas primeras estaciones tuvieron que hacer frente a problemas que luego se repetirían en las siguientes. El verano hacía que el hielo se fundiera y convertía la superficie de los hielos en “fangosa”, resultando difícil caminar sobre ella. En varias ocasiones los campamentos se tuvieron que cambiar de sitio, dentro de los islotes, debido a la aparición de “pilares” debajo de las tiendas y cabañas. El hielo debajo de las tiendas aguantaba más el calor y se derretía a menor velocidad.
La presión del hielo también suponía un peligro para estas estaciones y fue la causante del abandono o destrucción de muchas de ellas. La presión también era la responsable de la reducción de tamaño de sus “islas de hielo”, algunas de ellas en el momento de su abandono eran tan sólo una cuarta parte de su tamaño original. Otro de los peligros de la zona era el oso polar, al que convenía mantenerlo alejado de las estaciones, es por ese motivo que los perros han formado parte de las tripulaciones y el rifle era un compañero inseparable.
En los años posteriores, las investigaciones se centraron en entender los patrones de los procesos naturales y como preverlos, buscando la conexión entre los fenómenos de la región polar y el resto de la hidrosfera y atmósfera terrestre. Se hicieron numerosos descubrimientos en el campo de la geografía física, como el descubrimiento de la Dorsal de Lomonosov, que cruza el Ártico. También se realizaron otros descubrimientos referentes al relieve del fondo marino, a las corrientes marinas o las trayectorias de los hielos en el Ártico.
A medida que los soviéticos ganaban experiencia con sus estaciones, fueron también mejorando su equipamiento. Un ejemplo de esta mejora eran los lugares donde dormían los tripulantes. Las tiendas de piel y sacos de dormir de las SP-1 y SP-2 fueron substituidos por cabañas con calefacción y camas en las SP-3 y SP-4. La SP-5 en 1955, contaría con habitáculos desmontables sobre patines. Las estaciones se fueron dotando de todo-terrenos, tractores, camiones, barcos y helicópteros. Los helicópteros y posteriormente pequeños aviones permitían llevar a cabo investigaciones en zonas alejadas del campamento base.
La existencia de las estaciones soviéticas no trascendió a Occidente hasta el año 1954. La actividad hasta la fecha de los americanos en el Ártico se había limitado a vuelos de reconocimiento. En 1951, estos vuelos de reconocimiento habían convertido en diarios y se decidió seguir la trayectoria de tres témpanos en su deriva, que recibirían el nombre de T-1, T-2 y T-3. Ese mismo año instalarían su primera estación meteorológica en uno de estos islotes, aunque sería destruida 19 días después por la presión del hielo. Al año siguiente instalaron la segunda, en un témpano de 11 km de largo, que sería abandonada 2 años más tarde.
En total los americanos llegaron a contar con 11 estaciones hasta el 1965. Cuatro de ellas en el mismo islote, el T-3. El resultado de los estudios y experimentos llevados a cabo por los americanos coincidieron en su mayoría con los soviéticos. Tanto los unos como los otros investigaron la trayectoria de la deriva de los hielos, la meteorología de la zona, o la estratificación del agua del Ártico, llegando a conclusiones similares. En lo que respecta a la vida en las estaciones, también fue muy similar, mejorando en ambos casos con el paso del tiempo y teniendo que afrontar el mismo tipo de dificultades y peligros.
Como es fácil sospechar, ambas iniciativas también tenían su interés militar. Antes del desarrollo de los misiles balísticos intercontinentales, ambas potencias se dieron cuenta de la importancia y necesidad de información del océano que los “separaba”. La información meteorológica era necesaria en la planificación de posibles operaciones militares en las regiones árticas y en especial en las submarinas.
El programa soviético concluyó con la Severny Polyous-31, que fue cerrada en Julio de 1991. De entre los muchos “viajes” de estas estaciones merece la pena destacar el de la SP-22, que duró nueve años. Durante la duración del programa, del 1937 al 1991, un total de 88 tripulaciones estuvieron 29.726 días, cubriendo una distancia de 169,654km. Tras la caída de la Unión Soviética, la exploración del Ártico fue suspendida durante doce años hasta el 2003, el año que marcaría el retorno de Rusia al Ártico con la estación SP-32, siguiendo con la numeración y herencia soviética.
La SP-32 seria seguida por otras, la penúltima de ellas, la SP-35, empezó a funcionar el 21 de Septiembre de 2007. En Julio de este año, 2008, tuvo que ser desmontada y evacuada de una manera un tanto apresurada, puesto que la placa sobre la que se asentaba se derretía por momentos, tras haber pasado de una extensión de 2x4 kilómetros, cuando se estableció la estación, a tan sólo 300x600 metros. Este mes de Septiembre ha empezado a operar una nueva estación, la SP-36.
PS(i): paralelamente a las exploración del Ártico en estaciones a la deriva por parte de americanos y soviéticos, ha habido otras iniciativas, otras expediciones, otros países, cooperaciones entre rusos y americanos, cooperaciones con otros países y... sigue habiendo.
PS(ii): La exploración del ártico, sus héroes y sus catástrofes seguro que vuelven a visitar este blog.
*foto 1: La SP-1 durante el verano del 1937, vía Beaufort Gyre Exploration Project, cortesía de Ecoshelf
*foto 2: Ivan Papanin en la SP-1
*foto 3: Insignia soviética conmemorativa de una Severny Polyous
*foto 4: Aviadores americanos a 20 bajo cero
*foto 5: SP-35, penúltima estación rusa, foto original de Juergen Graeser (Alfred Wegener Institute)
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